En el pasado me vuelvo río.
Mis muertitos me caen encima.
Los ojos desposeídos de cal y humo.
La huerta y los pájaros de mi padre.
Mi padre ahora.
En algún sitio
que no es esta tierra.
Los jazmines en el deseo.
Los jazmines en los ojos de ríos
en que se sumerge
el mundo.
Los ojos se detienen un instante,
el tiempo es río
es memoria
y el pasado,
luz en el cuerpo.
Graciela Aráoz (Villa Mercedes, Argentina), El protegido del ciervo, Ediciones Ultimo Reino, Buenos Aires, 2012
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