jueves, diciembre 31, 2009

Frederick Seidel / E-mail de un búho





El sistema de riego quiere que se sepa que irriga
El jardín,
No que lo riega.
¡Insiste mucho en eso!
El riego es algo hecho a mano.
El servicio automático naturalmente
Puede hacer un mejor trabajo que una mano con una regadera de lata.
Concebido en Israel para regar sus plantaciones de naranjos,
Da vida por doquier en los desiertos de la vida a los que llega.
Gotea sobre los elegidos, una parcela por vez.
Gotéanos hoy el pan nuestro de cada día, o, más bien, esta noche,
Ya que una gota en una hoja, en dirección de la luz del sol, puede convertirse
En un vidrio de aumento que queme a un inocente en una estaca.
El sistema de aspersores sisea sus besos según un temporizador,
Bajo un exoftálmico cielo de estrellas.
Esta noche mi voz te mirará fijamente para siempre.
Cliqueo en Enviar,
Y te envío esta hora mágica perfumada.

Frederick Seidel (1936, St. Louis, Missouri), "Ooga-Booga", 2006, Poems 1959-2009, Farrar, Straus and Giroux, Nueva York, 2009
Versión de J. Aulicino 

E-mail from an owl
The irrigation system wants is to be known it
irrigates / The garden, / It doesn' t water it. / It is a stickler about this! / Watering is something done by hand. / Automated catering naturally / Does a better job than a hand with a watering can can. / Devised in Israel to irrigate their orange groves, / It gives life everywhere in the desert of life it goes. / It drips water to the chosen, one zone at a time. / Drip us this day our daily bread, or, rather, this night, / Since a drop on a leaf in direct sunlight can make / A magnifying glass that burns an innocent at the stake. / The sprinkler system hisses kisses on a timer/ Under an exophthalmic sky of stars. / Tonight my voice will stare at you forever. / I click Send, / And send you this perfumed magic hour.

Foto: Siedel, Harper's Magazine / Mark Mahaney

martes, diciembre 29, 2009

W.H. Auden / Materia


No, Platón, no

No se me ocurre nada
que menos me gustaría ser
que un Espíritu descarnado,
incapaz de masticar o sorber
o hacer contacto con las superficies,
aspirar las fragancias del verano,
comprender el lenguaje y la música
o contemplar lo que vendrá después.
No, Dios me ha ubicado exactamente
donde yo hubiera escogido estar:
el mundo sublunar es divertido,
un lugar en que las Personas son hombres y mujeres
y les dan Nombres Propios a las cosas.

No obstante, puedo concebir
que los órganos que me dio la Naturaleza,
por ejemplo, mis glándulas endocrinas,
que trabajan como esclavas las veinticuatro horas del día,
sin ningún gesto de resentimiento
para gratificarme a Mí, su Amo,
y mantenerme en buena forma,
(no porque se los ordene,
pues no sabría qué gritarles),
sueñen con otra existencia
que la que han conocido hasta el momento:
sí, bien podría ser que mi Carne
esté rezando para que El muera,
y la libere entonces a Ella, convertida
en Materia irresponsable.

W.H. Auden (York, 1907-Viena, 1973), Rolando Costa Picazo, Los Estados Unidos y después, Poesía selecta, Cuarta parte (1972-1973), Ediciones Activo Puente, Buenos Aires, 2009


No, Plato, No
I can’t imagine anything / that I would less like to be / than a disincarnate Spirit, / unable to chew or sip / or make contact with surfaces / or breathe the scents of summer / or comprehend speech and music / or gaze at what lies beyond. / No, God has placed me exactly / where I’d have chosen to be: / the sub-lunar world is such fun, / where Man is male or female / and gives Proper Names to all things. // I can, however, conceive / that the organs Nature gave Me, / my ductless glands, for instance, / slaving twenty-four hours a day / with no show of resentment / to gratify Me, their Master, / and keep Me in decent shape / (not that I give them their orders, / I wouldn’t know what to yell), / dream of another existence / than that they have known so far: / yes, it well could be that my Flesh / is praying for ‘Him’ to die, / so setting Her free to become / irresponsible Matter.


---
Ilustración: Estudio de anatomía humana, Leonardo Da Vinci, s. XVI

Alvarez Tuñón / Los días


La ficción de los días

Padeces la ebriedad del viento, su secreto espejismo.
Lo que quieres besar ya se ha fugado.
Descarta la ficción de los días.
Las tardes y las lluvias tienen un mismo oficio:
Caen sobre los seres en verano
y disuelven las fiestas y las danzas.
No puedes abrazarlas y crees que se han ido con todos los perfumes.
Tal vez el tiempo sea ese viaje de un color hacia su muerte,
que sólo tú percibes y el universo ignora.
La niñez una forma de sentir los aromas.
La vejez, una hoguera de días y de ramas.
Aprende de aquellos relojes de arena,
que se sienten eternos cuando cae lo efímero:
Con sólo un movimiento la arena ha de volver
y, al igual que la fruta, verás desde arriba lo vivido.
Nada separa al muro de su escombro,
sino esa red azul que tú mismo has creado.
Nada separa al barco de su bello naufragio:
Es ilusorio el viaje
y en la palabra pétalo ya estaba lo marchito.
El recuerdo es un sueño de lo deshabitado.
Descarta la ficción de los días.
Como el antiguo pueblo imaginaste un éxodo
y perdiste un rostro para poder amarlo.

Eduardo Alvarez Tuñón (Buenos Aires, 1957)

lunes, diciembre 28, 2009

Eugenio Montale / El genio


El genio

El genio desdichadamente no habla
por su propia boca.

El genio deja algunos rastros de patas
como la liebre en la nieve.

La naturaleza del genio es que si deja
de andar todos los engranajes son atacados
de parálisis.

Entonces el mundo se detiene a la espera
de que alguna liebre corra sobre improbables
nevadas.

