(el lector)
Buena guía la curiosidad: en una casa
suele llevarme a la biblioteca.
Entiendo que alguien prefiera la cocina, el dormitorio: no es mi
caso;
me gusta estar rodeado de naufragios, crímenes, acechanzas,
culpas reales e imaginarias.
Ahora
estoy en las Azores, agradecido de estar donde estoy; de las
Azores
paso al simulacro de un tiempo que no es éste,
un marinero me saluda, un campesino lleva a su padre en
hombros,
alguien inventa un idioma,
y luego quedo en la mesa de un bar en México
beneficiado con esta suma: lectura y tormenta de verano.
A todo esto ¿qué opinión tendrá este libro de mí? Todo lector
quisiera saber qué piensa un libro de él;
y estos son algunos de sus pensamientos:
este hombre
está atento, subraya, lo atrae el detalle, me hace decir lo que no
digo,
lee entre líneas, toma café, busca una cita y no la encuentra;
recuerda erróneamente un nombre, destaca una anécdota a costa
del argumento;
se propone un cambio y a veces lo consigue:
le he tomado afecto,
debiera decirle que no siga, advertirle que esta historia termina
mal,
que su entusiasmo no está bien orientado;
pero él no hará caso: lo sabe y no le importa,
es adicto hasta el final.
Santiago Sylvester (Salta, Argentina, 1942), Ciudad, publicará Pre-Textos, Valencia, España
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Foto: Gentileza del autor
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