jueves, octubre 31, 2019

Birhan Keskin / Melodía













Me convertiste en hierba seca
que transpira su jugo
antes de que cumpliese los cuarenta, ¿por qué?
Ahora mi aliento es niebla sobre cristal en el refugio de montaña
cuando en un tiempo fue viento púrpura en la estepa.

Birhan Keskin (Kırklareli, Turquía, 1963), And Silk and Love and Flame, Arc Publications, Lancashire, 2013
Traducción del turco al inglés, George Messo
Versión del inglés al castellano, J. G.
Envío de Jonio González

Bosphorus Review of Books - Turkish Cultural Foundation - Kafa Kampüs - K24 - Egoist - Defter Poesia Turca

Foto: Kafa Campus


MELODY

You turned me into dry grass
That sweats out its juice
Before I turned forty, why?
Now my breath is mist on glass in the winter room
Once it was wind on the steppe.

miércoles, octubre 30, 2019

Jacobo Fijman / Canción del mar


Cuántos sueños profundos
queremos en el mar
con sus nombres de estrellas,
de estrellas y de mar
con sus tardes ausentes
de estrellas y de mar.
Cuántos sueños profundos
queremos en el mar.

Balarán las ovejas
los vestigios celestes;
y mudarán las lluvias
en las tardes de mar
en los sueños profundos
con sus nombres de estrellas,
de estrellas y de mar.

[entre 1952 y 1962]

Jacobo Fijman (Uriff, Besarabia, actual Moldavia, 1898-Buenos Aires, 1970)


Libro de la cantiga de pasión,
Editorial Duino,
Buenos Aires, 2019










De la "Presentación" de María Teresa Dondo:

"Después de muchos años se hace realidad la edición del Libro de la cántiga de pasión de Jacobo Fijman. Los originales se los había confiado a mi padre, Osvaldo Horacio Dondo, poco tiempo antes de su muerte en noviembre de 1962 y desde entonces los conservamos en la familia.
(...)
"Se habían conocido en los años 30 en ese grupo activo de jóvenes de los Cursos de Cultura Católica, aquellos a los que Borges alguna vez llamó 'los católicos de la calle Alsina', quienes dejaron una impronta interesante en la historia de la Iglesia argentina y también en la literatura con obras fundamentales como Adán Buenosayres de Marechal, las jitanjáforas de Anzoátegui o los poemas de Bernárdez, por nombrar sólo algunas. Fijman fue parte de ese grupo y es personaje central de Adán Buenosayres, además de haber sido colaborador de las revistas Criterio y Número."

Ref.:
Editorial Duino
Ediciones del Dock
El Sigma
El Territorio
Clarín
Los Libros Muerden
El Ortiba
Poemas del Alma
Otra Iglesia Es Imposible

Foto: El Ortiba s/d

martes, octubre 29, 2019

Yves Di Manno / Nota de cabecera














Al dejar en la última primavera la morada de mis
ancestros noté en un campo las primeras ramas de
los ciruelos en flor. Ese espectáculo me recordó el
jardín donde mis hermanas y yo misma jugábamos
en nuestra infancia. Hice detener el palanquín y
rogué a una sirvienta que me recogiera un ramo, que
conservé conmigo por el resto del viaje. Buscando
entre mis cosas un pincel de seda dura, hoy lo vuelvo
a encontrar, apretado en un pañuelo blanco. De mis
hermanas no tengo noticias y al esposo que me llevó,
apenas lo entreveo. Es demasiado larga la distancia
que nos separa de los que amamos – demasiado corto
el descuido de nuestros años jóvenes. Trazando estas
palabras sobre el papel, mi mano tiembla ligeramente.
Tenemos razón en decir:


Mucho después
De que las flores del huerto
Hayan cubierto el suelo
La tristeza todavía oprime
El corazón del exiliado.

Yves Di Manno (Rhône, Francia, 1954)

"Campos del día". 1987,
Kambuja y otros poemas,
traducción de Jorge Fondebrider,
Milena París,
Buenos Aires, 2019








Ref.:
Milena París
Poezibao
Paris Lit Up
Le Monde
Festival de Poesía de Medellín
Las Egerias
La Nación
Ámbito
Otra Iglesia Es Imposible

Foto: Getty/Babelio

lunes, octubre 28, 2019

Giovanni Giudici / Dos poemas














Sin título

¿Por qué con ojos cerrados?
¿Por qué con boca que no habla?

Quiero mirarte, quiero nombrarte.
Quiero grabarte y tocarte:

Sentirme que te hablo,
Verme que te veo.

Decirte - eres esto tienes este nombre.
Al canto que calla no le creo.

Así en mí te destruyo.
No seré, vos serás:

Te sigo y te huyo:
Bella vida que se va.


A una joven sindicalista

Hablarán de Beatriz, de Laura, de Eleonora
D'Este y de Juliette Récamier,
De Jeanne y Madám Sabatier
Y de muchas más.

Pero yo aquí solo escribo de ti.
Mi charmeuse, mi encantadora.

Siglos de tratados sobre el erotismo
No valen tu risa gutural.

Giovanni Giudici (Le Grazie, Italia, 1924-La Spezia, Italia, 2011), Il male dei creditori, Arnoldo Mondadori Editore, Milán, 1977
Versiones de Jorge Aulicino




Senza titolo

Perché con occhi chiusi?
Perché con bocca che non parla?

Voglio guardarti, voglio nominarti.
Voglio fissarti e toccarti:

Mio sentirmi che ti parlo,
Mio vedermi che ti vedo.

Dirti - sei questa cosa hai questo nome.
Al canto che tace non credo.

Così in me ti distruggo.
Non sarò, tu sarai:

Ti inseguo e ti sfuggo:
Bella vita che te ne vai.