Detenido y veloz en su ronda
no puede leer huellas
pulverizadas desde hace tiempo,
indescifrables.

Eugenio Montale (Génova, 1896-Milán, 1981), versión de Alberto Girri en "Arbol de la estirpe humana", 1978, Obra poética III, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1980


Il genio
Il genio purtroppo non parla / per bocca sua. // Il genio lascia qualche traccia di zampetta / come la lepre sulla neve. // La natura del genio è che se smette / de camminare ogni congegno è colto / da paralisi. // Allora il mondo è fermo nell' attesa / che qualche lepre corra su improbabili / nevate. // Fermo e veloce nel suo girotondo/ non può leggere impronte / sfarinate da tempo, / indecifrabili.

de Satura, 1971

---
Ilustración: Mesa en el mar, 1985, Miquel Barceló

Daniel Fragoso / Una carta




Carta de Lou Forlayo a Hans Magnus Enzesberguer

Lou Forlayo le ha escrito a Hans Magnus Enzesberguer
diciendo que en la Universidad de Ítaca
un alumno suyo construyó un autómata que en lugar de literatura
paría logaritmos. Y el aparato tocaba el timbre
cada vez que encontraba una raíz imaginaria.
En mil ochocientos treinta y cuatro, el año de Hessischer Landbote,
Charles Babbage, neurópata rematado, Fellow de la Royal Society,
fundador del análisis operacional, ideó la ficha perforada.
Dividió en siete operaciones la fabricación de un alfiler:
tirar, enderezar, afilar, tornear, rematar, estañar y envasar,
y calculó el gasto salarial en una millonésima exacta de penique.
Lour Forlayo también le ha dicho que leer es de feos
que ya no está cool ir de modernito, con gafas de pasta,
que su alumno le ha enseñado que los pantalones pitillo
tienen fecha de caducidad
y que incluso ahora, mientras le escribe esta carta,
tal vez le envíe un email donde le explique los elixires de la ciencia
en los últimos días de su vida
cuando restituya el alfabeto de los ángeles.

Daniel Fragoso Torres (Pachuca, México, 1980), en Las afinidades electivas, Barcelona

domingo, diciembre 27, 2009

Alberto Girri / De "Quien habla no está muerto", 1


Peripecia dramática

En el crujir de la silla,
que es lo que es: madera,
como es lo que es
el que se vale de ella: asiento,
trono habitual que al quejarse
se anima como protesta,
frustración de decaer,
pesaroso de no haber sido nunca
ni silla de los juicios
ni asiento de las primeras
filas de un templo,
ni respaldo de los echados por Cristo
con los vendedores de palomas, los cambistas
que venden y compran en los templos

Afirmándonos en el canto,
su crujir, follaje crujidor, se aplaca,
pero al mismo tiempo
con cuánta más nitidez
trasmite sus expectativas, patas
próximas a estallar,
y nos condiciona
para el desmoronamiento, rodar, alzarnos
del piso, inclinarnos en seguida
a recoger pedazos instantáneamente
degradados en húmedas manchas, pelusas,
exánime polvo gris,
un incidental,
doméstico paralelo con los hollejos
y semillas que al resbalarse de las manos
corren por suciedades, rincones, arcanas
y tenebrosas rajaduras.

Alberto Girri (Buenos Aires, 1919-1991), "Quien habla no está muerto", 1975, Obra poética III, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1980

Ilustración: La silla de Gauguin, 1888, Vincent Van Gogh

Herman Melville / Victoria naval



Conmemoración de una victoria naval

[Fragmento]


Pero raramente la corona de laurel se concibe
pura de pensativas, tristes violetas;
hay una luz y una sombra en cada hombre
que al final alcanza su punto más alto
cuidando en la noche la eterna chispa.
Jamás puede ser soberbio;
él siente los espíritus que gozosos exaltaron su mérito,
dormir en el olvido... Blanco, el tiburón
se desliza a través de un mar de fósforo.


Herman Melville (Nueva York, 1819-1891), versión de Alberto Girri en "Quien habla no está muerto", 1975, Obra poética III, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1980

Commemorative Of A Naval Victory
(...)
But seldom the laurel wreath is seen / Unmixed with pensive pansies dark; / There's a light and a shadow on every man / Who at last attains his lifted mark-- / Nursing through night the ethereal spark. / Elate he never can be; / He feels that spirit which glad had hailed his worth, / Sleep in oblivion.--The shark / Glides white through the phosphorus sea.


Ilustración: Victoria naval de los venecianos en Jaffa, 1590, Sante Peranda


De Melville en este blog
Viejo consejo / Fragmentos de un poema gnóstico

sábado, diciembre 26, 2009

Chico Buarque / Construcción


Construcción

Amó aquella vez como si fuese la última
Besó a su mujer como si fuese la última
Y cada hijo suyo como si fuese único
Y atravesó la calle con su paso tímido
Subió a la construcción como si fuese máquina
Levantó en la altura cuatro paredes sólidas
Ladrillo con ladrillo en un diseño mágico
Sus ojos embotados de cemento y lágrima
Se sentó a descansar como si fuese sábado
Comió feijao y arroz como si fuese un príncipe
Bebió y sollozó como si fuese un náufrago
Bailó y carcajeó como si oyese música
Y tropezó en el cielo como si fuese un ebrio
Y flotó en el aire como si fuese un pájaro
Y acabó en el suelo como un paquete flácido
Agonizó en el medio del paseo público
Murió a contramano entorpeciendo el tránsito

Amó aquella vez como si fuese lo último
Besó a su mujer como si fuese única
Y a cada hijo suyo como si fuese pródigo
Y atravesó la calle con su paso ebrio
Subió a la construcción como si fuese sólido
Levantó en lo alto cuatro paredes mágicas
Ladrillo con ladrillo en un diseño lógico
Sus ojos embotados de cemento y tráfico
Se sentó a descansar como si fuese príncipe
Comió feijao y arroz como si fuese máximo
Bebió y sollozó como si fuese máquina
Bailó y carcajeó como si fuese el próximo
Y tropezó en el cielo como si oyese música
Y flotó en el aire como si fuese sábado
Y acabó en el suelo como un paquete tímido
Agonizó en el medio del paseo náufrago
Murió a contramano entorpeciendo al público

