domingo, julio 31, 2011

Ezra Pound / Frates minores



Frates minores

Con mentes colgadas como testículos,
Ciertos poetas aquí y en Francia
Todavía suspiran acerca de un hecho natural y establecido
Abordado por Ovidio mucho tiempo atrás.
Aúllan. Se quejan con delicada y exhaustiva métrica
De que la contracción de tres nervios abdominales
Sea incapaz de producir un Nirvana duradero.

Ezra Pound (Hailey, 1885-Venecia, 1972), versión de Javier Cófreces y Matías Mercuri en Argentarium. Antología de los poemas cortos de Ezra Loomis Pound, traducidos por autores argentinos, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2009


Frates Minores

With minds still hovering above their testicles
Certain poets here and in France
Still sigh over established and natural fact
Long since fully discussed by Ovid.
They howl. They complain in delicate and exhausted metres
That the twitching of three abdominal nerves
Is incapable of producing a lasting Nirvana.

de Personae, 1926

Ilustración: Poemas de los 36 Poetas Inmortales sobre pintura de grullas, siglo XVII, Tawaraya Sotatsu

sábado, julio 30, 2011

Apollinaire / El pequeño coche




El pequeño coche

El 31 de agosto de 1914
Dejé Deauville poco antes de medianoche
En el pequeño coche de Rouveyre
Con su chofer éramos tres

Dijimos adiós a toda una época
Furiosos gigantes se alzaban sobre Europa
Las águilas dejaban su nido en espera del sol
Los peces voraces escalaban los abismos
Los pueblos acudían para conocerse a fondo
En sus moradas sombrías los muertos temblaban de terror

Los perros aullaban allá donde estaban las fronteras
Yo me alejaba llevando conmigo todos esos ejércitos combatientes
Los sentía ascender en mí y extenderse las comarcas en que ellos serpenteaban
Los bosques los felices poblados de Bélgica
Condados con el Agua Roja y
Región por donde siempre se llevan a cabo las invasiones
Arterias ferroviarias donde quienes iban a morir
Saludaban una vez más la vida colorida
Océanos profundos agitados de monstruos
En los viejos esqueletos naufragados
Inimaginables alturas donde el hombre combate
Más altas que aquellas donde planea el águila
Allí el hombre lucha contra el hombre

Y cae de pronto como una estrella errante
Sentía en mí seres nuevos plenos de destreza
Que construían y también arreglaban un universo nuevo
Un comerciante de opulencia inaudita y prodigioso porte
Preparaba una muestra extraordinaria
Y pastores gigantescos conducían
Grandes rebaños mudos que pacían palabras
Contra las que ladraban todos los perros en el camino
Y cuando después de haber pasado al mediodía
Por Fontainebleau
Llegamos a París
En el momento en que se anunciaba la movilización
Comprendimos mi camarada y yo
Que el pequeño coche nos había conducido a una época
Nueva

Y que pese a ser ambos dos hombres maduros
Acabábamos sin embargo de nacer

[Calligrammes, 1918]


Wilhelm Apollinaire de Kostrowitsky (Roma, 1880-París, 1918), Guillaume Apollinaire, Antología, traducción de Monica Virasoro y René Palacios More, Ediciones del Mediodía, Buenos Aires, 1971

Nota: Esta página reproduce el caligrama que acompañaba la primera edición de este poema. Al pie, puede leerse en orden convencional su contenido en francés, no traducido ni citado en la versión de Virasoro y Palacios More, e incluido en la edición de la Universidad de California, de la que se ha copiado asimismo el texto original de La petite auto.

La petite auto

Le 31 du mois d'Août 1914
Je partis de Deauville un peu avant minuit
Dans la petite auto de Rouveyre

Avec son chauffeur nous étions trois

Nous dîmes adieu à toute une époque
Des géants furieux se dressaient sur l'Europe
Les aigles quittaient leur aire en attendant le soleil
Les poissons voraces montaient des abîmes
Les peuples accouraient pour se connaître à fond
Les morts tremblaient de peur dans leurs sombres demeures

Les chiens aboyaient vers là-bas où étaient les frontières
Je m'en allais portant en moi toutes ces armées qui se battaient
Je les sentais monter en moi et s'étaler les contrées où elles serpentaient
Avec les forêts les villages heureux de la Belgique
Francorchamps avec l'Eau Rouge et les pouhons
Région par où se font toujours les invasions
Artères ferroviaires où ceux qui s'en allaient mourir
Saluaient encore une fois la vie colorée
Océans profonds où remuaient les monstres
Dans les vieilles carcasses naufragées
Hauteurs inimaginables où l'homme combat
Plus haut que l'aigle ne plane
L'homme y combat contre l'homme
Et descend tout à coup comme une étoile filante
Je sentais en moi des êtres neufs pleins de dextérité
Bâtir et aussi agencer un univers nouveau
Un marchand d'une opulence inouïe et d'une taille prodigieuse
Disposait un étalage extraordinaire
Et des bergers gigantesques menaient
De grands troupeaux muets qui broutaient les paroles
Et contre lesquels aboyaient tous les chiens sur la route