A una giovane sindacalista

Parleranno di Beatrice, di Laura, di Eleonora
D'Este e Juliette Récamier,
Di Jeanne e Madame Sabatier
E molte altre ancora.

Ma io solo qui scribo di te.
Mia charmeuse, mia encantadora:

Secoli di trattati sull'erotismo
Non valgono la tua risata di gola. 

domingo, octubre 27, 2019

Robert Frost / La senda no seguida













Dos senderos se abrían en un bosque amarillo
Y apenado por no poder seguir los dos
Siendo un solo paseante, me detuve un buen tiempo
Y contemplé a uno de ellos hasta donde podía
Divisarlo entre medio de la ocre espesura.

Luego fui por el otro, que era también hermoso,
Y quizá poseía más derechos que aquel,
Pues la hierba más alta pedía un mayor uso,
Aunque a decir verdad, uno y otro mostraban
Más o menos el mismo tránsito de pisadas.

Y a ambos esa mañana los cubrían las hojas
Que ningún paso aún había ennegrecido.
¡Oh, yo dejé el primero para algún otro día!
Sabía, sin embargo, que un camino a otro lleva,
Y en el fondo dudaba que alguna vez volviera.

Seguiré contando esto, lo sé, con un suspiro,
En cualquier otro sitio, luego de largos siglos:
Dos senderos se abrían en un bosque, y yo fui─
Yo fui por donde había menos huellas humanas,
Y en eso, al fin, estriba toda la diferencia.

[Mountain Interval, Henry Holt & Company, New York, 1916]

(San Francisco, Estados Unidos, 1874 - Boston, Estados Unidos, 1963), El Trabajo de las Horas, 15 de octubre de 2019
Versión de Pablo Anadón

Ref.:
Poetry Foundation
Poets Org
A Media Voz
Amberes
Otra Iglesia Es Imposible

Foto: Robert Frost, 1954 Encyclopaedia Britannica

sábado, octubre 26, 2019

Tom Maver / De "Nocturno de Aña Cuá"













Mi padre está atado a su final -
como una mascota.
No hay mucho que hacer -
más que dar el último paseo.
Mientras, los pastizales esperan al cebú.
Las correntadas quieren llevarse
a los caballos que cruzan el río.
Y al fondo, mis hermanas
caminan desde hace semanas
cargando sus instrumentos
para tocar en su funeral
el Nocturno de Aña Cuá
que transformará la correntada,
el desconsuelo de las plantaciones,
la caída en tierra.
¿Qué suelo, por lejano que sea,
no querría ser sostén
de esa desesperación?



Mis hermanas llegando, mi madre yéndose.
Vientos huracanados. Pesadez en el aire.
Apenas dos palitos sostienen la cordura.

Aunque la verdad es que ni había una brisa fuerte.
Los grandes cambios no los anuncia nadie, lirismo.
Por eso inventás tormentas, oscurecés el cielo -
Sacá eso y lo que queda es mi viejo
levantando naranjas del suelo con dificultad.

Y sin embargo él era nuestro huracán.
Miren la fuerza de mis hermanas y díganme.
¿quién no es un mundo atravesado de huracanes?

Tom Maver (Buenos Aires, 1985)

Nocturno de Aña Cuá,
Llantén,
Buenos Aires, 2018









Ref.:
Escritores Org
Revista Corónica
Sonámbula
Malón Malón
Espacio Murena
Revista Africa
Otra Iglesia Es Imposible

Foto: Tom Maver en Facebook

viernes, octubre 25, 2019

Chimako Tada / Tankas













un narciso
se acerca a otro
como los únicos
dos adolescentes
del universo

*

hay un agujero al
final de la noche
un secreto
rodeado por rojas
luces de alerta

Chimako Tada (Tokio, 1930-Kobe, Japón, 2003), The Forest of Eyes, University of California Press, 2010
Traducción del japonés al inglés, Jeffrey Angles
Trad. del inglés al castellano, Jonio González

Nota de edición: El tanka es uno de los tipos de composición tradicional japonesa, regidos todos por esquemas en los que se alternan versos de cinco y de siete sílabas. Mayor desarrollo: Poémame

Ref.:
Poetry International
Poets Org
Cambridge Universityy Press
Jeffrey Angles/YouTube

Foto: Chimako Tada c. 1965 Maya Suzuki/PoetryInternational


one narcissus
draws close to another
like the only
two adolescent boys
in the universe

*
there is a hole at
the end of night
a secret
sorrounded by red
road construction lamps

jueves, octubre 24, 2019

Osvaldo Aguirre / El espantapájaros, el caballo, la liebre














En la quinta,
cuando fuimos a ver
al espantapájaros
que cuidaba
un par de almácigos,
abrigado con una camisa
de mangas largas,
se acercó el caballo,
al trote,
contento de tener visitas.
Ese fue el momento
que eligió la liebre,
porque estaba a medio camino,
y no podía salir
directamente al campo,
tenía que pasar, sí
o sí, por nuestro lugar.

Nunca lo había visto
tan manso, el caballo
se dejaba acariciar,
levantaba la cabeza
cuando le tocábamos la crin
pero enseguida se confiaba,
y qué risa
los remiendos en la ropa
del espantapájaros,
qué risa
la tela apolillada,
mal zurcida,
y casi al paso,
en puntas de pie,
como si nos hiciera burla,
la liebre pasó tan cerca
que la hubiéramos tocado
en caso
de estar despiertos.
Y nos quisimos acordar,
pero ya corría,
corría hacia el horizonte,
la veíamos
al alcance de la mano
pero ya corría,
corría en el campo
como algo que escapaba
para siempre y solo
podríamos guardar
como lo que habíamos
perdido esa siesta
en que el viento
anudaba la camisa vieja
a los palos torcidos
del espantapájaros.