Amó aquella vez como si fuese máquina
Besó a su mujer como si fuese lógico
Levantó en lo alto cuatro paredes flácidas
Se sentó a descansar como si fuese un pájaro
Y flotó en el aire como su fuese un príncipe
Y acabó en el suelo como un paquete ebrio
Murió a contramano entorpeciendo el sábado

Por el pan para comer, por el suelo para dormir
Un certificado al nacer y una concesión para sonreír
Por dejarme respirar, por dejarme existir,
Dios se lo pague
Por la cachaza de grasa que la gente tiene que engullir
Por el humo y la desgracia que la gente tiene que toser
Por los andamios colgantes que la gente tiene para caer,
Dios se lo pague
Por la mujer plañidera para alabarnos y escupir
Y por las moscas gusaneras que nos van a besar y a cubrir
Y por la paz duradera que al fin nos va a redimir
Dios se lo pague

Chico Buarque de Hollanda (Río de Janeiro, 1944), disco Construção, Media Philips, 1971
Versión J. Aulicino


Construção
Amou daquela vez como se fosse a última / Beijou sua mulher como se fosse a última / E cada filho seu como se fosse o único / E atravessou a rua com seu passo tímido / Subiu a construção como se fosse máquina / Ergueu no patamar quatro paredes sólidas / Tijolo com tijolo num desenho mágico / Seus olhos embotados de cimento e lágrima / Sentou pra descansar como se fosse sábado / Comeu feijão com arroz como se fosse um príncipe / Bebeu e soluçou como se fosse um náufrago / Dançou e gargalhou como se ouvisse música / E tropeçou no céu como se fosse um bêbado / E flutuou no ar como se fosse um pássaro / E se acabou no chão feito um pacote flácido / Agonizou no meio do passeio público / Morreu na contramão atrapalhando o tráfego // Amou daquela vez como se fosse o último / Beijou sua mulher como se fosse a única / E cada filho como se fosse o pródigo / E atravessou a rua com seu passo bêbado / Subiu a construção como se fosse sólido / Ergueu no patamar quatro paredes mágicas / Tijolo com tijolo num desenho lógico / Seus olhos embotados de cimento e tráfego / Sentou pra descansar como se fosse um príncipe / Comeu feijão com arroz como se fosse o máximo / Bebeu e soluçou como se fosse máquina / Dançou e gargalhou como se fosse o próximo / E tropeçou no céu como se ouvisse música / E flutuou no ar como se fosse sábado / E se acabou no chão feito um pacote tímido / Agonizou no meio do passeio náufrago / Morreu na contramão atrapalhando o público // Amou daquela vez como se fosse máquina / Beijou sua mulher como se fosse lógico / Ergueu no patamar quatro paredes flácidas / Sentou pra descansar como se fosse um pássaro / E flutuou no ar como se fosse um príncipe / E se acabou no chão feito um pacote bêbado / Morreu na contra-mão atrapalhando o sábado // Por esse pão pra comer, por esse chão prá dormir / A certidão pra nascer e a concessão pra sorrir / Por me deixar respirar, por me deixar existir, / Deus lhe pague / Pela cachaça de graça que a gente tem que engolir / Pela fumaça e a desgraça, que a gente tem que tossir / Pelos andaimes pingentes que a gente tem que cair, / Deus lhe pague // Pela mulher carpideira pra nos louvar e cuspir / E pelas moscas bicheiras a nos beijar e cobrir / E pela paz derradeira que enfim vai nos redimir, / Deus lhe pague


Foto: Buarque EFE/Clarín, Buenos Aires

viernes, diciembre 25, 2009

Alberto Girri / De "Arbol de la estirpe humana", 1


¿Espiritualmente qué?

Calamidad y dicha,
latente
la una en la otra como estados
de calamidad y de dicha
y latente también
tu resistencia:
¿por qué puros estados,
por qué no en centros
localizables, zonas de uno mismo
donde gozarse, quedarse,
o donde dar rodeos, no entrar?

Débil objeción, tanto
más que no reconocemos lo palpable,
felicidad y desgracia dando señas
en tu cuerpo, que a su manera es ellas
y las consume:
¿no respiras
por la boca, ahogándote,
durante la desdicha,
y en el contentamiento
no se complace tu nariz en respirar,
llevar el aire hasta tu vientre,
y no es
con pies fríos, cabeza caliente,
como anuncias tu pena,
y con pies calientes, cabeza fresca,
la posesión de un bien?

Estos son los términos,
de lo contrario
caer en el ilusorio coraje
de desdeñarlos, negarles
mínima y verdadera certidumbre,
calamidad y dicha
bajo el desplante, desabrimiento
de que sólo son formas de paso
por nuestra vida entendida como apenas
una construcción alzada en el vacío;

esos son, piénsalo,
si no, ¿espiritualmente qué?

