jueves, febrero 28, 2008

Eugenio Montale / De "Dos prosas venecianas"

Dos prosas venecianas

I

Desde las ventanas se veían dactilógrafas.
Abajo, el callejón, tufo de scampi fritos,
alguna vaharada de náusea del canal.
Lindo lío en Venecia
asomarse a aquel paisaje y usted
venida de lejos. Usted que amaba sólo
a Gesualdo Bach y Mozart y yo el horrible
repertorio operístico con alguna preferencia
por el peor. En fin, para complicar las cosas
el reloj que marca las cinco y son las cuatro,
la salida intempestiva, San Marco, el Florian desierto,
la orilla de los Schiavoni, la trattoria Paganelli
recomendada por cierto avaro pintor toscano,
dos cuartos ni siquiera comunicados y el día
después verte caminar derecho sin
dignarte dar ni una ojeada a mi Ranzoni.
Me preguntaba quién estaba en la abstracción,
yo usted o los dos, pero siguiendo rieles
no paralelos, incluso inversos. Debo decir que habíamos
inventando admirables fantasmas sobre las rampas
que llevan del Oltrarno a la gran explanada.
Y ahora ahí entre palomas,
fotógrafos ambulantes bajo un calor bestial,
con el peso del catálogo de la bienal
nunca consultado y del que no es fácil deshacerse.
Volvimos con el barquito pelando maíz,
comprando keepsakes postales y anteojos oscuros en los
/puestos callejeros.
Era, me parece, el '34, muy jóvenes o muy extraños
para una ciudad que demanda turistas y amantes ancianos.

Eugenio Montale, Satura, 1971
Versión de Jorge Aulicino

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