Las gaviotas
Nunca había visto gaviotas sobre las orillas del Tíber
cambiantes este fin de invierno las plumas y las aguas.
Me he apoyado en el granito como hacen aquellos
que velan sobre su propia vida o muerte dotados
de una atenta paciencia pero mis ojos distraídos
seguían los planeos rapaces de los pájaros plúmbeo-plateados
hasta que fueron saciados los vientres ahusados los picos
resplandeciendo sobre otras olas en un sol distinto
por el transcurso inevitable del tiempo mis
pupilas cansadas y aún voraces no se volvieron
sobre el emporio móvil de las populosas calles de Roma
en búsqueda desesperada a la hora de la hipoglucemia
de un alimento imprevisto sólo para mí notorio
en una revelación gozosa y estéril en la sombra-luz
sanguínea de los áticos y cornisas meridianos
humeando sobre las colinas las ramas verdes de la poda
hasta oscurecer el cielo piadoso del retorno.
Attilio Bertolucci (San Lazzaro, Parma, 1911-Roma, 2000), "Viaggio d'inverno", 1971, Opere, Mondadori, Milán, 1997
Versión de J. Aulicino
I gabbiani
Non avevo mai visto gabbiani sulle rive del Tevere
cangianti in questa fine d'inverno le penne e le acque.
Mi sono appoggiato al granito come fanno quelli
che vegliano sulla propria vita o morte usando
un'intenta pazienza ma i miei occhi distratti
seguivano le planate rapinose degli uccelli plumboargentei
sino a che furono sazi i ventri affusolati i becchi
già risplendendo su altri flutti a un sole diverso
per il procedere inevitabile del tempo le miei
pupille stanche e ancora voraci ormai volte
sull'emporio mobile delle vie popolose di Roma
alla cerca disperata nell'ora dell'ipoglicemia
d'un alimento improvviso soltanto a me noto
in una rivelazione gioiosa e sterile nell'ombra-luce
sanguigna da attici e cornicioni meridiani
fumigando sui colli i rami verdi della potatura
sino a ottenebrare il cielo pietoso del ritorno.
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Ilustración: Le boulevard, 1911, Gino Severini
Qué ritmo tan extraño tiene este poeta. Muchísismas gracias; Irene
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