martes, agosto 31, 2021

Arthur Rimbaud / Infancia III



En el bosque hay un pájaro, su canto hace que te detengas y te sonrojes.
Hay un reloj que no marca las horas.
Hay una hondonada con un nido de animales blancos.
Hay una catedral que desciende y un lago que sube.
Hay un carruaje pequeño abandonado en los matorrales, o que baja corriendo por 
     el sendero, adornado con cintas.
Hay una compañía de pequeños comediantes disfrazados, que se perciben en el 
     camino a través de la linde del bosque.
Hay, por fin, cuando uno tiene hambre y sed, alguien que te expulsa.

[1873-1875]

Arthur Rimbaud (Charleville, Francia, 1854-Marsella, Francia, 1891), Poésies. Une saison en enfer. Illuminations, Louis Forestier, Gallimard, París, 1973
Versión de Eduardo Conde


Ilustración: Dibujo de Isabelle Rimbaud -c.1896- sobre bocetos realizados en los últimos momentos de vida de Arthur Rimbaud. Histoires littéraires n° 57, Enero-febrero-marzo de 2014/Arthur Rimbaud, le poète. Iconographie


Au bois il y a un oiseau, son chant vous arrête et vous fait rougir.
H y a une horloge qui ne sonne pas.
Il y a une fondrière avec un nid de bêtes blanches.
H y a une cathédrale qui descend et un lac qui monte.
Il y a une petite voiture abandonnée dans le taillis, ou qui descend le sentier en 
     courant, enrubannée.
Il y a une troupe de petits comédiens en costumes, aperçus sur la route à travers 
     la lisière du bois.
Il y a enfin, quand l'on a faim et soif, quelqu'un qui vous chasse.

lunes, agosto 30, 2021

Susana Villalba / Marea



Esa conspiración en el susurro
cuando nada dicen,
persiste el mar
y la piedra en deshacerse
resistiendo.
Quizá belleza
es esa colisión
eternamente fugaz.
Como el mar el deseo
es movimiento
que comienza donde parece
acabar.
Inútil seducción y sin embargo
la piedra se transforma.
En el amor
se sabe por el cuerpo
el límite del cuerpo.
Es su plenitud.
Esa revelación
que acaba cuando comienza
a hablar.
Como arena arrebatada
por el agua
que toma y abandona
al mismo tiempo.
Querer ir más allá del mar
es el mar.
Ese murmullo que parece responder
es movimiento,
un rugido
como el fracaso siempre de un deseo
es el deseo.
Inútil preguntar la razón
que desconoce un corazón
de agua.
El mar como el sueño
rumorea en la orilla
restos
de la profundidad.
Porque nada dice
dice el mar:
que la verdad es agua
entre las manos
se sabe por tocar.

Caminatas, 1999

Susana Villalba (Buenos Aires, 1956) 

Sin pelaje, sin sombra. Antología poética
Llantén, 
Buenos Aires, 2019










Foto: Imagen del video de Nadina Marquisio en YouTube, 12 de agosto de 2019 Nadina Marquisio/ Llantén

domingo, agosto 29, 2021

Anna Ajmátova / Dos poemas




Me diste una juventud difícil.
Tanta tristeza en el camino.
¿Teniendo un alma pobre
cómo puedo ofrecerte riquezas?
Una canción larga, halagadora,
el destino canta sobre la gloria.
¡Señor! Soy tu esclava
descuidada y tacaña.
No seré ni la rosa, ni una brizna de hierba
en los jardines del Padre.
Cada migaja me hace temblar,
la palabra de un tonto, también.

1912

*
¡Mi cuerpo cambió terriblemente,
mi boca se puso fea!
No deseaba una muerte así,
no había marcado esta fecha.
Me pareció que en lo alto
una nube chocaba con otra nube,
y que el fuego de un rayo
y la voz de la gran dicha
descendía sobre mí como los ángeles.

1913

Anna Ajmátova (Bolshoi Fontán, Ucrania, 1889 - Domodedovo, Rusia, 1966)

Detrás de mí marchan millones
,
Llantén, 
Buenos Aires, 2021
Versiones de Natalia Litvinova









Imagen: Anna Ajmátova por Amedeo Modigliani, París, 1911 Memorial Museum Anna Akhmatova en San Petersburgo/ France Culture/ Getty Images

sábado, agosto 28, 2021

Eugenio Montejo / Islandia



Islandia y lo lejos que nos queda,
con sus brumas heladas y sus fiordos
donde se hablan dialectos de hielo.