Et quand après avoir passé l'après-midi
Par Fontainebleau
Nous arrivâmes à Paris
Au moment où l'on affichait la mobilisation
Nous comprîmes mon camarade et moi
Que la petite auto nous avait conduits dans une époque

Nouvelle
Et bien qu'étant déjà tous deux des hommes mûrs
Nous venions cependant de naître



[Caligrama]

Je n’oublierai jamais ce voyage nocturne où nul de nous ne dit un mot
O départ sombre où mouraient nos 3 phares
O nuit tendre d’avant la guerre
O villages où se hâtaient les
MARECHAUX-FERRANTS RAPPELES
ENTRE MINUIT ET UNE HEURE DU MATIN
Vers LISIEUX la très bleue
Ou bien
Versailles d’or
Et 3 fois nous nous arrêtâmes pour changer un pneu qui avait éclaté


Calligrammes, Universidad de California, 1980

viernes, julio 29, 2011

Joseph Woods / Dos poemas


Platería familiar

La plata parece
es siempre lo que se va primero.

Entre mesas con chucherías
en San Telmo, cuchillos importantes

con monograma para pescado,
pilas ordenadas de cucharas,

abanicos de tenedores y cucharones
con inmaculados mangos de hueso.

Nuestro regalo de casamiento,
un par de cucharas soperas de plata,

grabadas en Londres 1832,
que sacamos en ocasiones especiales.

Lustradas y devueltas
a su elemento

siguen metiéndose
en las bocas de los muertos.


En parques extranjeros

A veces la necesidad de estar solo;
un parque municipal en una ciudad extranjera
cerca del crepúsculo, entre personas rezagadas
–extraños para uno–
y los que se juntan en pequeños grupos y conversan
sobre sus perros mientras el que está solo se sienta
en un banco a leer y se quedará solo.
Una pareja se abraza custodiada por una puerta
colosal que ya no se abre o cierra o nada.

Joseph Woods (Drogheda, 1966), Ocean Letters, Dedalus Press, 2011
Traducciones de Jorge Fondebrider


Family Silver
Silver it seems/ is always the first to go.// Among tables of bric-a-brac/ at St. Telmo, monogrammed// fish knives of consequence,/ neat stacks of spoons,// fans of forks and soup ladles/ with immaculate bone handles.// Our wedding present/ of a pair of silver soup spoons,// hail-marked London 1832,/ we take out on special occasions.// Polished and returned/ to their element// they keep placing themselves/ in the mouths of the dead.

In Foreign Parks
Sometimes the need to be alone; / a municipal park in a foreign city/ round about dusk, among stragglers–/ to a soul all strangers– and those/ who are gathered in small groups discussing/ their dogs while the one who is alone sits/ on a bench reading and will remain alone./ A couple embrace, sentried by a colossal/ gate that no longer opens or shuts or anything.


Ilustración: Carl Schurz Park, 1922, William Glackens

jueves, julio 28, 2011

Mauro Viñuela / Leo a Hegel




Leo a Hegel

La Historia colocó sobre las manos de mi nonna Colomba
una escopeta doble caño. Ella tenía siete años. Cuidaba presos en la primera guerra.
Les apuntaba desde un banquito de madera. Mientras se zarandeaba imaginando olas del Mediterráneo.
Detrás de las rejas. Detrás de cada puerta se combatía.
La Historia colocó sobre el cuerpo de mi nonna Colomba
a un montón de soldados ingleses
en la segunda guerra.
La Historia trajo a mi nonna Colomba en un barco
colmado de baúles y semillas y misa en cubierta.
La Historia colocó en las manos de mi madre carretillas solares
estiércol para la tierra, conejos azules, gallos de cresta color del Mediterráneo.
La Historia colocó más tarde sobre mamá a un montón de militares
uniformados en centros de detención.
La Historia violó a mamá en América. Nos violó las capillas fluorescentes colgadas
en la pared del comedor. Nos arrojó semen negro sobre el claro horizonte del patio.
La Historia le dio con la guadaña a nuestras plantas y disparó
a la cabeza de todos nuestros animales.
La Historia colocó una gota de orfandad pura como agua del Mediterráneo sobre cada ojo mío y de mis hermanos.
La Historia colocó ante mí una hoja en blanco, donde no escribo.
Sólo arrojo cenizas como fina, impalpable arena del Mediterráneo.

Mauro Viñuela (Resistencia, Chaco, 1971)

Ilustración: El sifón, 1915, Emilio Pettoruti

miércoles, julio 27, 2011

Gianfranco Ciabatti / De "In corpore viri"




Petit testament

En plena capacidad
de entender y de querer
mi espíritu vivo encarga mi cuerpo muerto
al bisturí los portaobjetos las probetas
augurándole encontrarse, entre los sobrevivientes,
en un hermano suyo, que sagaz busque,
aquél que siempre, dondequiera, será
el único provisto de vista y de amor.
Todos los otros se ocupen, luego,
de los restos con discreción,
de modo que mi espíritu sea restituido
a la nada, y al todo mi cuerpo,
con dignidad.