Alberto Girri (Buenos Aires, 1919-1991), "Arbol de la estirpe humana", 1978, Obra poética III, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1980

Ilustración: La realidad en su totalidad, 1968, Antoni Tàpies

jueves, diciembre 24, 2009

T. S. Eliot / El cultivo del árbol de Navidad



Existen diversas actitudes en relación con la Navidad,
y de alguna de ellas podemos hacer caso omiso:
la social, la torpe, la manifiestamente comercial,
la bulliciosa (los bares están abiertos hasta la medianoche),
y la infantil, que no es la del niño
para el cual cada vela es una estrella, y el ángel dorado
desplegando sus alas en la copa del árbol
no es solamente un adorno, sino un ángel.
El niño se maravilla ante el árbol de Navidad:
dejadlo que continúe con ese espíritu de maravilla
ante la Fiesta, como un evento aceptado, no como un pretexto;
de modo que el luminoso enajenamiento, el asombro
del primer árbol de Navidad recordado,
de modo que las sorpresas, las alegrías de las nuevas posesiones
(cada una con su inconfundible y excitante perfume)
y la espera del ganso o del pavo,
y el expectante momento de su aparición,
de modo que la reverencia y el gozo
no sean olvidados en las experiencias posteriores,
en la fastidiosa rutina, la fatiga, el tedio,
el conocimiento de la muerte, la conciencia del fracaso,
o en la piedad del converso
que pudiera teñirle de vanagloria
desagradable a Dios e irrespetuosa hacia los niños
(y aquí el recuerdo también con gratitud
a Santa Lucía, su villancico, su corona de fuego):
de modo que antes del fin, en la octogésima Navidad
(significando por "octogésima" la última, cualquiera sea),
los acumulados recuerdos de la emoción anual
puedan concentrarse en una gran alegría
semejante siempre a un gran temor, como la ocasión
en que el temor llega a cada alma:
pues el principio nos ha de recordar el fin
y la primera venida la segunda venida.

[1954]

T. S. Eliot (St. Louis,1888-Londres, 1965), versión de Alberto Girri en "Valores diarios", 1970, Obra Poética II, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1978



The Cultivation of Christmas Trees 

There are several attitudes towards Christmas,
Some of which we may disregard:
The social, the torpid, the patently commercial,
The rowdy (the pubs being open till midnight),
And the childish - which is not that of the child
For whom the candle is a star, and the gilded angel
Spreading its wings at the summit of the tree
Is not only a decoration, but an angel.

The child wonders at the Christmas Tree:
Let him continue in the spirit of wonder 
At the Feast as an event not accepted as a pretext;
So that the glittering rapture, the amazement
Of the first-remembered Christmas Tree,
So that the surprises, delight in new possessions
(Each one with its peculiar and exciting smell), 
The expectation of the goose or turkey
And the expected awe on its appearance,

So that the reverence and the gaiety
May not be forgotten in later experience,
In the bored habituation, the fatigue, the tedium, 
The awareness of death, the consciousness of failure,
Or in the piety of the convert
Which may be tainted with a self-conceit
Displeasing to God and disrespectful to children
(And here I remember also with gratitude 
St. Lucy, her carol, and her crown of fire):

So that before the end, the eightieth Christmas
(By "eightieth" meaning whichever is last)
The accumulated memories of annual emotion
May be concentrated into a great joy 
Which shall be also a great fear, as on the occasion
When fear came upon every soul:
Because the beginning shall remind us of the end
And the first coming of the second coming.

The Cultivation of Christmas Trees, Farrar, Straus and Cudahy, Nueva York, 1956


Ilustración: Angelus Novus, 1920, Paul Klee

De Eliot en este blog:
Mr. Mistófeles
Retrato de una dama

Horacio Castillo / Al maestro


Visita al maestro

Llueve sobre colinas y jardines.
Allá, junto a la ventana, está el fuego.
Hablar o callar ¿qué es lo mejor?
Preguntar o responder ¿qué es lo peor?
Llueve sobre colinas y jardines,
el agua salmodia en la penumbra.
¿También el callar es un hablar?
¿También el hablar es un callar?
Llueve sobre colinas y jardines.
Un caballo negro viene como volando.
¿La respuesta es entonces la pregunta?
¿La pregunta es entonces la respuesta?
Llueve sobre colinas y jardines.
El silencio del cuarto es el silencio del mundo.

Horacio Castillo (Ensenada, Buenos Aires, 1934-La Plata, 2010), de "Alaska", 1993, Mitografías. Cuadernos orquestados, 11. Colección de Poesía Dirigida por Abel Robino. Ernesto Girard Editor, La Plata, 2009

Ilustración: Ornitóptero, 1962, Fernando Zobel

De Castillo en este blog:
Hice un hoyo/ San Agustín, I,3/ Encrucijada

Leopoldo Castilla / de "Libro de Egipto"



La pirámide

a Antonio Requeni


Entré a la trampa de rodillas,
iluminado por mi carne
como una víbora.
Traje luz de afuera,
el desorden de los animales,
el mareo de la hierba,
una voluta intrusa
atragantada
entre los planos fríos
y el silbido del canto de las piedras.

Aquí, en el centro de la pirámide,
sin gravedad, sin alma,
donde el universo se detiene
y cava la fosa de su propia guerra,
en un ángulo homicida,
hendido
por el venablo de una línea recta,
aguardo que descienda el faraón,
suntuoso de olvido,
desde otro sol
por la escalera inversa.

Ya no me oculta mi nombre ni mi calavera.

La pirámide se cierra
insurrecta en la luz.

El espejismo era toda la tierra.


Leopoldo Castilla (Salta, 1947), Libro de Egipto, Ediciones Ultimo Reino, Buenos Aires, 2003

De Castilla en este blog:
LV, de Manada

Foto: Caravana cerca de las pirámides de Giza, 2006, Jorge Aulicino

martes, diciembre 22, 2009

Ezequiel Martínez Estrada / Dos poemas



Quevedo

Aun en el mármol blanco se te ve, Don Francisco,
cual en tus epigramas y en tus estudios sabios:
tu amplia frente es severa, pero juega en tus labios
el pequeño demonio de brasa del mordisco.

Español, español de espada firme y justa
y de juicios que tienen el vigor de la mano,
tu sonrisa en flor fluye como un beso villano
que atempera el agravio de la mirada adusta.

(Sin embargo, esa facha de D' Artagnan bizarro
velaba un alma grave, deslumbrante y sencilla.
En su carne se dio la absurda maravilla
de las estrellas y las lámparas de barro.)


