lunes, mayo 09, 2011

Roberto Raschella / De "La casa encontrada", 3



de Poema de la servidumbre

I

Sólo los barones llevaban pistola.
El leñador levantaba eternamente el hacha.
Se abría la puerta de la roca,
sangraba la Límina. Ya los pastores
no daban su vida por las ovejas.
Odre de hambres, nacimientos llorados.
Había largos viajes y pequeñas verdades,
[Es cierto que no es cierto,
y quien ultraja no será ultrajado,
y el mal no sigue al mal,
ni el bien, al bien.
Que no se muere porque no se vive;
que pueden perderse todos los sentidos,
nunca el ojo,
el ojo de la guerra,
el ojo del pensamiento]
un padre abofeteado y sin garganta,
las tiendas, las lámparas,
ofensas naturales, ofensas humanas.
El pan cristiano, el pan repartido y cuadrado.
Ladrillos viejos entre la nieve de memoria igual.
Medidas intuitivas con lunario de santos.
Hablábamos siglos de estrellas, de soles,
vencidos,
fatales espejos, mármoles penitentes.

Roberto Raschella (Buenos Aires, 1930), "Malditos los gallos" (1979), La casa encontrada. Poesía reunida, 1979-2010, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2011

Foto: Caños en Dock Sud, 1972, Eduardo Grossman

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