Islandia tan próxima del polo,
purificada por las noches
en que amamantan las ballenas.

Islandia dibujada en mi cuaderno,
la ilusión y la pena (o viceversa).

¿Habrá algo más fatal que este deseo
de irme a Islandia y recitar sus sagas,
de recorrer sus nieblas?

Es este sol de mi país
que tanto quema
el que me hace soñar con sus inviernos.
Esta contradicción ecuatorial
de buscar una nieve
que preserve en el fondo su calor,
que no borre las hojas de los cedros.

Nunca iré a Islandia. Está muy lejos.
A muchos grados bajo cero.
Voy a plegar el mapa para acercarla.
Voy a cubrir sus fiordos con bosques de palmeras.

Eugenio Montejo (Caracas,1938 - Valencia, Venezuela, 2008), "Algunas palabras", 1976, Obra completa. Poesía I, Pre-Textos, Valencia, España, 2021


viernes, agosto 27, 2021

Sinéad Morrissey / Genética



Mi padre está en mis dedos pero mi madre está en mis palmas.
Los levanto y los miro con gusto:
sé por mis manos que mis padres me hicieron. 

Pueden que hayan sido echados a tierras distintas,
a hemisferios distintos, quizás acostándose con otros amantes
pero en mí ellos se tocan donde los dedos se unen a las palmas. 

Sin nada más de su unión que los amigos
que buscan rescatar su imagen de un río,
al menos sé de su matrimonio por mis manos. 

Conformo una capilla donde se yergue una torre.
Y cuando la doy vuelta,
mi padre está por mis dedos, mi madre está por mis palmas 

recatada ante un sacerdote recitando salmos.
Mi cuerpo es el registro de su matrimonio.
Represento una vez más su boda con mis manos.

Así que llévame contigo, toma lo que pide la piel
para reflejarse en los cuerpos del futuro.
Voy a legar mis dedos si tú legas tus palmas.
Sabemos que nuestros padres nos hacen por nuestras manos.

Sinéad Morrissey (Portadown, Irlanda del Norte, Reino Unido, 1972), The State of the Prisons, Carcanet, Manchester, 2005
Traducción de Jorge Fondebrider



Genetics

My father’s in my fingers, but my mother’s in my palms.
I lift them up and look at them with pleasure –
I know my parents made me by my hands.

They may have been repelled to separate lands,
to separate hemispheres, may sleep with other lovers,
but in me they touch where fingers link to palms.

With nothing left of their togetherness but friends
who quarry for their image by a river,
at least I know their marriage by my hands.

I shape a chapel where a steeple stands.
And when I turn it over,
my father’s by my fingers, my mother’s by my palms.

Demure before a priest reciting psalms.
My body is their marriage register.
I re-enact their wedding with my hands.

So take me with you, take up the skin’s demands
for mirroring in bodies of the future.
I’ll bequeath my fingers, if you bequeath your palms.
We know our parents make us by our hands.

jueves, agosto 26, 2021

José Emilio Pacheco / Caín



Su nombre es testimonio de la Caída:
Caín, el can de la corrupción,
el perro rabioso
que la tribu mata a pedradas.
Caín, la propiedad, el poder, la soberbia.
Caín, la cárcel
del vulnerable cuerpo afligido
por el ansia de herir y dar la muerte.
Calcinación de la furia homicida
para que abra la boca la tierra,
devore al muerto y produzca su fruto.
(Pero la sangre clamará venganza.)

Caín, caimán, calabozo, cadena
de capataz que sujeta al vencido
(su hijo, su hermano)
y lo convierte en bestia de labor y de carga.
Caín el canalla. Caín el cáncer
de la doliente humanidad que con él nacía.
Caín carnicero.
Caín el caos que reemplazó al paraíso.

Cardos y espinas lo que fue el Edén.
Sudor, dolor para labrar la tierra
que nos detesta
como intrusos depredadores.

