En fin, que la antología sobre poesía escatológica es un fracaso parcial.
Ha derivado, en gran parte por mi causa, hacia:
1) el erotismo vulgar y la picaresca
2) la antipoesía.
Ambos campos son infinitos, pues sus motivos y referentes se hacen tópicos, molde, y no tiene caso hacer de ellos una antología. Los antecedentes de lo que Parra denominó antipoesía se remontan, por cualquier vía, hasta los orígenes de la poesía. Parra no hizo más que colocar una etiqueta provisoria al movimiento connatural de la lírica a burlarse de sí misma. En parte, este movimiento es escatológico, en gran parte es burlesco y satírico, en alguna otra proporción es picaresco o de erotismo libre, orgánico, rústico, al estilo de "Decamerón". En buena proporción, sobre todo a partir del siglo Veinte, es deliberadamente antilírico, exaltador consciente de un vocabulario y un escenario bastos, comunes, las "sillas y mesas" de Parra, menciones que no inventó Parra ni fue el primero en poner en letras de imprenta. Hasta el romanticismo tuvo su propio antilirismo, su apelación a lo morboso y execrable, ya que antes que Baudelaire y su programático poema "La carroña", entre los que hablamos lengua castellana el romántico José de Espronceda había escrito, o a él se le atribuye, aquel poema que declara:
Me agrada un cementerio
de muertos bien relleno,
manando sangre y cieno
que impida el respirar...
Bueno, que un romántico español habría inventado el cine de horror clase B.
Así pues, si la idea original fue el hacer una antología de poesía escatológica, creo que, incluyendo la atribuida a Espronceda, debemos limitarla a los poemas de Deniz, Fernández Moreno, Baudelaire, Quevedo (su poema al culo de Góngora) y Benn, porque otros no fueron aportados que se ajusten a ese tema.
A quienes les satisfaga el erotismo de burdel, la verdad es que recomiendo fervorosamente el blog Antrobiótica, de Alonso Rucalva, y sus ramificaciones, que dan una leve idea, aun con su vasta erudición, de la extensión de ese tipo de literatura.
Gracias a todos.
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