Diario de otoño
V
V
Hoy fue un día hermoso, el cielo estaba de un celeste
Brillante por primera vez en semanas y semanas
Pero los anuncios que se agitaban sobre las verjas cuentan del convulsionado
Mundo del que Hitler habla, del que Hitler habla
Y no podemos asimilarlo y nos llegamos a nuestros empleos
De todos los días al monótono estribillo del titular “Guerra”
Que por todos lados se propala como el zumbido de insectos ocultos
Y pensamos “Debe haber un error, ya antes ha pasado,
Antes fue así, debemos estar soñando;
Fue hace mucho que estas moscas
Zumbaron así, de modo que, ¿por qué aún bombardean
Los oídos, si no los ojos?
Y le restamos importancia y recorremos la ciudad al atardecer
Y ésta, decimos, la pago yo;
Algo fuera de lo habitual, un Pimm’s Number One, un Picon –
¿Pero se enteraron
De la última? Quieres decir si Cobb batió el record
O que los australianos perdieron su último
Tiempo o te refieres a que las modas de otoño…
No, no nos referimos a nada de eso otra vez.
No, a lo que nos referimos es a Hodza, Hemlein, Hitler,
La Línea Maginot,
Al pánico opresivo que aprieta en los pulmones y oprime
Desde el cuello a la columna
Y cuando vamos a Piccadilly Circus
Compran y venden las últimas
Ediciones especiales arrebatadas y leídas intempestivamente
Debajo de los letreros eléctricos tan crudos como el Destino.
Y el individuo, impotente, tiene que ejercer los
Poderes de la voluntad y el arbitrio
Y elegir entre enormes males, aquel
Que dependa de la voz de cualquier otro.
Las rotativas corren en las prensas,
Se disponen las minas,
La cinta sondea las profundidad de la caída de Wall Street
Y tú y yo tenemos miedo.
Hoy estaban construyendo en Oxford Street, la argamasa
Agradable al olfato,
Pero ahora eso parece futilidad, imbecilidad,
Construir negocios cuando nadie puede decir
Qué es lo que va a pasar después. Qué va a pasar
Qué es lo que va a pasar después. Qué va a pasar
Preguntamos y malgastamos la pregunta en el aire;
Nelson es de piedra y Johnnie Walker va a las
Zancadas como un imbécil sobre Trafalgar Square.
Y en la Corner House las barredoras mecánicas
Avanzan entre las mesas detrás de las migas
Inexorablemente, como un batallón de tanques
En respuesta a los tambores.
En Tottenham Court Road las prostitutas y los negros
Haraganean debajo de las luces
Y la brisa se hace más fría como en tantas otras
Noches de septiembre.
Un aroma a pan francés en Charlotte Street, un crujido
De hojas en Regent’s Park
Y repentinamente desde el Zoo oigo a un lobo marino
Que ladra confiado.
Y así, a mi departamento desde donde se ven los árboles
Y las formas de dalia de las luces sobre Primrose Hill
Cuya cima una vez fue usada como emplazamiento de cañón
Y muy probablemente va a ser
Usada de ese modo nuevamente. La maldita frontera
Confluye en nuestras camas
Como batidores en la jungla que acorralan a su presa
Trofeo de pieles y cabezas.
Y a esa hora del día no está bien decir:
“Llévate esta copa”;
Habiendo nosotros ayudado a servirla sólo es lógico
Que ahora la bebiéramos hasta el fondo.
Tampoco podemos esconder nuestras cabezas en arenas, las arenas
Fueron completamente filtradas;
Nada queda sino roca en esta hora, esta hora
Cero del día.
O eso es lo que me parece mientras escucho
Un bocinazo a las seis
Y luego a la torcaza que llama y se calla pero el viento sigue
Interpretando su endecha en los árboles, burlándose.
Y ahora el carro del lechero llega lentamente con ruido de cascos –
Leche en las puertas–
Y los obreros se encaminan a las fábricas
Y las domésticas a sus tareas.
Y advierto plumas que salen de la estropeada
Seda de mi edredón negro
De dos plazas que fue un regalo
De casamiento ocho años atrás.
Y las sábanas en las que estoy acostado vinieron de Irlanda
En esos despreocupados días
En los que sólo pensaba en comodidad y cariño,
Caricia y elogio.