Osvaldo Aguirre (Colón, provincia de Buenos Aires, Argentina, 1964), "Cuando me alejo de los que hablan", Op. Cit., Argentina, junio 30, 2019

Ref.:
Iván Rosado
Ediciones en Danza
Gog y Magog
Espacio Murena
La Pecera
La Nación
La Primera Piedra
La Canción del País
Otra Iglesia Es Imposible

Foto: La Primera Piedra

miércoles, octubre 23, 2019

Adrian C. Louis / Buscando a Judas














De un gris desteñido, las paredes de madera
del viejo granero se empapan de la brillante
y espumosa sangre del ciervo de cinco puntas
que cuelgo ahí, a la luz de la luna.
Destripado, desollado y resplandeciente
en su eterna desnudez, el destello de sus ojos
podría haber sido robado de las secas colinas de Jerusalén.
Dicen antes de que el hombre blanco
nos trajera a Jesús, teníamos honor.
Dicen cuando matamos a los Cazadores de Venados,
les dijimos que sus espíritus
vivirían en nuestra carne.
Usábamos arcos de fresno, ni reflectores ni rifles,
y su sagrada sangre se convirtió en la nuestra.
O algo parecido.

Adrian C. Louis (Lovelock, Nevada, Estados Unidos, 1946 - Marshall, Minnesotta, Estados Unidos, 2018), Vortex of indian fevers, Northwestern University Press, Evanston, 2010
Version de Jonio González

Adrian C. Louis - Poetry Foundation - Poets Org - Superstition [review] - Indian Country Today - Native Sun News Today

Foto: Adrian C. Louis/Indian Country Today


LOOKING FOR JUDAS

Weathered gray, the wooden walls
of the old barn soak in the bright
sparkling blood of the five-point mule
deer I hang there in the moonlight.
Gutted, skinned, and shimmering in eternal
nakedness, the glint in its eyes could
be stolen from the dry hills of Jerusalem.
They say before the white man
brought us Jesus, we had honor.
They say when we killed the Deer People,
we told them their spirits
would live in our flesh.
We used bows of ash, no spotlights, no rifles,
and their holy blood became ours.
Or something like that.

martes, octubre 22, 2019

Alberto Cisnero / De "El movimiento obrero granizado", 2


















9-

la vida en una frase. ya está bien. ninguna explica una vida.
con suerte se zurcen en casacas. ya lo entendí. la tradición 
es reiterarse. llegar tarde a las lecturas. igual siempre se llega.
cortábamos el césped. era césped. vivíamos en un lugar violento
del conurbano. tenía la idea de que era improbable las aves 
cantaran en algún momento del día. tenía puesto un sombrero. 
no era una película. sólo cortábamos el césped. y planeábamos
qué carajo cenar. la clase de recuerdo que uno se lleva para
siempre. estoy lo suficientemente ebrio como para no mentir.

35-

canta el grillo en los viejos muros. nigromante, brujo, adivino, hechicero, 
captor. rompe la cifra, se curva blandamente, que no es la mía, no. el éxito 
de otra argucia. durará lo que dure este encanto. gábulas, combinaciones, 
laberintos de humo. me burlo de ello. me asesino y me encanto. alquitrán, 
nicotina, monóxido de carbono. y sin mudar una sílaba, muchas y diversas 
veces hago añicos el libro como otros buscan la alegría. el grillo                 
de los viejos muros canta. ledo. no sabe del sueño el destino. azules 
purísimos pronto lo golpearán. nadie, por más ológrafo, se confiesa         
más de lo que conoce su propia mano.

Alberto Cisnero (La Matanza, Argentina, 1975)


El movimiento obrero granizado,
segunda edición,
Barnacle,
Buenos Aires, 2019










Editorial Barnacle - Op. Cit. - Poesía - Colofón - Ruinas Circulares - Otra Iglesia Es Imposible

Foto: Alberto Cisnero por Merlina H. Cisnero 

lunes, octubre 21, 2019

Paula Simonetti / De "El conocimiento y la ignorancia"
















relato II

una vez hice un viaje a la floresta
con el solo fin de recordarlo
usted podría pensar que me propuse
invertir el orden de las cosas
y es posible
era tan joven que todavía podía decir
sobre el hotel y sobre el viejo que atendía
podía decir, decía
de él que era onettiano,
el problema de usted es que las cosas
no se le resisten como a mí
con lo cual usted puede pensar
que ese es un problema mío
pero usted sabrá que en mi poema
su opinión no tiene ningún valor
aunque otra vez está intentando
invadir este poema con sus dudas
o es más bien que este poema
crece contra usted igual que crece
una enredadera
contra la pared de un viejo hotel
se han visto casos:
algo débil liviano inocente
como una estúpida enredadera
ayudada por el tiempo
y de pronto su casa es toda escombros
así las cosas
usted debería estarse quieto
y abandonar de una vez
esta lectura.

ignorancia III

habrás visto que doy vueltas
alrededor del vacío resistiendo apenas
como el agua que se arremolina
en el desagüe de la pileta del baño
es decir
sin la elegancia de los nadadores
sin la majestuosidad del mar
sin la gracia de las niñas pelirrojas
sin la armonía de dos bailarines
ni el contraste de unas manos sobre el piano
es decir
no me deslizo sino que me resisto
torpemente
a verme en el espejo apenas me levanto
no es
coquetería,
es
que me gusta vivir en esa zona
que es toda del silencio y que se abre
para mí como la rosa
de todos los caminos y de todas
las posibilidades,
algo que se revelará, y no lo hace
así me siento intacta como un niño
al que todavía nadie contó ninguna historia
y mira esa cosa informe que es el mundo
ignorando inicio conflicto y desenlace
sin ninguna noticia sobre el tiempo,
si existiera ese momento
si tuviera dirección código postal preciso
mandaría mis cosas a esa casa
y permanecería, simplemente.