*

La vida ni siquiera la muerte
concede en don.
Hasta un extremo del que no ve fin,
el cuerpo conduce firme
su lucha.
El esplendor del sol y la paz de la sombra
igualmente
le prohíben la rendición
sobre una u otra banda de la liza;
en campo abierto
largo tiempo
lo prueban.
Y al decaer el combate
será dulce la vida, o la muerte
será dulce
como ha sido la vida.


Gratuidad

Entre las infamias del tiempo
cotidiano
que soberanos los asesinos y los fraudulentos
suministran,
de improviso la sangre descubre que es
feliz
sin ninguna razón,
y que ésta,
entre las razones de la felicidad,
es la mejor,
y que de esta ausencia
de razones
forma parte tu presencia.

Gianfranco Ciabatti (Ponsacco, 1936-Florencia, 1994), In corpore viri, Marsilio, Venecia, 1998
Versiones de Jorge Aulicino


Petit testament

In piena capacità
di intendere e di volere
il mio spirito vivo commette il mio corpo morto
al bisturi ai vetrini alle provette,
augurandogli d'imbattersi, tra i sopravvissuti,
in un fratello suo, che sagace ricerchi,
quello che sempre, ovunque, sarà l'unico
provveduto di vista e di amore.
Tutti gli altri si occupino, poi,
dei resti con discrezione,
affinché il mio spirito sia restituito
al nulla, e al tutto il mio corpo,
con dignità.

*
La vita nemmeno la morte
concede in dono.
Fino a un estremo che non vede fine
il corpo conduce forte
la sua lotta.
Lo splendore del sole e la pace dell'ombra
ugualmente
gli vietano la resa
sull'una o l'altra banda della lizza,
in campo aperto
a lungo
lo cimentano.
E allo scadere del combattimento
sarà dolce la vita, o la morte
sarà dolce
come è stata la vita.


Gratuità

Tra le infamie del tempo
quotidiane
che sovrani gli assassini e i frodolenti
somministrano,
di soprassalto il sangue scopre di essere
felice
senza alcuna ragione,
e che questa,
tra le ragioni di felicità,
è la migliore,
e che di questa assenza
di ragioni
fa parte la tua presenza.


---
Ilustración: Enrique VIII y los barberos-cirujanos (detalle), c. 1543, Hans Holbein, el Joven

martes, julio 26, 2011

Enrique Solinas / Acerca del Rigor de la Muerte




Acerca del Rigor de la Muerte

Para no morir uno empieza a escribir por la mañana
con un cigarrillo en la mano
y esa paciencia de absoluto
que nadie es capaz de ejecutar.

Nos queda la escritura y el silencio
para cuando llega la tarde
y el humo del cigarrillo en la piel,
y otro cigarrillo más.

Qué oscura es la ciudad cuando anochece,
pero su oscuridad nos muestra una certeza.
Ahora sabemos
que con buena voluntad también se muere
y que uno es capaz de morir como cualquiera.
Se deja la vida a medio hacer,
se piensa en todo aquello
que jamás sucedió
y a nadie importa.

A veces se pierde y está bien.
La inmortalidad es algo demasiado alto,
demasiado pesado, demasiado lejano.

A veces se pierde y está bien.

Estoy listo,
estoy listo.

Por lo menos,
habré intentado mis palabras para no morir.


Enrique Solinas (Buenos Aires, 1969), El gruñido y otros poemas – Antología poética–, Ediciones Ruinas Circulares, Buenos Aires, 2011.


Foto: Solinas Macedonianos

lunes, julio 25, 2011

Alda Merini / Dos poemas




Titán, esa voz de siempre...

Titán, esa voz de siempre
que corre sobre el vientre de la razón,
tu desatinado coraje
que empuja las paredes
más allá del muro del llanto, esa sed
de espacio, ese clima tuyo que devora
a la gente como si fuese tu mano
el gesto impresionista, tu cara
desierta de innumerables columnas,
Titán que me ha devorado los dedos
como hojas de un árbol espinoso.


Ambrosio, ningún carmen es tan devoto de Dios...

Ambrosio, ningún carmen es tan devoto de Dios
como el carmen de la lujuria
que dora a los viejos como a panes ardientes
que los hace exultar y los hace creer en Dios.
Y dentro de sus ojos que han visto
el placer
y el absurdo riesgo de la muerte
saben que el Paraíso está hecho
de solitarias fronteras
y temen el infierno de la vida.

Alda Merini (Milán 1931-2009), Superba è la notte, Giulio Einaudi Editore, Turín, 2000
Versiones de J. Aulicino


Titano, quella voce di sempre
che corre sul ventre della ragione,
il tuo forsennato coraggio
che spinge le pareti
oltre il muro del pianto, quella sete
di spazio, quel tuo clima che divora
la gente come fosse la tua mano
il gesto impressionista, la tua faccia
arsa da innumerevoli colonne,
Titano che mi hai divorato le dita
como foglie di un albero spinoso.


