Los pebeteros exóticos
I
Tengo tres pebeteros. El uno es de la China.
Se lo adquirí a un marino venido de Bombay
el que entre frases, hipos y ensueños de morfina
me confesó que había robádolo en Shanghai.
Pequeñito. Sus formas son raras y grotescas.
Tiene pintado un Buda de fuerte bermejón
y en sus fondos celestes, en líneas arabescas
se dibujan las fauces de un tétrico dragón.
Es mayor el segundo y es más raro… Contiene
su fondo requemado vestigios de otro ayer…
(El vendedor me dijo: “Señor, lo menos tiene
tres siglos de existencia…” Todo pudiera ser)
Arábigo su origen. Su dueño, ¿Quién lo sabe?
¿Fue su dueño algún moro cetrino y soñador?
No sé. Más un perfume suavísimo en él cabe
tal cual cabe en un pecho de a gotas el dolor…
Cómo encontré el tercero no lo recuerdo hoy día,
pero vivió en Egipto su gloria espiritual,
en un meditativo glosar de epifanía
bajo la luz ardiente del clima tropical.
Con oro de las rocas labráronlo a la egipcia
las manos de un artista temblantes de emoción…
(El pebetero tiene la gracia y la delicia
de una mano amorosa puesta en el corazón.)
II
Tres pebeteros tengo… Incienso de la angustia
de un corazón que tuvo sueños de inmensidad,
quemó en sus breves fondos, ¡Yo sé de una flor mustia
que diluyó su esencia para la soledad!
Tres pebeteros tengo… La mirra del silencio
de un visionario loco que desvivió de amor,
quemó en sus breves fondos. ¡Con ello reverencio
las ilusiones muertas de una época mejor…!
Tres pebeteros tengo… Benjuí de soledades
de un alma que se agita cansada de vagar,
quemó en sus breves fondos… ¡Yo sé de hondas verdades
porque la vida misma me señaló al pasar!
III
Ignoro qué fragancia condensará cada uno,
Nadie cálculos óptimos debe jamás hacer,
que a veces los destinos, por algo inoportuno
se trocan en fracasos de largo padecer…
Por eso yo no labro ni ensueños ni quimeras.
No estoy solo en la cumbre, frente a la inmensidad,
pues tengo en lo más hondo por mudas compañeras
a la Angustia, al Silencio y al hada Soledad…
[1943]
José A. Ferraté (Concepción del Uruguay, Argentina, 1900-Buenos Aires, 1980)
Foto: Blanco Móvil
prólogo de Laura Crespi y Eduardo Ainbinder,
Ediciones Blanco Móvil,
Buenos Aires, 2020
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