El frío, el calor, el terremoto, el diluvio
o la sequía, la tempestad, la epidemia
muestran hasta que punto nos aborrece la tierra.
nos ve como insectos
torturadores que la roen por dentro
y la saquean, envenenan, destruyen.

Caín no perdonó la afrenta de que su hermano
fuera alabado.
Y le dio muerte. Quizá
Abel también lo odiaba. (Al respecto
hay un silencio en el Génesis.)

Tal vez el precio de la Caída radique
en la fiera nostalgia de cada ser
que sin saberlo recuerda: Adán
tuvo el Edén sin compartirlo con nadie.
Eva no fue invasora ni semejante sino una parte
de su infinita perfección y su carne ilesa,
no esclavizada al transcurrir ni al dolor.

Caín mató a su hermano y abrió la historia.
«¿Qué hemos hecho?»,
habrá exclamado Adán frente a Eva,
primera Máter Dolorosa, Pietà
con el hijo muerto,
con la primera víctima, el primer eslabón
de la cadena interminable.
A través de su cuerpo herido vino la muerte
a compartir con el Mal el mundo.

Caín quedó condenado a ser extranjero errante
en el planeta del castigo,
a tener conciencia, a ser conciencia culpable.

Caín nuestro padre.
El fundador de las ciudades.

José Emilio Pacheco (Ciudad de México, 1939-2014), "Miro a la tierra", 1984-1986, Tarde o temprano (Poemas 1958-2009), Tusquets Editores, Barcelona, 2010


miércoles, agosto 25, 2021

Natalia Litvinova / De "La nostalgia es un sello ardiente", 2



*
Mi abuela materna nació en Pabeda,
que en ruso significa “victoria”.
No terminó el colegio. Trabajó en el campo,
vivía de la tierra y amaba a los animales.

Mi abuelo paterno fue soldado en la Segunda Guerra.
Durante la invasión nazi a Bielorrusia
quemaron 9097 pueblos.
Unos soldados tatuaron en sus brazos
naipes, cigarrillos, mujeres semidesnudas,
la palabra “casa”.

Los abuelos de Catalina también fueron a la guerra.
Sobrevivieron. Dmitri perdió un ojo.
Anna nunca habló de lo que perdió.

Le pregunté a mamá qué sabía de sus suegros.
Casi nada, nuestro árbol genealógico
es un árbol podado.

Mi abuela materna fue enviada 
a un campo de trabajo forzado. 
Tenía las manos diminutas.
Estatura baja. 
La confundían con una niña.
La esposa de un nazi se apiadó de ella:
A ésta no se la daremos a los cerdos.

De mi abuelo materno no sé nada.
Se fue cuando mamá cumplió tres años,
antes le regaló una muñeca.

El padrastro apareció 
unos años después.
Construía cabañas de día 
y de noche tomaba vodka.
Una vez llevó a mamá al bosque
para que la comieran los lobos.
Intentó matarla tres veces.

Natalia Litvinova (Gómel, Bielorrusia, 1986), La nostalgia es un sello ardiente, Llantén, Buenos Aires, 2020


martes, agosto 24, 2021

Birgit Kreipe / Dos poemas



san clemente

una iglesia
debajo de otra iglesia
debajo un templo duro como hueso.

cada capa un sueño en sí mismo y
sueñan una con otra, una sobre otra
apiladas, en una:

el sufrimiento de catalina, iluminado
solo por la ilusión de su aureola.
vectores, su rotación dorada entre el aura

y el más allá bizantino de la cúpula.
sueños de tortura como desde la caja de magia
de la depresión. transfiguración, un paraíso

solo por unos segundos. una aguja se mueve
se arrancan flores de la pared
se multiplican, susurran – ya están pisoteadas.

vos, con el lampazo, el balde
¿ves cómo se divide un río a los pies
de la pared, justo detrás de los viejos dioses?

sí, siempre debe ser esperanza
resplandor en el agua, tu imagen reflejada.
debajo de la iglesia hay otra iglesia

y debajo un templo blanco como hueso.
y debajo una casa, todo olvidado
y debajo el infierno. o una fuente.


el cielo es un perro azul

ceniza es el fantasma más grande: massa confusa, demencia pura*. ahora mismo solo ves
siluetas corriendo hacia el puerto, aunque ahí ya no haya ningún puerto. todas se abalanzan al mismo tiempo. todas caen al mismo tiempo. los perros le ladran al emperador. porque el emperador nunca vendrá. el pobre templo y las pobres paredes. miríadas de partículas, palabras deambulan por los frescos. azul erizado con patas de luz, una boca de bayas y tierra, custodia la villa nerviosa. la luna la luna sale por el pórtico columnas de reflejo/luz. las orejas telescópicas se levantan: traqueteás en un carro lechero. interpretar esto que emana.