Paula Simonetti (Montevideo, 1989)

El conocimiento y la ignorancia,
segunda edición,
La Coqueta,
Montevideo, 2019

Otra Iglesia Es Imposible - La Diaria - Círculo de Poesía - La Pecera - La Juntada


Foto: Paula Simonetti en Facebook

domingo, octubre 20, 2019

Angel Ortuño / De "Mecanismos discretos"













Black water

I. Primero y único: la interpretación de los sueños

¿Qué significa?
No me refiero a esos desfiles donde
al destornillador lo siguen las almejas
o las bulas papales. La sorpresa
fingida:
¿Ya está puesta la mesa? Y en lugar de cubiertos
las avispas.

Ni siquiera diría que puedo recordarlo.
Apenas la molestia
de quien toma café
y dejara de hacerlo algunos días.


In anima vili

Altos estudios, pipas
de kif, tambores
para el empalamiento. La antropóloga
era tan solo eso. Lo sabíamos
todos,
incluso quien nos dijo que en Japón
se filmaban películas
donde se hería la lengua de las protagonistas.

Aunque aquí no podíamos
saber si la antropóloga seguía teniendo lengua.

No era
ni remotamente
japonesa.


Alguien ha cometido un error espantoso

Ni siquiera la sagaz inspectora o el despistado
anciano incapaz de ganar al ajedrez parecen inmutarse.
Hay luz por un momento: llega una rubia
enorme, ajorcas y pulseras (sus tobillos son
feos) no reducen sus grandes pies y manos.
¿Una novela negra con travestis?
Otra cosa: el letrero que pide no fumar, la
luz es amarilla y no roja (como sí son las
uñas pero por qué se pone esos anteojos, la
nariz es de plástico y el bigote muy negro,
falsamente tupido como sí son las cejas).
De todas formas creo que tomaré este caso.
Necesito el dinero.

Angel Ortuño (Guadalajara, México, 1969-2021), Mecanismos discretos, Mano Santa Editores, Guadalajara, 2011

act. 2021

sábado, octubre 19, 2019

Alejandro Nicotra / Alta montaña

















Allá en el fondo,
como una madre o una muerte,
la montaña nevada;
y a su lado,
las hojas nuevas de los árboles, labios
de balbuceo y aleluya...

Sube,
hablando a solas,
despidiéndose.

*

A trechos, la nieve;
y el árbol ciego,
su rebaño de piedras:

y la huella del rayo
en la hierba quemada:

aquí abre sus brazos
sin más súplica que la sola agonía
o como si quisiera el corazón
ofrecerse a un puñal con un grito:

en el lugar de las revelaciones,
en las cimas,
bajo un cielo que no entrega ni un buitre.

Alejandro Nicotra (Sampacho, Argentina, 1931), "Desnuda musa" (1982-1988), La tarea a cumplir, Editorial Brujas, Córdoba, Argentina, 2014

viernes, octubre 18, 2019

Angela Melim / De "Día más día menos"














Jundú

Metida
en el jundú
enmarañado.
Los gajos lento
se desatan.
Nudos
envuelta
en lianas.
Lerda corto
cuerdas y lazos.
Abro claros
vareo el matorral.
Laberinto.
Pero el jundú va a dar a mar abierto
traidor atrayente
contiene el infinito.


Cosas así pardas

               Para Eduardo

Jilguero, pato, alboroto
cosas así, nombres — Rita
cosas así, pardas, mestizas
de pequeño porte
cosas de fibra
aunque de aspecto desvalido
cosas pardas vivas
pulsantes
un poema así.


A orillas

Cómo
planean
los buitres en la bruma

entre pedazos de pared que la misma piedra alta deja ver al
fondo

y el pasto

cercado de canteros pobres
de flores pobres
donde esa mujer pequeña sin edad
donde esa mujer de pañuelo en la cabeza
hincó bambúes tendederos de manteles pobres
verde palta y descolor de calabaza

también
a orillas de la ciudad
el humo

la fábrica textil o de jabón fabrica y complica
el sol que se pone más rojo y quizá más lindo.

Un minuto por reloj —connubio— en algún punto
un delantal impuro abate un buey.


Mi tierra

De mi tierra quedó
el foso
estas raíces al aire
desarboladas
el temblor
buscando en vano.
Un estanque

frío
hojas oscuras.
Calle sin playa

río sin puerto.

Zurra de cinto
cresta baja.
El ojo — ¿azul de mi tierra?
Los vuelos
de Varig. Ciudades:
uniones, desenlaces.

Palabra en la punta de la lengua.
Nada es natal.
                                 Diciembre de 1986


Angela Melim (Porto Alegre, Brasil, 1952)
Traducción de Teresa Arijón y Bárbara Belloc

Día más día menos
Poesía reunida 1974/2017
Pato en la Cara,
Buenos Aires, 2019









Ref.:
Angela Melim/Facebook
Pato en la Cara
UNAM
Poetas Siglo XXI
Medium
FLIP/YouTube