Ambrogio, nessun carme è tanto devoto a Dio
come il carme della lussuria
che indora i vecchi come pani ardenti
che li fa esultare e li fa credere in Dio.
E dentro i loro occhi che hanno visto
il piacere
e l'assurdo periglio della morte
sanno che il Paradiso è fatto
di sole frontiere
e temono l'inferno della vita.


---
Ilustración: Alegoría del triunfo de Venus, 1540, Agnolo Bronzino

Sharon Olds / Vuelvo a mayo de 1937




Vuelvo a mayo de 1937

Los veo parados frente a los portones formales de sus colegios secundarios,
veo a mi padre salir caminando
por debajo del arco de piedra ocre, los
destellos de los azulejos rojos como curvos
platos de sangre detrás de su cabeza, veo
a mi madre con unos pocos libros livianos contra su cadera
parada contra un pilar hecho de pequeños ladrillos con el
portón de hierro forjado todavía abierto detrás de ella, las
puntas de lanza negras en el aire de mayo,
están por graduarse, están por casarse,
son chicos, son tontos, todo lo que saben es que son
inocentes, no lastimarían a nadie.
Yo quiero acercarme a ellos y decirles Alto,
no lo hagan - ella es la mujer equivocada,
él es el hombre equivocado, van a hacer cosas
que no pueden imaginarse que harían,
van a hacerles cosas malas a los niños,
van a sufrir de maneras de las que nunca oyeron hablar,
van a querer morirse. Quiero acercarme
a ellos ahí en el sol de esa tarde de mayo y decirlo,
la cara ávida y preciosa de ella girándose hacia mí,
su lastimoso cuerpo virgen,
la cara arrogante atractiva ciega de él girándose hacia mí,
su lastimoso cuerpo virgen,
pero no lo hago. Quiero vivir. Yo
los levanto como a muñecos de papel
hombre y mujer y los choco uno contra otro
por las caderas como a trozos de pedernal para
que saquen chispas, digo
Hagan lo que van a hacer, y yo voy a contarlo.

Sharon Olds (San Francisco, 1942), The Gold Cell, editorial Alfred A. Knopf, NY 1994
Versión: Inés Garland, Ignacio Di Tullio

I Go Back to May 1937

I see them standing at the formal gates of their colleges,
I see my father strolling out
under the ochre sandstone arch, the
red tiles glinting like bent
plates of blood behind his head, I
see my mother with a few light books at her hip
standing at the pillar made of tiny bricks with the
wrought-iron gate still open behind her, its
sword-tips black in the May air,
they are about to graduate, they are about to get married,
they are kids, they are dumb, all they know is they are
innocent, they would never hurt anybody.
I want to go up to them and say Stop,
don't do it--she's the wrong woman,
he's the wrong man, you are going to do things
you cannot imagine you would ever do,
you are going to do bad things to children,
you are going to suffer in ways you never heard of,
you are going to want to die. I want to go
up to them there in the late May sunlight and say it,
her hungry pretty blank face turning to me,
her pitiful beautiful untouched body,
his arrogant handsome blind face turning to me,
his pitiful beautiful untouched body,
but I don't do it. I want to live. I
take them up like the male and female
paper dolls and bang them together
at the hips like chips of flint as if to
strike sparks from them, I say
Do what you are going to do, and I will tell about it.



Ilustración: Mr and Mrs Andrews, c. 1750, Thomas Gainsborough

domingo, julio 24, 2011

Abel Robino / Stalkeriana




Stalkeriana

A Horacio Castillo y César Cantoni

Nos acercamos tocando la bocina de los automóviles,
con alaridos de estadio, insultando como se debe
a un adversario que no conocíamos.

Nos acercamos a aquel lugar
inalterado, oscuro, insondable,
con la única intención de provocar a lo que allí vive,
y el horror nos heló la espalda,
ante aquella fuerza despabilada, echándose sobre nosotros.

Nos desbaratamos como pudimos.
Algunos recurrieron, para contarlo, al periodismo,
al pasaje donde un Sansón bíblico toma una quijada de asno
y arremete a hachazos contra los filisteos.

Pero la verdad es que nadie había visto
más que la cara de su propio miedo.

Todos los domingos volvemos a mirar aquel lugar desde lejos,
pensando que es posible morir felices;
quizá sea un estratégico lugar el más allá
donde se arenga sin voz,
donde se gesticula sin brazos,
donde se podría derrotar a lo invisible con lo invisible.

[inédito]

Abel Robino (Pergamino, Argentina, 1952), El cine y la poesía argentina, selección y ensayo de Héctor Freire, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2011

Ilustración: Sin título, 2006, Abel Robino

sábado, julio 23, 2011

Francisco Urondo / Del otro lado


Del otro lado

Cuando estuvimos desesperados, alguien
contó la historia.

