Es infinita esta riqueza abandonada
esta mano no es la mano ni la piel de tu alegría
al fondo de las calles encuentras siempre otro cielo
tras el cielo hay siempre otra hierba playas distintas
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
nunca supongas que la espuma del alba se ha extinguido
después del rostro hay otro rostro
tras la marcha de tu amante hay otra marcha
tras el canto un nuevo roce se prolonga
y las madrugadas esconden abecedarios inauditos islas remotas
siempre será así
algunas veces tu sueño cree haberlo dicho todo
pero otro sueño se levanta y no es el mismo
entonces tú vuelves a las manos al corazón de todos
de cualquiera
no eres el mismo no son los mismos
otros saben la palabra tú la ignoras
otros saben olvidar los hechos innecesarios
y levantan su pulgar han olvidado
tú has de volver no impota tu fracaso
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
y cada gesto cada forma de amor o de reproche
entre las últimas risas el dolor y los comienzos
encontrará el agrio viento y las estrellas vencidas
una máscara de abedul presagia la visión
has querido ver
en el fondo del día lo has conseguido algunas veces
el río llega a los dioses
suben murmullos lejanos a la claridad del sol
amenazas
resplandor en frío
no esperas nada
sino la ruta del sol y de la pena
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
Edgar Bayley (Buenos Aires 1919-1990 ), "La vigilia y el viaje", 1949-1955, Obra poética, Corregidor, Buenos Aires, 1976.
Foto: Edgar Bayley, Feria del Libro de Buenos Aires, circa 1985. Archivo J. Aulicino
esta mano no es la mano ni la piel de tu alegría
al fondo de las calles encuentras siempre otro cielo
tras el cielo hay siempre otra hierba playas distintas
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
nunca supongas que la espuma del alba se ha extinguido
después del rostro hay otro rostro
tras la marcha de tu amante hay otra marcha
tras el canto un nuevo roce se prolonga
y las madrugadas esconden abecedarios inauditos islas remotas
siempre será así
algunas veces tu sueño cree haberlo dicho todo
pero otro sueño se levanta y no es el mismo
entonces tú vuelves a las manos al corazón de todos
de cualquiera
no eres el mismo no son los mismos
otros saben la palabra tú la ignoras
otros saben olvidar los hechos innecesarios
y levantan su pulgar han olvidado
tú has de volver no impota tu fracaso
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
y cada gesto cada forma de amor o de reproche
entre las últimas risas el dolor y los comienzos
encontrará el agrio viento y las estrellas vencidas
una máscara de abedul presagia la visión
has querido ver
en el fondo del día lo has conseguido algunas veces
el río llega a los dioses
suben murmullos lejanos a la claridad del sol
amenazas
resplandor en frío
no esperas nada
sino la ruta del sol y de la pena
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
Edgar Bayley (Buenos Aires 1919-1990 ), "La vigilia y el viaje", 1949-1955, Obra poética, Corregidor, Buenos Aires, 1976.
Foto: Edgar Bayley, Feria del Libro de Buenos Aires, circa 1985. Archivo J. Aulicino
qué lindo , triste, real, nostálgico,
ResponderBorraral pedo decirlo, pero me gustó, eso quise decir.
saludos
vaya himno, querido jorge... hay algo tan especial en ese "choque de vocablos" de bayley: "vidamuerte" "mi amada estanque azul huerto cabellos".
ResponderBorrarproducciones de sentido por colisión.
"un sentido iluminado y cierto" nos diría el gran bayley.
Es un gran poema, en toda antología debe estar, y está.
ResponderBorrarPero la poesía no debería ser antológica, no?
Hmm, creo que aquí discrepo en cierto sentido, aunque creo que comprendo el fondo de lo que dice con su afirmación: la poesía es o debe ser antológica a título individual... ¿no tenemos acaso cada uno de nosotros nuestra "antología" personal, la que nos acompaña momento a momento de nuestras vidas, la que nos la hace más llevadera? La tendencia antologizadora es, yo diría, innata...
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