Sobre Tácito y las bailarinas de la ciudad
No me hables más de tus dioses, oh Arnobio, *
pues me aburres. Qué me importan
a mí tus lerdas creencias.
Déjame con mis dioses nocturnos.
Déjame mirar a las mujeres que me ofrecen el más noble de los paraísos
en la fragancia de su cuerpo.
Déjame beber y entregarme al sueño.
Además, tus creencias oh Arnobio,
son propias de gente baja. **
Cuanto yo deseo saber ya está en los libros de Tácito.
Déjame, olvida a este poeta,
sálvate tú. Yo no deseo otro reino
que los ojos de las mujeres del barrio del placer.
Y en la embriaguez, bajo la inmensa noche,
ver pasar las naves de Salomón. ***
Filadelfio de Alejandría, siglo III
* Alguien cuyo nombre no ha perdurado sino en estos versos.
** Probablemente se refiere a los cristianos.
*** A lo largo de la historia de la ciudad se repite este tema. El Diccionario de Moreri asegura que según Fray Gregorio Argáez, cronista benedictino, "a Cartagena venían las naves de Salomón". Y el Sinaita en su exposición del Génesis se detiene en el "Tercer Libro de los Reyes" cuando se cuenta que los navíos del insigne Rey tocaban cada tres años "las costas de Tarsis, que es la Hisperia de la región occidental" (para los griegos, la Hisperia occidental eran las costas de Levante). Hay autoridades: Isaías, Ezequiel, los Setenta, Pagnino: no caben dudas sobre la Carthago o Tharsis a que se refieren, ya que la constante alusión a sus riquezas (plata, sobre todas) no puede adjudicarse a la africana. El Intérprete Árabe lo comprendió al traducir el "Transite in Tharsis" de Pagnino por "Ite in Charsedonian" y por "naves Carthaginis", "naves charsedoniae". Lo refrendará Polibio guardando el nombre de Charsedon para refrirse a la actual Cartagena. ¿Y qué es, sino la Carthada que según Solino en fenicio significaba Ciudad Nueva ("Carthada Poenicum ore exprimit civitatem nova")?
José María Álvarez (Cartagena, Murcia, 1942), La Edad de Oro (Antología de 16 poetas de la antigua Cartagena), Editora Regional de Murcia, Murcia, 1983
Nota del editor del blog: Los poetas y poemas de La Edad de Oro probablemente son una invención de José María Alvarez, autor asimismo de un Museo de cera y de un duelo a pistola, también simulado, se supone, con el escritor uruguayo Juan Carlos Onetti, según puede verse en su página oficial.
Ilustración: Depart des bateaux, 1927, Paul Klee
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