Foto: Angela Melim/Facebook

jueves, octubre 17, 2019

Ana Hatherly / Una calculadora de improbabilidades



El poeta es
una calculadora de improbabilidades limita
la información cuantitativa trayendo
reforzada información estética.
Es una máquina metroerótica en la que las discrepancias
son el fulgor de la máquina.
La crueldad elegante de la máquina resulta de la
competencia pirotécnica de la circulación íntima
y fulgurante de su maquinaria erótica.
La psicología de lo maquinal sabe que basta
que se cree un polo positivo para que el polo
negativo surja
o viceversa
y las evoluciones de la telequinesis por la fuerza
de las catástrofes desenvuelven sus facultades
latentes o las absorben como la esponja absorbe
las aguas variables de los humores
que transforma en polaridad.
Lo maquinal metroerótico está en astrogación
curso hipnótico de los polímeros.
Digo con precisión fenomenológica: lo maquinal
circula en su hiperesfera de la manera más
excéntrica.
Digo y garantizo:
lo maquinal absolutamente absorbe sus aguas
variables y eso es su amplexo.
Lo maquinal metroerótico es tu-yo.
Lo maquinal tu-yo
cuya tarea ardua no es
definir la verdad está en el medio de la profusión
de los objetos
y considera el consumo la verdad dislocada
dislocación de gran tonelaje
laboriosa confección de eros
constante moribunda
es ese oprobio disperso e irritable
indiferente a la vida esponjosa.
La historia agrega la dificultad esencial
de las variables y la ocasión de las cosas
práctica difícil
es para lo maquinal como una industria apócrifa

Ana Hatherly (Oporto, Portugal, 1929-Lisboa, 2015), Um calculador de improbabilidades, Quimera, Lisboa, 2001, vía Citador
Traducción de Silvina Elena Guala

Otra Iglesia Es Imposible - Portal da Literatura Público - Jornal de Poesia - Poemário - Escritas - Poemas y Poetas Portugueses - 

Foto: Maria José Palla/Círculo de Artes Plásticas de Coimbra


Um Calculador de Improbabilidades

O poeta é
um calculador de improbabilidades limita
a informação quantitativa fornecendo
reforçada informação estésica.
É uma máquina eta-erótica em que as discrepâncias
são a fulgurância da máquina.
A crueldade elegante da máquina resulta da
competição pirotécnica da circulação íntima
e fulgurante do seu maquinismo erótico.
A psicologia do maquinal sabe que basta
que se crie um pólo positivo para que o pólo
negativo surja
ou vice-versa
e as evoluções telecinéticas pela força
das catástrofes desenvolvem suas faculdades
latentes ou absorvem-nas como a esponja absorve
as águas variáveis dos humores
que transforma em polaridade.
O maquinal eta-erótico está em astrogação
curso hipnótico dos polímeros.
Digo com precisão fenomenológica: o maquinal
circula em sua hiperesfera da maneira mais
excêntrica.
Digo e garanto:
o maquinal absolutamente absorve suas águas
variáveis e isso é o seu amplexo.
O maquinal eta-erótico é tu-eu.
O maquinal tu-eu
cuja tarefa árdua não é
definir a verdade está no meio da profusão
dos objectos
e considera o consumo a verdade deslocada
deslocação de grande tonelagem
laboriosa alfaiataria de eros
constante moribunda
e esse opróbrio dispersivo e vexável
indifere a vida esponjosa.
A história agrega a dificuldade essencial
das variáveis e o ensejo das coisas
prática difícil
está para o maquinal como uma indústria apócrifa

 © Ana Hatherly 

miércoles, octubre 16, 2019

Mark Strand / De "Puerto oscuro. Un poema"













VII

Ah, podés burlarte de los esplendores de la luna,
pero ¿qué sería del corazón humano si deseara
sólo oscuridad, si no deseara nada en la tierra
salvo la tinta del mar o la sombra negra de la roca?
Lanzarte, en medio de una noche de verano, al vacío
plateado del aire y observar los campos pálidos
descansando bajo la mirada hosca de la luna,
y permanecer en las profundidades de tu visión y preguntarte
cómo en esta blancura lo que amás es pena
pasada, y cómo en el largo valle de tu mirada
crece la esperanza, y ahí, bajo el fuego
distante de las estrellas, apenas perceptible,
sentirte despertar al cambio, como si tu cambio
fuera inmenso y contara en la nostalgia de los cielos.
Y sin embargo todo lo que querés es salir de la sombra
de vos mismo, hasta la fría llama de la noche de verano,
cuando la luna brilla y la tierra misma
está cubierta y silenciosa en las rocas de su sueño.

Mark Strand (Summerside, Prince Eduard Island, Canadá, 1934-Brooklyn, Nueva York, Estados Unidos, 2014)
Traducción de Adalber Salas Hernández

Puerto oscuro. Un poema
[Dark Harbor. A Poem, Alfred A. Knopf, 1993],
Zindo & Gafuri,
Buenos Aires, 2019








Otra Iglesia Es Imposible - Zindo & Gafuri - La Razón - Jámpster - Poéticas - Paris Review - Best Poems - The Poetry Archive (audio)

Foto: Carolyn Contino/BEI/REX/THE GUARDIAN

martes, octubre 15, 2019

Mark Strand / Manteniendo las cosas íntegras















En un campo
soy la ausencia
de campo.
Esto es lo que
siempre ocurre.
Dondequiera que esté
soy lo que falta.

Cuando camino
divido el aire
y siempre
el aire se mueve para
llenar espacios
donde mi cuerpo ha estado.

Todos tenemos motivos
para movernos.
Me muevo
para mantener las cosas íntegras.

Mark Strand (Summerside, Prince Eduard Island, Canadá, 1934 - Brooklyn, Nueva York, Estados Unidos, 2014), Selected Poems, Alfred A. Knopf, Nueva York, 2002
Versiones © Silvia Camerotto

Poetry Foundation - The New Yorker - El País - Círculo de Poesía - Letras Libres - Eterna Cadencia - Verseando - El Estado Mental - Otra Iglesia Es Imposible

Foto: Mark Strand, 2013 Sarah Shat/El País

Keeping Things Whole

In a field
I am the absence
of field.
This is
always the case.
Wherever I am
I am what is missing.