Y ahora la torcaza vuelve a empezar negando
Los valores de la ciudad
Y habiendo cruzado la colina, un auto acelera,
Cambia de velocidad, vuelve a cambiar.
Y un tren comienza a bufar y me preguntó
Qué dirá el diario de la mañana,
Y decido ir rápidamente a dormir porque la mañana ya
Está con nosotros, el día es hoy.
Louis MacNeice (Belfast, 1907-Londres, 1963)
Traducción de Jorge Fondebrider
V
To-day was a beautiful day, the sky was brilliant / Blue for the first time for weeks and weeks / But posters flapping on the railings tell the fluttered / World that Hitler speaks, that Hitler speaks / And we cannot take it in and we got to our daily / Jobs to the dull refrain of the caption 'War'/ Buzzing around us as from hidden insects/ And we think 'This must be wrong, it has happened before,/Just like this before, we must be dreaming;/ It was long ago these flies/ Buzzed like this, so why are they still bombarding/ The ears if not the eyes?’/ And we laugh it off and go round town in the evening/ And this, we say, is on me;/ Something out of the usual, a Pimm’s Number One, a Picon– / But did you see/ The latest? You mean whether Cobb has bust the record/ Or do you mean the Australians have lost their last by ten/ Wickets or do you mean that the autumn fashions–/ No, we don’t mean anything like that again,/ No, what we mean is Hodza, Henlein, Hitler,/ The Maginot Line,/ The heavy panic that cramps the lungs and presses/ The collar down the spine./ And when we go out into Piccadilly Circus/ They are selling and buying the late/ Special editions snatched and read abruptly/ Beneath the electric signs as crude as Fate./ And the individual, powerless, has to exert the/ Powers of will and choice/ And choose between enormous evils, either/ Of which depends on somebody else’s voice./ The cylinders are racing in the presses,/ The mines are laid,/ The ribbon plumbs the fallen fathoms of Wall Street,// And you and I are afraid./ To-day they were building in Oxford Street, the mortar/ Pleasant to smell,/ But now it seems futility, imbecility,/ To be building shops when nobody can tell/ What will happen next. What will happen/ What will happen next. What will happen/ We ask and waste the question on the air;/ Nelson is stone and Johnnie Walker moves his/ Legs like a cretin over Trafalgar Square./ And in the Corner House the carpet-sweepers/ Advance between the tables after crumbs/ Inexorable, like a tank battalion/ In answer to the drums./ In Tottenham Court Road the tarts and negroes./ Loiter beneath the lights/ And the breeze gets colder as on so many other/ September nights./ A smell of French bread in Charlotte Street, a rustle/ Of leaves in Regent's Park/ And suddenly from the Zoo I hear a sea-lion/ Confidently bark/ And so to my flat with the trees outside the window/ And the dahlia shapes of the lights on Primrose Hill/ Whose summit once was used for a gun emplacement/ And very likely will/ Be used that way again. The bloody frontier/ Converges on our beds/ Like jungle beaters closing in on their destined/ Trophy of pelts and heads./ And at this hour of the day it is no good saying/ ‘Take away this cup’;/ Having helped to fill it ourselves it is only logic/ That now we should drink it up./ Nor can we hide our heads in the sands, the sands have/ Filtered away;/ Nothing remains but rock at this hour, this zero/ Hour of the day./ Or that is how it seems to me as I listen/ To a hooter call at six/ And then a woodpigeon calls and stops but the wind continues/ Playing its dirge in the trees, playing its tricks./ And now the dairy cart comes clopping slowly–/ Milk at the doors–/ And factory workers are on their way to factories/ And charwomen to chores./ And I notice feathers sprouting from the rotted/ Silk of my black/ Double eiderdown which was a wedding/ Present eight years back./ And the linen which I lie on came from Ireland/ In the easy days/ When all I thought of was affection and comfort,/ Petting and praise./ And now the woodpigeon starts again denying/ The values of the town/ And a car having crossed the hill accelerates, changes/ Up, having just changed down./ And a train begins to chug and I wonder what the morning/ Paper will say,/ And decide to go quickly to sleep for the morning already/ Is with us, the day is to-day.
Ilustración: Charing Cross Bridge, 1906, André Derain
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