sábado, febrero 16, 2013

Horacio Zabaljáuregui / Crematorio




Crematorio

Voy  con mi hermano a cumplir con el trámite de cremación de los viejos.
Tal vez, ensimismados en su último gesto, ellos transcurren en la foto ciega de la eternidad
    pero de este lado, en el tiempo con vencimientos,
hay que liberar la cuadricula en el multitudinario catastro mortuorio.
Entonces, a mi hermano se le ocurre verificar el contenido de los ataúdes.
Una decisión caprichosa, tal vez plausible, pero intolerable;
me exaspera pero lo acompaño.
Consiento en ver para creer,
Como en un desafío infantil,  una puesta a prueba del valor personal.
El pedido sorprende y fastidia un poco al empleado municipal
Pasamos al  backstage de la incineración, una factoría de desguace de lo que va a dar al fuego.
Los operarios rompen a hachazos los ataúdes, en una operación brutal:
Distingo
el cráneo como de cuero ahora de mi padre sobre el que siguió creciendo el pelo.
Se lo peinaba tirándolo desde un costado.
Llevaba mal la calvicie
Las cuencas vacías de mi madre que se murió con menos años que los que tengo ahora.
Distingo los huesos, poco menos de lo que dejo el cáncer que la arrasó.
Su crucifijo con una cadenita   le dan a mi hermano.
Mi padre esperó a que llegara y se murió en mis brazos un jueves a las cinco y media de la tarde en el Hospital Israelita.
Me despedí de mi madre susurrándole al oído, una noche
con la esperanza de que me escuchara en la otra orilla de su agonía.
El peso del mundo va de suyo en los restos,
y ahora estos despojos de película clase B,
pasan a ser su último recuerdo.
Calcinado resplandor puro espejismo
Cenizas quedan:
son polvo ya en una urna estándar
El olor de grasa dulzona, de repostería barata del crematorio,
me quedará impregnado en el olfato por un par de días.
                                                     
07-06-2012

Horacio Zabaljáuregui (América, provincia de Buenos Aires, 1955)

Foto: Horacio Zabaljáuregui en Poetas siglo XXI

5 comentarios:

  1. Felicitaciones a Horacio Zabaljáuregui por un realmente excepcional.

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  2. ¿Es una elegía?
    Horacio Zabaljáuregui en su para mí, Elegía, me está respondiendo algo que quien viera los restos, puestos de mi padre a cremar, jamás quiso detallarme.
    En su síntesis transparente, y como si, a la vez, hablara un entomólogo, H.Z. crea esa ficción que a esta hora d la mañana, me devuelve, íntegra, verificable, una porción muy cruda de mi vida. Gracias por el Museo, Don J.A. Aprendo aquí, y respiro.

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  3. NO hay derecho a ser tan bueno. Gracias, Irene

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  4. Mi mujer fue cremada, por su pedido expreso. Pero es algo que no digiero.

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  5. Dado el justo éxito del poema de Horacio, recuerdo a la afición otros dos poemas con el mismo tema y distinta resolución: "La reducción" (originariamente, "Reducción de papá"), de Joaquín O. Giannuzzi (está en Señales de una causa personal y también en las dos versiones de la poesía completa) y "Pasando el crematorio", del irlandés Frank Ormsby (en la antología de poesía irlandesa contemporánea que hicimos con Gambolini y que publicó Libros de Tierra Firme en 1999). Los tres son excelentes poemas y plantean miradas muy distintas.

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