When I walk
I part the air
and always
the air moves in
to fill the spaces
where my body’s been.

We all have reasons
for moving.
I move
to keep things whole.

lunes, octubre 14, 2019

Miguel Gaya / Sobre los equívocos que provoca Virginia Woolf















Un cuarto propio, una voz reconocible,
el cielo por asalto, ¡cuánta pedantería!
Caminamos por un sendero estrecho,
nuestra mente es estrecha, y la tumba a la que bajaremos
será estrecha.
Y poco tiempo nos recordarán, en un rincón estrecho
de una mente ajena, ocupada febrilmente
en otros menesteres.

Pero a la noche nos volvemos a empeñar
en palabras que son aire, en música leve
y sentidos oscuros.
solo para ver crecer
algo diferente y tenue
con una suave gracia.

Solo nosotros sabemos tantear
la inmensidad,
y aun asi apoyamos
nuestra crédula cabeza
en su regazo.

Miguel Gaya (Ayacucho, Argentina, 1953), Cabeza de artista, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2016

Garcilaso de la Vega / Égloga I



                     









                                             Al Virrey de Nápoles

Personas: SALICIO, NEMOROSO

     El dulce lamentar de dos pastores,
Salicio juntamente y Nemoroso,
he de cantar, sus quejas imitando;
cuyas ovejas al cantar sabroso
estaban muy atentas, los amores,
de pacer olvidadas, escuchando.
           Tú, que ganaste obrando
           un nombre en todo el mundo
           y un grado sin segundo,
agora estés atento sólo y dado
al ínclito gobierno del estado
albano, agora vuelto a la otra parte,
           resplandeciente, armado,
representando en tierra el fiero Marte;

     agora, de cuidados enojosos
y de negocios libre, por ventura
andes a caza, el monte fatigando
en ardiente ginete, que apresura
el curso tras los ciervos temerosos,
que en vano su morir van dilatando:
           espera, que en tornando
           a ser restitüido
           al ocio ya perdido,
luego verás ejercitar mi pluma
por la infinita, innumerable suma
de tus virtudes y famosas obras,
           antes que me consuma,
faltando a ti, que a todo el mundo sobras.

     En tanto que’ste tiempo que adevino
viene a sacarme de la deuda un día
que se debe a tu fama y a tu gloria
(que’s deuda general, no sólo mía,
mas de cualquier ingenio peregrino
que celebra lo digno de memoria),
           el árbol de victoria
           que ciñe estrechamente
           tu glorïosa frente
de lugar a la hiedra que se planta
debajo de tu sombra y se levanta
poco a poco, arrimada a tus loores;
           y en cuanto esto se canta,
escucha tú el cantar de mis pastores.

     Saliendo de las ondas encendido,
rayaba de los montes el altura
el sol, cuando Salicio, recostado
al pie d’una alta haya, en la verdura
por donde una agua clara con sonido
atravesaba el fresco y verde prado;
           él, con canto acordado
           al rumor que sonaba
           del agua que pasaba,
se quejaba tan dulce y blandamente,
como si no estuviera de allí ausente
la que de su dolor culpa tenía,
           y así como presente,
razonando con ella, le decía:

SALICIO

     ¡Oh más dura que mármol a mis quejas
y al encendido fuego en que me quemo
más helada que nieve, Galatea!
Estoy muriendo, y aun la vida temo;
témola con razón, pues tú me dejas,
que no hay sin ti el vivir para qué sea.
           Vergüenza he que me vea
           ninguno en tal estado,
           de ti desamparado,
y de mí mismo yo me corro agora.
¿D’un alma te desdeñas ser señora
donde siempre moraste, no pudiendo
           della salir un hora?
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

     El sol tiende los rayos de su lumbre
por montes y por valles, despertando
las aves y animales y la gente:
cuál por el aire claro va volando,
cuál por el verde valle o alta cumbre
paciendo va segura y libremente,
           cuál con el sol presente
           va de nuevo al oficio
           y al usado ejercicio
do su natura o menester l’inclina;
siempre está en llanto esta ánima mezquina,
cuando la sombra el mundo va cubriendo
           o la luz se avecina.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

     Y tú, desta mi vida ya olvidada,
sin mostrar un pequeño sentimiento
de que por ti Salicio triste muera,
dejas llevar, desconocida, al viento
el amor y la fe que ser guardada
eternamente solo a mí debiera.
           ¡Oh Dios!, ¿por qué siquiera,
           pues ves desde tu altura
           esta falsa perjura
causar la muerte d’un estrecho amigo,
no recibe del cielo algún castigo?
Si en pago del amor yo estoy muriendo,
           ¿qué hará el enemigo?
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

     Por ti el silencio de la selva umbrosa,
por ti la esquividad y apartamiento
del solitario monte m’agradaba;
por ti la verde hierba, el fresco viento,
el blanco lirio y colorada rosa
y dulce primavera deseaba.
           ¡Ay, cuánto m’engañaba!
           ¡Ay, cuán diferente era
           y cuán d´otra manera
lo que en tu falso pecho se escondía!
Bien claro con su voz me lo decía
la siniestra corneja, repitiendo
           la desventura mía.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

     ¡Cuántas veces, durmiendo en la floresta,
reputándolo yo por desvarío,
vi mi mal entre sueños, desdichado!
Soñaba que en el tiempo del estío
llevaba (por pasar allí la siesta)
a abrevar en el Tajo mi ganado;
           y después de llegado,
           sin saber de cuál arte,
           por desusada parte
y por nuevo camino el agua s’iba;
ardiendo yo con la calor estiva,
el curso enajenado iba siguiendo
           del agua fugitiva.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

