pinté un ojo
el momento congelado luego se fue
y nadie despertó
la pesadilla siguió su curso a la luz del día
inundando los lechos de los arroyos, arrastrándose por los adoquines
aumentando en presencia y presión
entre las ramas, a lo largo de los aleros
los pájaros aterrorizados con ojos congelados
se cayeron
sobre las pistas de la carretera
se formó una costra de escarcha
y nadie despertó
Bei Dao (Zhao Zhenkai), Beijing, China, 1949.Presente griego. Revista de Poesía
Traducción Fernando Pérez Villalón
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