No se la puede escuchar serenamente, tiemblan
las manos, el corazón se encoge de dolor;
da un poco de miedo mirar a la gente, detenerse.
Ocurre lo de siempre.
Estábamos perdidos y la historia era confusa. Nada
tenía que ver con la certeza, ni
con el muslo de la bataclana. No
intervinieron traiciones; no es
una vulgar historia de fervores o de mantenidas.

Tu mano es necesaria para sobrellevarla. También
aquella vez, siempre aquella vez, apagaron
las luces y fue necesaria la presencia de tu mano.

Nos apretamos las manos en la sala impenetrable; temblamos
ante la cólera que aún no se había manifestado, que nunca
llegaría a marcarnos como sospechábamos, sino
de otra manera. Nuestras manos
procuraban ordenar el temblor, dominar el doloroso pánico;
y todo porque Humphrey Bogart había resucitado.

Estábamos perdidos en aquel
cine y él no era como el redentor; su cruz
no era un mandato, era
la inteligencia del hombre, era la resurrección
de la ciencia y de nuestros queridos finados.

Hace mucho que nos pasó esto; la mano
fría del cadáver impenitente
rozaba los sueños,
acariciaba nuestros tiernos rostos despavoridos.
Desde aquella vez no sabemos qué hacer con las historias
de los muertos que no aceptan su desdichada condición,
no sabemos qué hacer con el miedo; no sabemos
encontrar nuestras manos, nuestra
tristeza. El mundo inconsistente.

Hubo muchas anécdotas como ésta. ¿Quién
no tiene cosas horribles que contar? ¿Quién no tiene
su historia? Pero nadie supo qué decir, nadie supo
qué hacer, cuando alguien la contó.

Seguramente al escucharla buscarás una mano; será
como antes, pero enseguida
intentarás olvidar que estuvimos tristes o asustados.
Tampoco sabrás qué decir cuando se haga tarde; lo de siempre:
tendrás ganas de llorar y nada más.

Nadie esperaba una historia como ésta, tan lamentable. ¿Por qué
no llorar entonces? ¿Por qué no perderse en la espesura de la sala?

Se derramará sobre tu memoria,
como el alcohol que se vuelca entre los nervios y la madrugada;
la historia sobrevolará tu linda cabecita,
será un cuervo que sacudirá tus entrañas corrompidas,
que despeinará cariñosamente tu pelo.

Del otro lado (1967)

Francisco Urondo (Santa Fe, 1930-Mendoza, 1976), El cine y la poesía argentina, selección y ensayo de Héctor Freire, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2011

Ilustración: The Circle Theatre, 1936, Edward Hopper

viernes, julio 22, 2011

Michael O’Loughlin / Talith




Talith

Dormimos debajo del talith de tu abuelo
Fina lana de oveja con rayas blancas y negras
Un código de barras gigante para que escanee Dios
El vellón de una bestia fabulosa.

Carpa pequeña, templo portátil
Sobrevivió a los ladrones holandeses y a los propietarios de Dublín
Para ampararme en esta noche irlandesa incluso a mí
No circuncidado, y la mayoría de las veces, no lavado.

Tu padre lo clavó a la pared de su estudio
Una bandera sin escudo. Edredón de eternidad,
Tu abuelo no creyó que iba a necesitarlo
Cuando tomó el tren en Amsterdam.

“¿Qué?”, dijo burlándose de tu padre,
“¿Acaso van a matarnos a todos?”

Michael O’Loughlin (Dublín, 1958) In This Life, New Island, 2011
Traducción de Jorge Fondebrider

Nota: El talith es el chal que usan los judíos religiosos para rezar en el templo.


Talith

We sleep beneath your grandfather’s talith/ Fine lamb’s wool striped black and white/ A giant barcode to be scanned by god,/The pelt of a fabulous beast.// Little tent, portable temple/ It survived Dutch looters and Dublin landlords/ To shelter in this Irish night even me/ Uncircumsized, and all too often, unwashed.//Your father pinned it to his study wall/ A flag without a shield. Eternity’s quilt,/ Your grandfather didn’t think he’d need it/ When he took the train in Amsterdam.// ‘And what,’ he mocked your father,/ ‘Are they going to murder us all?’



Ilustración: Cantar de los cantares, 1923, ilustraciones de Ze'ev Raban

jueves, julio 21, 2011

Susana Cabuchi / Dos poemas



Mono

Deslucido y marchito
ejemplar
de una etapa
que no definió Darwin,
usa un traje heredado
por abuelos y nietos.
Dónde la selva,
los caudalosos ríos abismales,
los altos árboles
entregados al zumbido del mundo
para este remedo taciturno,
humillado
por el áspero trabajo
de la herrería
en la que forja
todas
las prisiones.