Job, Dios y Satanás

Entre este mísero judío
triste y ansioso de la muerte
y un Dios feroz que se divierte
en la eternidad y en el hastío,
Satanás, el Angel Sombrío,
se hace divinamente fuerte.

Ezequiel Martínez Estrada (San José de la Esquina, Santa Fe, 1895-Bahía Blanca, 1964) "Nefelibal", 1922, Poesía, editorial Argos, Buenos Aires, 1947

Foto: Martínez Estrada La Nación, Buenos Aires

lunes, diciembre 21, 2009

Enrique Lihn / De "Una nota estridente", 3


Epoca del dato

Nadie le niega a la poesía el derecho de creerse la muerte o la naturaleza
/o el amor
única depositaria de los temas eternos.
Lo que yo me atrevo a pensar es que no queremos ser engañados
por esas informaciones alevosamente incompletas
pues si los ángeles existieran
otras serían sus reglas del juego
y no dejarían huellas de amor en la escritura
que es siempre señal de insatisfacción
y el módico resultado de una búsqueda
que en el mejor de los casos empieza con ella,
pero la muerte también es un dato
en la Epoca del Dato algo tan concreto
como inaccesible para quien la sondea
una hipótesis de trabajo y la información hace falta.

Por otra parte somos la naturalza
poetizarla es incurrir en un error de perspectiva
algo así como ver doble bajo los efectos del alcohol.
Finalmente no somos poetas religiosos
ni amamos la palabra por sus significados ocultos
frente a los cuales la palabra
resulta por definición impotente.
En lugar de unir, separamos.
La separación y la información se confunden
y el dato es todo lo contrario de Dios.


Enrique Lihn (Santiago de Chile, 1919-1988), Una nota estridente (1968-1972), Ediciones Universidad Diego Portales, Santiago de Chile, 2005


Ilustración: Physys (Gravitación). Papel con tinta y cortes, 1997, Eduardo Chillidas Revista de la Universidad de México

domingo, diciembre 20, 2009

Rafael Oteriño / Arquitectura



La arquitectura

A pocos pasos del silencio,
pero mucho más cerca de la humildad,
este hábil merodeador de tiendas se acerca a su obra:
ciudades en llamas, bosques inanimados,
árboles que sólo un ojo atento podría reconocer.

La historia era el lugar, los objetos tenían un fin,
su perfil en la casa era la acuarela
donde nos podíamos ver.
Eros hubiera sido la palabra:
una voluptuosidad para caer, un espíritu religioso
para abrazar el mundo en la caída.

Sólo la Arquitectura: las olas, las olas muy altas,
y esta cabeza sobrevolada por grandes pájaros.

Rafael Felipe Oteriño (La PLata, 1945), de "El orden de las olas", En la mesa desnuda. Poemas escogidos, Ediciones al Margen, La Plata, 2008


Ilustración: Vassily Kandisnky, acuarela sin título, 1910

De Oteriño en este blog
Yo corría
Ahab

sábado, diciembre 19, 2009

Enrique Lihn / De "Una nota estridente", 2



A los poetas norteamericanos de mi generación

A diferencia de ellos la rima trabajosa
no me ha dado qué hacer, ni tampoco el suicidio
ni la locura que frecuenta sus versos
más de lo estrictamente necesario
rigurosa como el whisky y la retórica:
el trago amargo de la poesía anglosajona.
Cuido de una cabeza angular sobre hombros frágiles y el pudor
/de lo que ellos llaman corazón
no figura en la lista de sus enfermedades, tampoco
el miedo a la oscuridad o a la elocuencia
Son poetas de mi tiempo, allá;
tenemos en común nuestra mutua ignorancia
pero algo más sin duda: nuestro oficio es el mismo
en el vacío hablamos de casi nada, a nadie


Esta belleza con que el cielo y el mar hacen horrores

Esta belleza con que el cielo y el mar hacen horrores
a la caída del sol envuelto en su espectáculo,
en realidad irreprochable.
Esto que es como el fin de todos los siglos: la belleza
-y yo me aflojo en su honor el nudo de la corbata-
viene a poner en el corazón música de ésa, sublime.
No, un silencio rayano en el gran poema
un disco rayado
que por iguales partes es dolor y es somnífero.

Enrique Lihn (Santiago de Chile, 1919-1988), Una nota estridente (1968-1972), Ediciones Universidad Diego Portales, Santiago de Chile, 2005

Ilustración: Skin with O’Hara Poem, 1963/1965, Jaspers Johns

viernes, diciembre 18, 2009

Kenneth Rexroth / Lucrecio



Lucrecio, III, 1053-1076

Baudelaire sabía cómo era aquello,
Las teclas ardientes de la máquina de escribir,
Los pinceles del tamaño de una yarda,
La pintura mezclada con goma de mascar.
Yo escribo cartas pero no las envío
Y no dejo de soñar con el fin de la pobreza;
Realizo un increíble montón
De malos bocetos; releo las grandes
Obras maestras; repaso mi
Griego y mi chino, y descubro
Que he perdido el vocabulario;
Me tomo el pulso, emprendo caminatas
Y regreso a mi hogar; mi mente está aguda
Y clara, como la de los deipnosofistas.
Jean Jaques. Amiel, Bashkirtsev,
Es posible producir
Una ontología muy influyente
Con semejantes materiales, de garantizada
Procedencia ecuménica.
Porsh y Garden actualizados,
Kiekegaard y Sacher Masoch,
“Uno siente como un hombre
de cara a su ejecución”. Niebuhr
descubrió que cada uno,
al igual que Wanda,
es su propia guillotina.
El protestantismo liberal
Marcha al fin a su remoto hogar,
A sólo unas cuantas horas
Del sistema capitalista.
Die Ausrottung der Besten.
Piensa en todos esos promotores
De los surrealistas que sienten así
Todo el tiempo. De hecho,
Prácticamente cada mujer,
Con una renta, lo hace en nuestro medio-
“Bajo la gélida luna de otoño
muere la cigarra en su caparazón.”
Aún en la cárcel Mirabeau
Encontró trabajo para manos ociosas.
La regla de San Benedicto
Es muy explícita acerca
De la mortífera enfermedad
De mediodía.