* No hay realmente mejor analogía para la represión, por la que algo anímico es a la vez inaccesible y conservado, que la del entierro como el que tuvo por destino Pompeya y del que la ciudad pudo reedificarse a través del trabajo de las layas.
Sigmund Freud, 1907. [En El delirio y los sueños en la «Gradiva» de W. Jensen. N. de la T.] 

Birgit Kreipe (1964, Hildesheim, Alemania), Soma, Kookbooks, Berlín, 2016
Versiones de Silvana Franzetti



san clemente

eine kirche
darunter noch eine kirche
darunter ein knochenharter tempel.

jede schicht ein eigener traum, und
sie träumen voneinander, übereinander
gestapelt, in einer:

das leid katharinas, erleuchtet
nur vom wahn ihres heiligenscheins.
vektoren, ihr goldener spin zwischen aura

und byzantinischem jenseits der kuppel.
folterträume, wie aus dem zauberkasten
der depression. verklärung, ein paradies

nur für sekunden. ein zeiger bewegt sich
aus der wand brechen blumen
wuchern, flüstern – sind schon zertreten.

du mit dem wischmopp, dem eimer
siehst du, wie sich am fuß der wand
ein fluss teilt, gleich hinter den alten göttern?

ja, es soll immer hoffnung sein
schimmer auf wasser, dein spiegelbild.
unter der kirche ist noch eine kirche

und darunter ein knochenweißer tempel
und darunter ein haus, alles vergessen
und darunter die hölle. oder ein brunnen. 


der himmel ist ein blauer hund

asche ist das größte gespenst: massa confusa, pure demenz*. siehst gerade noch
schemen zum hafen rennen, obwohl da kein hafen mehr ist. alle stürzen gleichzeitig los. alle stürzen gleichzeitig hin. die hunde bellen den kaiser an. weil der kaiser niemals kommt. der arme tempel, und die armen wände. myriaden teilchen, worte geistern durch fresken. gesträubtes blau, mit pfoten aus licht, einem maul aus beeren und erde bewacht die nervöse villa. der mond der mond geht im portikus auf säulen aus widerschein/licht. teleskopohren richten sich auf: du rumpelst in einem milchwagen. deute dieses verströmen.

* Es gibt wirklich keine bessere Analogie für die Verdrängung, die etwas Seelisches zugleich unzugänglich macht und konserviert, als die Verschüttung, wie sie Pompeji zum Schicksal geworden ist und aus der die Stadt durch die Arbeit des Spatens wieder erstehen konnte. 
Sigmund Freud, 1907

lunes, agosto 23, 2021

Ted Kooser / Sobrevivir



Hay días en que el miedo a la muerte es tan ubicuo como la luz.
Lo ilumina todo. Sin él, quizá no me hubiese fijado
en esta mariquita, brillante como una gota de sangre
en el blanco alféizar de la ventana.
Su cabeza no es más grande que un punto, sus ojos como picos de aguja,
se ha detenido un instante para descansar, las rodillas apretadas,
el delicado encaje de las alas bajo una cubierta protectora.
Al acercarse a ella el miedo a la muerte, tan pendiente de cuanto vive,
la diminuta antena deja de moverse.

