Una palabra que valga por la cosa
no la hay, no la hay.
Observa ahora mejor
esas edificaciones que bajan hacia adentro:
erguidas como lámparas inversas
se hunden en la tierra,
difunden esa aureola a lo largo y lo ancho
de todo su profundo alrededor.
Así es cómo se abre
el lugar extranjero donde ya no se habla,
donde sólo se yace.
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¿Hubo alguien ahí? ¿alguien en esa silla
que no encuentra manera
de encarar por sí sola una conversación?
Su madera es de barco, resto de navegaciones
surgidas de otros puertos, mar afuera.
Ha dejado la escena, ha tomado otra forma.
Mástil. Timón. O en su defecto
rueda.
Atrás queda perdida
la precaria estabilidad de lo visible.
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No. El Predicador no es claro. Lo que niega
lo afirma.
Aquél círculo mágico del fuego protector,
aquello sí que era certero.
Lo inmediato reinaba. No había decepciones,
la llama era la única verdad,
la verdad revelada en el terror nocturno.
Y todo era presencia -el terror es pletórico.
No había esperanza ni desesperanza,
nada estaba roto todavía.
Raquel Jaduszliwer (San Fernando, Argentina, 1946)
Ediciones Ruinas Circulares,
Buenos Aires, 2023
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Foto: Lexia
Qué bueno Raquel. Ya desde su título invita a leerlo. Subrayo unas líneas del último: "la llama era la única verdad, la verdad revelada en el terror nocturno"..."No había esperanza ni desesperanza, nada estaba roto todavía". Me encantó. Gracias! Alfredo Lemon
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