Vikingo

Fibras de lino,
lana de ovejas,
pieles de esquivos animales
lo cubrieron del miedo y de la nieve.
Leyó en certeras runas
la predicción de la espada o el hechizo,
la complejidad y la delicia del poema.
Talló en los elevados extremos de los barcos
-espirales de roble-
dragones y serpientes
para ahuyentar el mal.
Cruzó extensiones de pájaros marinos,
ocultos territorios y profusos hielos.
Por las noches, junto al fuego,
escuchó a narradores y viajeros
nombrar el fresno de Yggdrasil,
la bandera de Sigurd, que entendía el lenguaje de las aves,
los navíos que accedían al país de los muertos,
las armas forjadas en las entrañas de la tierra,
los magos que dominaban enigmas y tormentas.
Desafió las corrientes de la primavera
para regresar antes que el invierno congelara los ríos.
Pero artesano, mercader, granjero,
rey, guerrero o esclavo,
nuestro Vikingo
no ingresará a las sagas
que recuerden el combate con las grandes aguas,
la hermandad de los vientos.
Ha sido expulsado
de las violentas naves
y condenado a repetir su tragedia
-ropa de hilado azul,
calzado de cuero reseco,
casco de hierro-
cada año
alrededor de la plaza.

¿Atenderá
el misterioso Odín
-dios de la Poesía y de la Guerra-
esta obediencia,
y las derrotas,
y los saqueos del dolor?

Susana Cabuchi (Jesús María, 1948-2022), Detrás de las máscaras, Ediciones del Copista, Córdoba, Argentina, 2008

Ilustración: Attori di strada, c. 1600, Giacomo Franco

act. 2022

miércoles, julio 20, 2011

Charles Simic / Contra el invierno




Contra el invierno

Detrás de tus párpados la verdad es dura,
¿qué vas a hacer con ella?
Los pájaros están callados; no hay nadie a quien preguntar.
Durante todo el día mirarás de soslayo el cielo gris.
Cuando el viento sople temblarás como la hierba.

Pequeña y débil oveja, estabas cubierta de lana
hasta que ellos llegaron con sus grandes tijeras.
Las moscas se arremolinaron sobre tu boca abierta
pero luego también volaron, igual que las hojas,
hacia las cuales las ramas desnudas se extendían en vano.

Se acerca el invierno. Como el último soldado heroico
de un ejército derrotado, permanecerás en tu puesto,
la cabeza desnuda ante el primer copo de nieve.
De pronto, un vecino se acerca a ti,
Estás más loco que el tiempo, Charlie.

Charles Simic (Belgrado, 1938, radicado en los Estados Unidos), The Vintage Book of Contemporary American Poetry, J. D. McClatchy (comp.), Knopf, Nueva York, 1990
Versión de Jonio González

Against Winter

The truth is dark under your eyelids.
What are you going to do about it?
The birds are silent; there's no one to ask.
All day long you'll squint at the gray sky.
When the wind blows you'll shiver like straw.

A meek little lamb you grew your wool
Till they came after you with huge shears.
Flies hovered over open mouth,
Then they, too, flew off like the leaves,
The bare branches reached after them in vain.

Winter coming. Like the last heroic soldier
Of a defeated army, you'll stay at your post,
Head bared to the first snow flake.
Till a neighbor comes to yell at you,
You're crazier than the weather, Charlie.

Ilustración: Paisaje, 1890, Vincent Van Gogh

lunes, julio 18, 2011

Mario Luzi / Del "Viaje terrestre y celeste de Simone Martini", 2


¿Es su extrema vejez
o una incipiente
divina gratuidad lo invade
vena tras vena
hasta colmarlo?
Se lanzan como desde una torre
hacia lo lejos los deseos. Se recrean
gozosamente en lo abierto,
no es un don para ellos
el pleno cumplimiento. No quieren,
de hecho, no buscan
el término, el arribo,
el nido. Se difunden
vibrantes de su vigor
en todo el luminoso espacio
humano y extrahumano
libres de causa, acaso,
porque todo es causa e insondable el principio.

Mario Luzi (Florencia, 1914-2005), "Él, su arte", Viaje terrestre y celeste de Simone Martini, introducción, traducción y notas de María Julia De Ruschi Crespo, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 2002


Estrema sua vecchiezza
o un'incipiente
divina grauità lo invade
vena dopo vena
fino alla sua cima?
Si lanciano como de una torre
al largo i desideri. Svagano
gioiosamente nell'aperto
essi, non è grazia per loro
il pieno adempimento. Non lo vogliono
infatti, non lo cercano
il termine, l'approdo,
il nido. Si diffondono
vibranti del vigore loro
in tutto il luminoso spazio
umano ed extraumano
liberi da causa, forse,
perché tutto è causa e insondabile il principio.


Ilustración: La torre rossa, 1913, Giorgio de Chirico

domingo, julio 17, 2011

William Blake / De "Cantos de Experiencia"




El deshollinador

Una cosa pequeña y negra entre la nieve,
Gritando "¡deshollina!, ¡deshollina!", ¡con notas de infortunio!
"¿Dónde están tu padre y tu madre? ¿Lo dirás?"
"Ambos ha ido a la iglesia a rezar.