     Tu dulce habla ¿en cúya oreja suena?
Tus claros ojos, ¿a quién los volviste?
¿Por quién tan sin respeto me trocaste?
Tu quebrantada fe, ¿dó la pusiste?
¿Cuál es el cuello que como en cadena
de tus hermosos brazos añudaste?
           No hay corazón que baste,
           aunque fuese de piedra,
           viendo mi amada hiedra
de mí arrancada, en otro muro asida,
y mi parra en otro olmo entretejida,
que no s’esté con llanto deshaciendo
           hasta acabar la vida.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

     ¿Qué no s’esperará d’aquí adelante,
por difícil que sea y por incierto,
o qué discordia no será juntada?
Y juntamente ¿qué terná por cierto,
o qué de hoy más no temerá el amante,
siendo a todo materia por ti dada?
           Cuando tú enajenada
           de mi cuidado fuiste,
           notable causa diste,
y ejemplo a todos cuantos cubre’l cielo,
que’l más seguro tema con recelo
perder lo que estuviere poseyendo.
           Salid fuera sin duelo,
salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

     Materia diste al mundo de’speranza
d’alcanzar lo imposible y no pensado
y d’hacer juntar lo diferente,
dando a quien diste el corazón malvado,
quitándolo de mí con tal mudanza,
que siempre sonará de gente en gente.
           La cordera paciente
           con el lobo hambriento
           hará su ajuntamiento,
y con las simples aves sin rüido
harán las bravas sierpes ya su nido,
que mayor diferencia comprehendo
           de ti al que has escogido.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

     Siempre de nueva leche en el verano
y en el invierno abundo; en mi majada
la manteca y el queso está sobrado.
De mi cantar, pues, yo te via agradada
tanto, que no pudiera el mantüano
Títero ser de ti más alabado.
           No soy, pues, bien mirado,
           tan diforme ni feo,
           que aun agora me veo
en esta agua que corre clara y pura,
y cierto no trocara mi figura
con ese que de mí s’está reyendo:
           ¡trocara mi ventura!
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

     ¿Cómo te vine en tanto menosprecio?
¿Cómo te fui tan presto aborrecible?
¿Cómo te faltó en mí el conocimiento?
Si no tuvieras condición terrible,
siempre fuera tenido de ti en precio,
y no viera este triste apartamiento.
           ¿No sabes que sin cuento
           buscan en el estío
           mis ovejas el frío
de la sierra de Cuenca, y el gobierno
del abrigado Estremo en el invierno?
Mas ¿qué vale el tener, si derritiendo
           m’estoy en llanto eterno?
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

     Con mi llorar las piedras enternecen
su natural dureza y la quebrantan;
los árboles parece que s’inclinan;
las aves que m’escuchan, cuando cantan,
con diferente voz se condolecen
y mi morir cantando m’adevinan;
           las fieras que reclinan
           su cuerpo fatigado
           dejan el sosegado
sueño por escuchar mi llanto triste.
Tú sola contra mí t’endureciste,
los ojos aun siquiera no volviendo
           a los que tú hiciste
salir, sin duelo, lágrimas corriendo.

     Mas ya que a socorrerme aquí no vienes,
no dejes el lugar que tanto amaste,
que bien podrás venir de mí segura.
Yo dejaré el lugar do me dejaste;
ven si por solo aquesto te detienes.
Ves aquí un prado lleno de verdura,
           ves aquí un’ espesura,
           ves aquí un’ agua clara,
           en otro tiempo cara,
a quien de ti con lágrimas me quejo;
quizá aquí hallarás, pues yo m’alejo,
al que todo mi bien quitar me puede,
           que pues el bien le dejo,
no es mucho que’l lugar también le quede.

     Aquí dio fin a su cantar Salicio,
y sospirando en el postrero acento,
soltó de llanto una profunda vena;
queriendo el monte al grave sentimiento
d’aquel dolor en algo ser propicio,
con la pesada voz retumba y suena;
           la blanda Filomena,
           casi como dolida
           y a compasión movida,
dulcemente responde al son lloroso.
Lo que cantó tras esto Nemoroso,
decidlo vos, Pïérides, que tanto
           no puedo yo ni oso,
que siento enflaquecer mi débil canto.

NEMOROSO

     Corrientes aguas puras, cristalinas,
árboles que os estáis mirando en ellas,
verde prado de fresca sombra lleno,
aves que aquí sembráis vuestras querellas,
hiedra que por los árboles caminas,
torciendo el paso por su verde seno:
           yo me vi tan ajeno
           del grave mal que siento,
           que de puro contento
con vuestra soledad me recreaba,
donde con dulce sueño reposaba,
o con el pensamiento discurría
           por donde no hallaba
sino memorias llenas d’alegría.

     Y en este mismo valle, donde agora
me entristezco y me canso en el reposo,
estuve ya contento y descansado,
¡Oh bien caduco, vano y presuroso!
Acuérdome, durmiendo aquí algún hora,
que, despertando, a Elisa vi a mi lado.
           ¡Oh miserable hado!
           ¡Oh tela delicada,
           antes de tiempo dada
a los agudos filos de la muerte!
Más convenible fuera aquesta suerte
a los cansados años de mi vida,
           que’s más que’l hierro fuerte,
pues no la ha quebrantado tu partida.

     ¿Dó están agora aquellos claros ojos
que llevaban tras sí, como colgada,
mi alma, doquier que ellos se volvían?
¿Dó está la blanca mano delicada,
llena de vencimientos y despojos,
que de mí mis sentidos l’ofrecían?
           Los cabellos que vían
           con gran desprecio al oro
           como a menor tesoro
¿adónde están, adónde el blanco pecho?
¿Dó la columna qu’el dorado techo
con proporción graciosa sostenía?
Aquesto todo agora ya s’encierra,
           por desventura mía,
en la escura, desierta y dura tierra.

