miércoles, octubre 11, 2006

Fe, mediana fe y ninguna fe

En antiguos días tres hombres iniciaron una peregrinación. Uno era un sacerdote, otro un hombre virtuoso y el tercero, un viejo vagabundo con un hacha.
En el camino el sacerdote habló del crecimiento de la fe.
"Vemos pruebas de nuestra religión en las obras de la naturaleza", dijo, golpeándose el pecho.
"Así es", dijo el virtuoso.
"El pavo real tiene una voz muy áspera", dijo el sacerdote. "Así lo dicen nuestros Evangelios. ¡Qué felicidad!", exclamó, con un gemido. "¡Qué consuelo!"
"Yo no necesito de esas pruebas", dijo el hombre virtuoso.
"Entonces, tu fe no es razonable", dijo el sacerdote.
"Grande es la verdad y prevalecerá", exclamó el hombre virtuoso. "Hay lealtad en mi alma. Debemos estar seguros de que hay lealtad en el alma de Odín."
"Ese es un juego de palabras", dijo el sacerdote. "Una arroba de esos disparates nada le importa al pavo real."
En aquel momento pasaban junto a una granja en la que había un pavo real. El ave abrió el pico y cantó como un ruiseñor.
"¿Y ahora qué me dices?", preguntó el hombre virtuoso "A mí esto no me preocupa. Grande es la verdad y prevalacerá."
"Que el diablo se lleve al pavo real", dijo el sacerdote, y durante una milla o dos anduvo muy triste.
Poco después llegaron a un santuario donde un fakir hacía milagros.
"¡Ah!", dijo el sacerdote. "Aquí están los verdaderos principios de nuestra fe. El pavo real no era nada. Esta es la base de nuestra religión." Se golpeó el pecho y gimió como si tuviera cólicos.
"Esto no significa nada para mí", dijo el hombre virtuoso. "Es tan intrascendente como el pavo real. Creo porque sé que la justicia es grande y prevalecerá. Este fakir puede hacer pruebas hasta el fin de los tiempos y no logrará engañar a un hombre como yo."
Al oír sus palabas el fakir se indignó, le temblaron las manos y unas barajas cayeron de su manga mientras obraba un milagro.
"¿Y ahora qué?", preguntó el virtuoso. "Por mi parte no estoy preocupado."
"Que el diablo se lo lleve", dijo el sacerdote. "No hay ya razón para seguir pregrinando".
"No te entregues", dijo el hombre virtuoso. "La justicia es grande y terminará por prevalecer."
"¿Estás seguro?"
"Te doy mi palabra."
El sacerdote siguió caminando con el corazón abrumado.
Entonces alguien llegó corriendo y les dijo que los poderes de la sombra habían asaltado a las Moradas Celestes, que Odín estaba a punto de morir y que el mal triunfaría.
"Me han engañado vilmente", dijo el virtuoso.
"Todo está perdido", dijo el sacerdote
"Espero que podamos entendernos con el diablo", dijo el hombre virtuoso.
"Espero que sí", dijo el sacerdote. "En todo caso, lo intentaremos. ¿Pero adónde vas tú con tu hacha?", le dijo al viejo vagabundo. Y el viejo vagabundo contestó:
"A morir con Odín".
Robert Louis Stevenson, Fábulas

2 comentarios:

  1. excelente. lo había leído hace muchos años en alguna antología (creo que recopilada por Borges). Es bien de derecha. me encanta

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  2. Insólito tu enfoque, falk. Pero también me encanta. Las Fábulas, traducidas por Borges, fueron publicadas en los 80 --no recuerdo el año-- por Legasa. Esta traducción parece la de Borges, pero no es. Es de un amigo.

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