Como yo era feliz sobre el brezal,
Y sonreía entre la nieve del invierno,
Me vistieron con las vestiduras de la muerte
Y me enseñaron a cantar las notas del infortunio.

Y como soy feliz y bailo y canto,
Ellos piensan que no me han hecho daño.
Y se han ido a alabar a Dios y su Sacerdote y al Rey,
Que hagan un cielo de nuestra miseria."

William Blake (Londres,1757-1827), Matrimonio del Cielo y del Infierno. Cantos de Inocencia. Cantos de Experiencia, traducción de Soledad Capurro, Colección Visor de Poesía, Ediciones Continente, Buenos Aires, 2011


The Chimney Sweeper

A little black thing among the snow,
Crying "'weep! 'weep!'" in notes of woe!
"Where are thy father and mother? say?"
"They are both gone up to the church to pray.

"Because I was happy upon the heath,
"And smiled among the winter's snow,
"They clothed me in the clothes of death,
"And taught me to sing the notes of woe.

"And because I am happy and dance and sing,
"They think they have done me no injury,
"And are gone to praise God and his Priest and King,
"Who make up a heaven of our misery."


Ilustración: The Chimney Sweeper, 1794, William Blake © Yale Center for British Art, New Haven

Mario Luzi / Del "Viaje terrestre y celeste de Simone Martini"




Quédate donde estás, te lo ruego,
así como te veo.
No te retires de esa imagen tuya,
no huyas de esos firmes
rasgos que te di,
yo, sólo por obediencia.
No dejes desiertos mis jardines
de azul, de turquesa,
de oro, de las multicolores lacas
donde reinas
ofrecida a la pintura
y a la adoración,
no los dejes arrasados,
no hay primaveras si faltas,
faltando así el alma,
el fuego, el espíritu del mundo.
No permitas que mi obra
se cierre en sí misma,
se vuelva vaniloquio, culpa.

Mario Luzi (Florencia, 1914-2005), "Él, su arte", Viaje terrestre y celeste de Simone Martini, introducción, traducción y notas de María Julia De Ruschi Crespo, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 2002

Nota: Simone Martini (Siena, c.1284- Aviñón, c.1344) fue uno de los más destacados pintores del siglo XIV. Su "viaje terrestre y celeste" es el del regreso a su ciudad natal y a los fundamentos de su arte. En la breve introducción al libro, Luzi indica: "Quizás ofendo a la verdad histórica, quizás no" con la narración de este viaje de retorno. Que tal vez no existió sino en el plano celeste, pero imaginativa e imprescindiblemente, también en la tierra.

Rimani dove sei, ti prego,
così come ti vedo.
Non ritirarti da quella tua imagine,
non involarti ai fermi
lineamenti che ti ho dato
io, solo per obbedienza.
Non lasciare deserti i miei giardini
d'azzurro, di turchese,
d'oro, di variopinte lacche
dove ti sei insediata
e offerta alla pintura
e all'adorazione,
non farne una deleritta plaga,
primavera da cui manchi,
mancando così l'anima,
il fuoco, lo spirito del mondo.
Non fare che la mia opera,
ricada su se medesima,
diventi vaniloquio, colpa.

Ilustración: L'Annunciazione tra i santi Ansano e Margherita (detalle), 1333, Simone Martini

sábado, julio 16, 2011

Lorna Shaughnessy / Desamor


Desamor

¿En qué momento
su mano no llegó hasta el bolsillo del abrigo de él
aunque la niebla de noviembre se filtraba por su guante?

¿En qué momento
sus dedos olvidaron que había un lugar particular
para encajar esas hebras de cabello, justo detrás de la oreja de él?

¿En qué preciso momento en el camino
ella cesó de apoyar su palma sobre el muslo de él,
o sobre su nuca, como quien dice
el viaje es largo. Estás cansado. Estoy aquí?

Lorna Shaughnessy (Belfast), Witness Trees, Salmon Poetry, Irlanda, 2011
Versión de Jorge Fondebrider

Desamor
At what point/ did her hand not creep into his coat pocket/ even though November fog seeped through her glove// At what point/ did her fingers forget there was a particular spot/ to tack that strand of hair, just behind his ear?// At what precise point on the road/ did she stop resting her palm on his thigh,/ or on the nape of his neck, as if to say/ the journey’s long. You’re tired. I’m here?

Foto: Lorna Shaughnessy Salmon Poetry

viernes, julio 15, 2011

Sam Hamill / El don de lenguas



El don de lenguas

Todo aquello que hurto, lo doy.
Una vez, rodeado de pinos tan altos como éstos,
la misma luna creciente deslizándose, suave, a través de la altura,
yo estaba sentado, acurrucado sobre mis rodillas,
en compañía de un amigo, fumando, bebiendo té,
intercambiando historias de coyotes y mentiras.