     ¿Quién me dijera, Elisa, vida mía,
cuando en aqueste valle al fresco viento
andábamos cogiendo tiernas flores,
que habia de ver, con largo apartamiento,
venir el triste y solitario día
que diese amargo fin a mis amores?
           El cielo en mis dolores
           cargó la mano tanto,
           que a sempiterno llanto
y a triste soledad me ha condenado;
y lo que siento más es verme atado
a la pesada vida y enojosa,
           solo, desamparado,
ciego, sin lumbre en cárcel tenebrosa.

     Después que nos dejaste, nunca pace
en hartura el ganado ya, ni acude
el campo al labrador con mano llena;
no hay bien qu’en mal no se convierta y mude.
La mala hierba al trigo ahoga, y nace
en lugar suyo la infelice avena;
           la tierra, que de buena
           gana nos producía
           flores con que solía
quitar en sólo vellas mil enojos,
produce agora en cambio estos abrojos,
ya de rigor d’espinas intratable.
           Yo hago con mis ojos
crecer, lloviendo, el fruto miserable.

     Como al partir del sol la sombra crece,
y en cayendo su rayo, se levanta
la negra escuridad que’l mundo cubre,
de do viene el temor que nos espanta
y la medrosa forma en que s’ofrece
aquella que la noche nos encubre
           hasta que’l sol descubre
           su luz pura y hermosa,
           tal es la tenebrosa
noche de tu partir en que he quedado
de sombra y de temor atormentado,
hasta que muerte’l tiempo determine
           que a ver el deseado
sol de tu clara vista m’encamine.

     Cual suele’l ruiseñor con triste canto
quejarse, entre las hojas escondido,
del duro labrador que cautamente
le despojó su caro y dulce nido
de los tiernos hijuelos entretanto
que del amado ramo estaba ausente,
           y aquel dolor que siente,
           con diferencia tanta
           por la dulce garganta,
despide, que a su canto el aire suena,
y la callada noche no refrena
su lamentable oficio y sus querellas,
           trayendo de su pena
el cielo por testigo y las estrellas,

desta manera suelto yo la rienda
a mi dolor y ansí me quejo en vano
de la dureza de la muerte airada;
ella en mi corazón metió la mano
y d’allí me llevó mi dulce prenda,
que aquél era su nido y su morada.
           ¡Ay, muerte arrebatada,
           por ti m’estoy quejando
           al cielo y enojando
con importuno llanto al mundo todo!
El desigual dolor no sufre modo;
no me podrán quitar el dolorido
           sentir si ya del todo
primero no me quitan el sentido.

     Tengo una parte aquí de tus cabellos,
Elisa, envueltos en un blanco paño,
que nunca de mi seno se m’apartan;
descójolos, y de un dolor tamaño
enternecer me siento que sobre’llos
nunca mis ojos de llorar se hartan.
           Sin que d’allí se partan,
           con sospiros calientes,
           más que la llama ardientes,
los enjugo del llanto, y de consuno
casi, los paso y cuento uno a uno;
juntándolos, con un cordón los ato.
           Tras esto el importuno
dolor me deja descansar un rato.

     Mas luego a la memoria se m’ofrece
aquella noche tenebrosa, escura,
que siempre aflige esta ánima mezquina
con la memoria de mi desventura.
Verte presente agora me parece
en aquel duro trance de Lucina;
           y aquella voz divina,
           con cuyo son y acentos
           a los airados vientos
pudieran amansar, que agora es muda,
me parece que oigo, que a la cruda,
inexorable diosa demandabas
           en aquel paso ayuda;
y tú, rústica diosa, ¿dónde estabas?

     ¿Íbate tanto en perseguir las fieras?
¿Íbate tanto en un pastor dormido?
¿Cosa pudo bastar a tal crüeza,
que, comovida a compasión, oído
a los votos y lágrimas no dieras,
por no ver hecha tierra tal belleza,
           o no ver la tristeza
           en que tu Nemoroso
           queda, que su reposo
era seguir tu oficio, persiguiendo
las fieras por los montes y ofreciendo
a tus sagradas aras los despojos?
           ¡Y tú, ingrata, riendo
dejas morir mi bien ante mis ojos!

     Divina Elisa, pues agora el cielo
con inmortales pies pisas y mides,
y su mudanza ves, estando queda,
¿por qué de mí te olvidas y no pides
que se apresure el tiempo en que este velo
rompa del cuerpo y verme libre pueda,
           y en la tercera rueda,
           contigo mano a mano,
           busquemos otro llano,
busquemos otros montes y otros ríos,
otros valles floridos y sombríos
donde descanse y siempre pueda verte
           ante los ojos míos,
sin miedo y sobresalto de perderte?

     Nunca pusieran fin al triste lloro
los pastores, ni fueran acabadas
las canciones que solo el monte oía,
si mirando las nubes coloradas,
al tramontar del sol orladas d’oro,
no vieran que era ya pasado el día;
           la sombra se veía
           venir corriendo apriesa
           ya por la falda espesa
del altísimo monte, y recordando
ambos como de sueño, y acusando
el fugitivo sol, de luz escaso,
           su ganado llevando,
se fueron recogiendo paso a paso.

[c. 1534]

Garcilaso de la Vega (Toledo, España, ?1499-Niza, Francia, 1536), Obra poética y textos en prosa, estudio preliminar de Rafael Lapesa, edición de Bienvenido Morros, Crítica, Barcelona, 1995 vía Centro Virtual Cervantes

Fundación Garcilaso de la Vega - Revista de la Universidad de México - Nueva Revista

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Ilustración: Supuesto retrato de Garcilaso de la Vega, anónimo (detalle) Wikimedia Commons