Una de las ventajas
De ser instruido es que
No hay aprieto en el que no puedas meterte
Y para el cual no encuentres compañía
Incluso, si tus consejeros
No se consideran muy útiles.

Kenneth Rexroth (South Bend, Indiana, 1905-Montecito, California, 1982), La señal de todas las cosas. Antología poética. Selección, traducción, notas y comentarios de Marcelo Pellegrini y Armando Roa Vial. Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 2004


Ilustración: Representación de aire, tierra y agua, en referencia a De rerum natura, de Lucrecio, en el Ara Pacis Agustae (altar de la paz de Augusto), siglo I, Roma

jueves, diciembre 17, 2009

Mercedes Roffé / De "Las linternas flotantes"


XX

Caída no hubo.
Lo alto está aquí. Es aquí.
Adentro.

Caída no hubo.
Distracciones hay. Vientos. Fugas.
Maquinarias. Grandes, grandes.
Juego de sombra, preocupación y olvido. De sí.
Siempre los hubo...

Cada época. Cada
civilización
retratada en su propio engranaje
de humillaciones y olvido. De sí.
Robar el fuego no es robar ni es fuego.
Recordar es remontarse, preservar para sí el acceso
al resplandor custodiado por
-no sus guardianes, sino sus enemigos.
Vertedero de sombra y sangre.
Cuanto mayor probreza, más olvido.
Cuanta más prepotencia, menos luz.

En sí y fuera de sí
-todo es uno-
solo morada de pura geometría
y luz rigiendo
mansa, inexorable, generosa-
mente bañando
todo de sí.

Luz estético-ética.
Olvidada de sí -entregada.
Fórmula-Madre.

Y aún hay Algo. Algo fuera
que no se piensa,

Otro tono. Otra
modulación de la luz.

Allá en origen.

Mercedes Roffé (Buenos Aires, 1954), Las linternas flotantes, ediciones Bajo la Luna, Buenos Aires, 2009

Foto: Roffé las afinidades electivas-las elecciones afectivas

miércoles, diciembre 16, 2009

Kenneth Rexroth / Qué es un poema



Ellos dicen que esto no es un poema

El orden en el universo
Es sólo el reflejo
De la voluntad y la razón humanas.
Todo ser es contingente,
Ningún ser subsiste por sí mismo.
Todos los objetos son movidos por otros objetos.
Ningún objeto se mueve por sí mismo.
Todos los seres tienen origen en otros seres.
Ningún ser lleva en sí su propia causa.
No hay ser que sea perfecto.
El ser ignora la economía.
Los seres se multiplican
Sin una necesidad. No poseen
Principio de razón suficiente.
El único orden de la naturaleza
Es la relación armónica
De una persona con otra.
Las relaciones que abjuran de la persona
Son por esencia caóticas.
Las relaciones entre las personas
Son el modelo a través del cual vemos
En la naturaleza un sistema.
Desde Homero, todos los hombres sensibles
Nos han exhortado una y otra vez
Acerca de que el universo y
Los grandes principios y fuerzas
Que mueven el mundo, poseen armonía
Sólo como reflejos
Del coraje, la lealtad,
El amor y la honestidad de los hombres.
Dejados a su suerte, esos principios son crueles
Y completamente superfluos.
El hombre que claudica ante ellos acaba en la locura,
Mata a sus hijos, su mujer o sus amigos
Y muere sumergido en el polvo sangriento,
Habiendo destruido el trabajo
Atesorado por las manos de otros hombres.
Sólo quien es más listo que ellos logra sobrevivir
Y encuentra un hogar donde envejecer.

Kenneth Rexroth (South Bend, Indiana, 1905-Montecito, California, 1982), La señal de todas las cosas. Antología poética. Selección, traducción, notas y comentarios de Marcelo Pellegrini y Armando Roa Vial. Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 2004

Foto: Rexroth Bone Stamp

martes, diciembre 15, 2009

Rubén Reches / Casa


Las noches de la casa...

Las noches de la casa en donde la madre y el padre ajetrean, dan la comida y los cuentos, huelen remotas, son del pasado. Horas presentes en el pasado, ya al hacerse están disueltas en la memoria de los hijos crecidos, viejos ya. Son más patentes que los recuerdos, y los cuerpos pueden ir y venir en ellas, pero no tienen ni el clamor ni la condición de cumbre del presente. Están abajo.
Como un compendio de todo lo que los padres ya saben, la esencia contradictoria de la vida brilla entera en esos lapsos de una cena y el acostarse. La felicidad más astral y veloz irrumpe cada tanto en el cansancio dolorido de los cuerpos. En las almas adultas conviven el pozo siempre mal cegado de la renuncia y la fuerza de haber elegido y construir. El padre de a ratos se encierra en otra pieza a librarse a verdaderos sollozos. Esos sollozos en esa pieza no están en el pasado. Vuelve y todavía siente impulsos de quebrarse la cabeza contra el filo de la puerta. Eso no lo sabrán jamás los chicos, no es de esas horas singulares, eso le viene al padre del pasado banal, del grande en donde se le están callando voces. De esas noches quedarán para los chicos la tibieza, la nostalgia, la fuerza.

