viernes, mayo 05, 2017

Juan Desiderio / La Niña Santa y el Neuromante

















Cuando el Templo cierra, al caer las luces del día, una Santa Niña traslúcida sube lenta por las escaleras y hace crujir levemente sus maderas. En el Salón de las Lecturas encuentra, sonriendo, a un Neuromante, profeta que crea futuros por medio de la lectura de sus propios tejidos. Su forma actual es de un anciano; su cabeza es de cabello afro, piel arrugadísima y ojos negros. Pasan quince minutos y el trance lo pone en pista.
Abre un cuaderno muy grande. Establece una geometría original, uniendo puntos que dispone, inspirado, a lo ancho y a lo largo de la hoja. Cada punto se corresponde con una ciencia. Y cada ciencia es como un planeta. Así, un punto en el cuaderno es una ciencia figurada, cuya naturaleza es una conferencia de Maestros que van juntos por distintas rutas, y habitan continentes no muy alejados entre sí.
El Neuromante se sienta junto al espectro dulce de la Niña Santa en cómodos sillones de cuero verde que forman parte de un living que está justo frente al Altar.
Sobre una mesa de madera cruda, despliega algo similar a un mapa de la Mente Humana. Está hecho con pluma y tinta viejas. El color de la tinta es marrón oscuro, con pasado negro que bien puede notarse en el centro del trazo.
Describe los contornos de un cerebro visto de arriba, con los hemisferios bien separados para que se note la compleja conexión que existe entre ambos.
El joven fantasma propone relámpagos de neuronas, líneas de luz inteligente emitiendo colores desde su cuerpo de niebla. Cada color es una emoción que inspira al venerable cabeza de afro.
Así, ella es verde cuerpo con cerebro violeta y manos rojas. El hombre dibuja algo parecido a un rayo, uniendo virtudes, traumas y pasado que andan tatuadas en la piel de los sesos.
Los traumas se aburren, las virtudes van al gimnasio y el pasado es una ruina sin sentido.
Con este juego, puede medirse la intensidad del espíritu humano.

Juan Desiderio (Buenos Aires, 1962), publicado en Facebook

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