Él me dijo algo acerca de las palabras,
que cada una de ellas es un nombre,
y que cada nombre es el de Dios.
Yo que no tengo ningún dios
permanecí sentado en la vastedad del vacío,
tan callado como podía en el silencio.
Un sendero que puede ser nombrado no es el sendero.
Cada una de las palabras
refleja el Espíritu que no puede ser nombrado.
Cada palabra un don, su valor en exacta proporción
al espíritu en que ésta es entregada.

Así habladas, estas palabras que entregó en este instante
por medio del chino antiguo de Lao Tzu,
fueron robadas veinticinco siglos más tarde
por éste un humilde ladrón.
La Palabra es sólo evidencia de lo real:
en la lengua hopi no hay ballenas;
en el inglés norteamericano no existe el Cuarto Mundo.

Sam Hamill (Estados Unidos, 1943), Un canto pisano, selección y versiones de Esteban Moore, Postales Japonesas Editora, Córdoba, Argentina, 2011 (edición no bilingüe).



The Gift of Tongues

Everything I steal, I give away.
Once, in pines almost as tall as these,
same crescent moon sliding gently by,
I sat curled on my knees, smoking with a friend,
sipping tea, swapping Coyote tales and lies.

He said something to me
about words, that each is a name,
and that every name is God's. I who have
no god sat in the vast emptiness silent
as I could be. A way that can be named

is not the way. Each word reflects
the Spirit which can't be named. Each word
a gift, its value in exact proportion
to the spirit in which it is given.
Thus spoken, these words I give

by way of Lao Tzu's old Chinese, stolen
by a humble thief twenty-five centuries later.
The Word is only evidence of the real:
in the Hopi tongue, there is no whale;
and, in American English, no Fourth World.
-- Poemas en inglés

Foto: Sam Hamill s/d

jueves, julio 14, 2011

María Moreno / De "El honor de las damas", 2




Por un sutil desplazamiento

Esta bata que fue comprada en China
es la misma que colgué hace diez años en la puerta.
Qué raro, cuando rompí el ruedo con el taco
y tuve que coserla
vi que sólo en el dobladillo
conservaba vivos los colores.
Sin embargo yo la recuerdo con una rara intensidad,
no como muertes o besos
o la pelusa rubia en la cabeza de mi hijo,
sino como la luz entrando en la corteza de un árbol
o un tesoro sucio sacado de las aguas.

Camino descalza por las cerámicas
y a través de las motas de colores
del aceite del castor en conserva
que hay en el borde de la ventana
contemplo a mi padre tusar la yegua
y sin bata me paro bajo la roseta de la ducha
(quiero agujas hirvientes para aturdir antiguos dolores,
un olor que me dure más allá de que me vaya).

Mi madre entra con la toalla en la mano
y como un colibrí queda congelada en el aire,
pero luego se repone y me clava los ojos,
vigila su capital, calcula las bajas
–Qué has hecho de mi cuerpo, que has hecho de mi cuerpo.
Su mirada es rapaz como la del ave fría
sobre la felpa azul de la toalla.

Recorre las vértebras fuertemente encastradas,
tres alforzas de piel en los huesos de la pelvis
como el papel en los muros de un cuarto cerrado.
Este es el regalo que Venus ha preferido
para la dura chica de Kentucky
que oculta ante su amante contrayendo los músculos
y estirándose bien alto sobre las sábanas.

Mi madre es valiente y sube los ojos
para ver la rota simetría del pecho
y por un sutil desplazamiento
no me descubre herida o mutilada
sino como si de ese lado y para siempre
algo atroz hubiera interrumpido
el trabajo gradual de la naturaleza
cuando después de los doce alisa la mama
y la dobla hasta formar un capullo
que el tiempo bajará con peso de plomada.

Escucho suave chasquear el pestillo
antes de que mi brazo alcance la bata.

Ahora mi madre y yo tomamos un martini en el jardín
distendidas y calmas, bien entre nosotras
como cuando después del funeral
la tierra negra y húmeda, recién removida,
vuelve a estar a la altura de la seca y parda
y antes de que suene la última oración
y la cruz se mantenga erguida con los brazos abiertos,
nos acurrucamos en el coche y dormimos:
aún entre lágrimas se siente el aroma de las lilas
y hay alivio al quitarse los zapatos.

Llevo en el cabello el anzuelo de una cinta,
la bata bien cerrada sobre el vientre
adonde el gato de ayer ha vuelto a sentarse.
Entonces la voz en los ojos de mi madre
se debilita hasta desvanecerse
en el aire espeso de este marzo
que no ha aprendido a ver ni a oír.

Ahora soy una especie de amazona,
con la piel mucho más cerca del corazón,
el arco abandonado sobre las rodillas.

Los rituales no fueron los previstos.


María Moreno (Buenos Aires, 1947), "El honor de las damas", El affair Skeffington, Editorial Bajo la Luna, Rosario, 1992

Ilustración: Tres mujeres, 1921, Fernand Léger