Rubén Reches (Buenos Aires, 1949-2018), Arrabal de esferas, Ediciones la Lámpara Errante, Buenos Aires, 1984

lunes, diciembre 14, 2009

W.H. Auden / Horas doradas


También nosotros conocimos las doradas horas

También nosotros conocimos las doradas horas
en las que cuerpo y alma estaban en armonía,
también nosotros danzamos con los que verdaderamente amábamos
a la luz de la luna llena,
y compartimos la mesa de los sabios y los buenos
mientras las lenguas se soltaban, con ingenio y alegría,
gozando de un noble plato
ideado por Escoffier;
también nosotros sentimos la entrometida gloria
para la cual las lágrimas reservan un lugar aparte,
y en consonancia con el gran estilo de los tiempos idos
cantamos con resonante corazón.
Pero manoseados y criticados
por la promiscua multitud,
fraguados por los editores
en los hechizos para dejar perpleja a la plebe,
las palabras como Amor y Paz,
todo discurso afirmativo y sano,
han sido ensuciados, profanados, degradados
en un horrendo y mecánico chirrido.
Ningún estilo decente ha sobrevivido
a ese pandemonio,
excepto el retorcido, el sotto voce,
irónico y monocromo.
Y ¿dónde hallar refugio
para la alegría o el simple contento
cuando tan poco ha quedado en pie,
salvo el suburbio del disenso?

1950

W.H. Auden (York, 1907-Viena, 1973), Rolando Costa Picazo, W.H. Auden: Los Estados Unidos, y después. Poesía selecta, 1939-1973, Ediciones Activo Puente, Buenos Aires, 2009


We Too Had Known Golden Hours
We, too, had known golden hours / When body and soul were in tune, / Had danced with our true loves / By the light of a full moon, / And sat with the wise and good / As tongues grew witty and gay / Over some noble dish / Out of Escoffier; / Had felt the intrusive glory / Which tears reserve apart, / And would in the old grand manner / Have sung from a resonant heart. / But, pawed-at and gossiped-over / By the promiscuous crowd, / Concocted by editors / Into spells to befuddle the crowd, / All words like Peace and Love, / All sane affirmative speech, / Had been soiled, profaned, debased / To a horrid mechanical screech. / No civil style survived / That pandaemonioum / But the wry, the
sotto-voce, / Ironic and monochrome: / And where should we find shelter / For joy or mere content / When little was left standing / But the suburb of dissent?

---
Foto: The house and the end of world, 2005, (Vogue Italia), David Lachapelle

Enrique Lihn / N.Y.


"Pascuas en Nueva York"

Momentos antes de que el aire se congelara
por las chimeneas del Village brotaba delicadamente el humo moldeado
por manos de artistas y a la luz del sol de hielo resplandeciente
se operaban las cristalizaciones preliminares:
charcos y esputos.

Las excepciones confirmaban la regla, no se veía ni un alma
salvo las que, vestidas de cuero y lana, paseaban sus perros inquietos
por la inminencia de la catástrofe
Y se veía al poeta de turno
aunque no dejara de pasar desapercibido
Las palomas imitaban en el vuelo a los murciélagos con un zigzagueo
/histérico y ciego
y él dobló no sabía qué esquinas, una y otra vez
porque estaba de paso en la ciudad y ella lo había seducido:
la cara blanca espolvoreada de hielo, los labios amoratados
sedientos de rouge, aguardiente y drogas.

Empezaba el día de la navidad hundido en el incógnito de
/las humaredas artísticas
que brotaban de las casas como avalanchas de nieve azotadas por el sol
y de las chimeneas gigantescas
Había hombres diminutos y perros mínimo
pero en un número tan escaso que alguno de esos paseantes
podía inspirar una desconfianza sobrenatural.

El poeta bien abrigado que lloraba de frío -copos en lugar de lágrimas
era un vidente: olfateaba la catástrofe
y tenía adicción perruna al callejeo
Descendió, pues, en la calle cuarenta y dos a los infiernos
la Gran Estación Terminal retiene allí en sus concavidades marmóreas
/un resto de calor
y lo redistribuye entre los desventurados:
viejos y agonizantes que fingen esperar el tren entredormidos
/sobre las bancas
que parecen lápidas
Se bajó el Metro vacío, terrible de no ocupantes
por equivocación en la catorce street
En una de las bocas tapiadas del Metro tuvo, antes de huir,
/la entrevisión
de una muchacha que parecía un pierrot, vestida de harapos negros
a la espera de un viejo pascuero de las postrimerías del mundo
con su saco de heroína

Por las chimeneas brotaban nubecillas de nieve, en las vitrinas
/se congelaban
los desperdicios del veinticuatro de diciembre
(regalos para el próximo milenio)
En los cines sin nada pasaban películas de terror
Entró a uno de ellos, pero lo aterrador era el frío;
/lo emocionante estar allí
en la misma ciudad en que el operador ausente proyectaba
/en la pantalla
simulacro en blanco y negro
una maquette de Manhattan flotando en una palangana de agua helada
que emitía un resplandor boreal para luego desaparecer en él.

La película era muda como el poeta y la muchacha vestida de negro que
le devolvió, por fin, la mirada en la oscuridad
Una mirada obviamente glacial, un cuchillo que podía desprender
/el alma del cuerpo
sin dolor
la boca un escupo de sangre lanzado sobre el petrificado montón
/de nieve y todo eso
que significaba graciosamente el horror.

Al salir del cine sin haber conseguido romper el hielo que lo separaba de todo
vio cómo el aire convertido en un solo bloque
oscilaba de un lado para otro, aunque este fenómeno pasara desapercibido
pues el cielo estaba más que transparente
Y se dispuso a participar de la congelación general.

Enrique Lihn (Santiago de Chile, 1919-1988), Al bello aparecer de este lucero, Lom Ediciones, Santiago de Chile, 1997 (Primera edición: Ediciones del Norte, EE.UU., 1983)

Ilustración: La última cena, Andy Warhol, 1984

De Lihn en este blog:
Piedra sacrificial / Para Andrea
de Estación de los desamparados
La revolución es

sábado, diciembre 12, 2009

Piedad Bonnett / Pepino de mar


Lección de supervivencia

Nada hay de bello en el pepino o carajo de mar.
Es, en verdad, un animal sin gracia,
como su nombre.
En el fondo de los grandes océanos,
inmóvil, blando, amorfo,
permanece,
condenado a la arena
y ajeno a la belleza que encima de su cuerpo
despliega el mar.
Se sabe que
cuando el pepino de mar huele la muerte
en el depredador que lo amenza,
expele su instestino
y hasta el racimo entero de sus vísceras
que sirven de alimento a su enemigo.
Y es que también nos puede hablar la poesía
desde lo horrible:
con un limpio ritual
huye el pepino de aquello que amenaza con dañarlo.
Para sobrevivir queda vacío.
Liviano ya de sí y libre de otros
muda su ser.
Y poco a poco
sus entrañas
se recomponen.
Y vuelve a ser, en letargo de sal,
una entidad que vive a su manera.

Piedad Bonnett (Amalfi, Antioquía, Colombia, 1951), Periódico de Poesía UNAM, Anuario 2008-2009, edición impresa, Ciudad de México

Foto: Bonnett La Opinión, Cúcuta, Colombia

De Bonnett en este blog:
Aquí golpeaba airadamente...

jueves, diciembre 10, 2009

Pedro Serrano / Dos poemas



Helada en Auxonne

El campo gélido, asfixiado por una luz transfija.
Escoriados los surcos, falto de nieve todo, / crispado en el ahogo.
Por los canales un brillo de venas congeladas,
dedos artríticos el filo de los árboles.
El terral un cuerpo glauco cubierto por un gel transparente.
Fosforecencia de calcio la grava,
molida por la ausencia del aire.
Una saliva metálica, un polvo helado la arada.
Emanan apenas el barro, la paja, el ramerío,
grumos ocre y marrón.
Abajo, abajo, como aliento ventral,
el valle, un cuenco de madera,
y muy adentro, el apretado corazón de un pino,
como una irradiación de manos húmedas.


Desagüe

En una espiral sin sol voy descendiendo,
no peldaños, vapores, entresijos,
aguas turbias de ciegas atarjeas,
tubos rotos que ofrecen la palpitante mierda.
Hay que pasar una y otra vez por esa cañería abierta,
desmadejar los piojos y larvas luminosas
para que no se pringuen los deseos.
Todo el ordeñadero queda ventilando
los despojos azules y ennegrecidos.
Ah, esta oscuridad oscilante,
este abrasadero para limpiar el alma, la cloaca.

Pedro Serrano (Montreal, 1957), Nueces, Trilce Ediciones, México, 2009

Ilustración: Paisaje con anacoreta y ruinas clásicas, Jean Lemaire, siglo XVII


De Serrano en este blog:
Cardenal / Cuervo y niño
Tuscania, 5

miércoles, diciembre 09, 2009

Jorge Leonidas Escudero / Dos poemas



La cruz de palo

A unos cerros del sur de Calingasta
fui a buscar lo que todavía no hallo
cuando vi una cruz de palo
tirada en el camino.
Ya iba pasando de largo y pensé
ques mala seña ver algo así cuando uno
anda buscando riquezas minerales.
Me devolví pues y le dije: Vos
¿qué andás haciendo aquí?

La cruz se quedó callada. Ntonces agregué:
Sos propia de un cementerio
y vaya a saber cómo
apareciste ‘n la huella;
pero ahora te invito, con todo respeto,
acompañarme a unos mates. Vos
como leña al fuego y ahí conversamos.

Así fue. Y al escuchar
en el silencio cordillerano
su crepitar en las llamas le dije a ver
si me decís algo del más allá porque en eso
supuesto sos muy entendida.

Y ahí empezó la cruz a chisporrotear
cosas de muertos mientras llegó la noche oscura
y me dio miedo.


Paleontología

Ntonces fue que desde ser amigos
cambié ‘l tono de voz para decirle siento
por vos algo más... Ella
me puso mano en el hombro y dijo callate
porque por ese camino vas mal,
sigamos como hasta hoy.

Así fue y seguí a oscuras
hasta quel destino dispuso un chau adiós.
Esto ocurrió en el paleozoico,
en el tiempo de los moluscos
donde en un camino primaveral
aparecieron mis primeros fósiles.

Jorge Leonidas Escudero (San Juan, 1920), de Aún ir a unir. Publicará Ediciones en Danza en marzo de 2010

De Escudero en este blog:
Le digo a un gran poeta / Tratamiento de la gripe
Mi actor gratuito

Foto: Escudero, 2002 Javier Quiroga/Ediciones en Danza

lunes, diciembre 07, 2009

Leopoldo Castilla / La historia


LV

Tardan en morir los siglos
como tarda en nacer el polvo.


¿Donde estuvo la historia
lloverá nieve negra,
páginas de ardiente transparencia,
élitros de hombre?

La memoria del universo, bifronte,
cabe en un instante.
En otra dimensión
está sola la espada,
sola la mano y, muy lejos,
solitario el enemigo que cae.
Allí nadie restituye a Roma.
En cada segundo Odiseo pierde a Odiseo.
El camino comienza, sólo comienza
y desaparece el viaje,
En cada acto el César elimina al César.
Uno es el Cristo y otro el resucitado.

Esa latitud detiene las esferas de Galileo
y en el derrumbe eterno
fija el átomo. Ríe, impar, el Diablo
y se reonoce Heráclito.

Allí, seco
en su bocanada el héroe
que decapitó un impero
(no sus vestidos,
la guerra fría de sus puntillas,
sus alamares de espanto)
allí el fuego fatuo de las naciones
estupefacto el Papa
y en su aguja negra el esclavo.

En esa inmensidad,
inmóvil en su crisálida,
vuela la historia,
helicoidal,
inversa,
rumbo a su gusano.

Leopoldo Castilla (Salta, 1947), Manada, Ediciones el Mono Armado, Buenos Aires, 2009

Ilustración: La caída de Icaro, Jacob Peter Gowi, 1636

De Castilla en este blog:
Nacimiento de la simetría