Ted Kooser (Ames, Iowa, Estados Unidos, 1939), Delights & Shadows, Copper Canyon Press, Port Townsend, Washington, 2004
Versión de Jonio González



SURVIVING

There are days when the fear of death is as ubiquitous as light. It
illuminates everything. Without it, I might not have noticed this
ladybird beetle, bright as a drop of blood
on the window’s white sill.
Her head no bigger than a period, her eyes like needle points,
she has stopped for a moment to rest, knees locked, wing covers hiding
the delicate lace of her wings.
As the fear of death, so attentive to everything living, comes near her, the
tiny antennae stop moving.

domingo, agosto 22, 2021

Rokhl Korn / Mis manos



Mis manos
-dos mundos,
con líneas rectas y curvas
de ríos, montañas y valles
a través de hondonadas cada vez más estrechas,
talladas a lo largo de miles de años,
mi destino fluye como un agua desconocida y triste-
a veces hacia ti,
a veces de ti,
y a veces hacia un objetivo desconocido y remoto.
Las diez medias lunas de un rosa muy pálido
nunca están apagadas
sobre las olas temblorosas de mi sangre
y como testigos eternos, guardan
el dulce secreto de las yemas de mis dedos.
Y si en ocasiones en el abismo del tiempo
los mundos separados de nuestras manos se encuentran,
inmóviles y tranquilas,
confusas por una alegría demasiado repentina,
los dos soles rojos permanecen por un instante en nuestra carne.

Rokhl (Rachel) Korn, (Pidlisky, actual Ucrania, 1898 - Montreal, Canadá, 1982), Selected Poems, M. Landau, Nueva York, 1986
Traducción del yiddish al inglés, Mayer Landau
Traducción del inglés al castellano, Jonio González
(El original en yiddish, en www.rachelkorn.com)




MY HANDS

My hands-
Two worlds,
With straight, and crooked lines
Of rivers, mountains and valleys
Through narrow, tapering gullys,
Carved by thousands of years
My fate flows, like an unknown and sorrowful water-
Sometimes to you,
Sometimes from you,
And sometimes to an unknown far-off goal.
The ten pink-white pale half moons
Are never snuffed out
Over the quivering waves of my blood
And like eternal witnesses, guard
The sweet secret of my fingertips.
And if sometimes in the abyss of time
The separate worlds of our hands meet,
Then for a moment
Motionless, still,
Hazy from too much sudden joy
The two red suns remain in our flesh.

sábado, agosto 21, 2021

Tonino Guerra / Cuatro poemas




La belleza

Cuando me llevaste por primera vez
a ver el Bolshoi
parecía que todos los palcos
eran una montaña de oro
que se me venía encima.

Yo estaba con la espalda doblada;
pero vos me dijiste:
"Ponete derecho, que la belleza no pesa".


Amarcord

Lo sé, lo sé, lo sé,
el hombre a los cincuenta años
tiene siempre las manos limpias
y yo me las lavo dos o tres veces al día
pero es cuando me veo las manos sucias
que me acuerdo de cuando
era chico


Los bueyes

Decile a mis bueyes que terminaron
que su trabajo no nos sirve más
que hoy se hace antes con tractor.
Y después también conmovámonos
al pensar en el esfuerzo que hicieron miles de años
mientras ahí van con la cabeza gacha
detrás de la larga cuerda del matadero.


La mariposa

Contento, propiamente contento
he estado muchas veces en la vida
pero más que ninguna cuando
me liberaron en Alemania
y me puse a mirar una mariposa
sin ganas de comérmela.

Tonino Guerra (Santarcangelo di Romagna, Italia, 1920-2012), Museo Tonino Guerra
Traducción de Jorge Aulicino

N. del T.: Guerra escribió sus poemas mayormente en el dialecto galo-italiano llamado romagnolo (romañol). Las traducciones al italiano oficial en que se basan estas versiones al castellano suponemos que las hizo el propio Guerra. Más abajo reproducimos como ejemplo el original de "Los bueyes".


Foto: Tonino Guerra en el festival Il Cinema Ritrovato, Boloña, 2010 Roberto Serra/Iguana Press/Getty Images


La bellezza

Quando mi hai portato per la prima volta
a vedere il Bolschoj
sembrava che tutti i palchi
fossero una montagna d’oro
che mi cadeva addosso.

E io stavo con la schiena piegata;
ma tu mi hai detto:
“Stai dritto che la bellezza non pesa”.

Amarcord

Lo so, lo so, lo so
che un uomo, a 50 anni,
ha sempre le mani pulite
e io me le lavo due o tre volte al giorno
ma è quando mi vedo le mani sporche
che io mi ricordo di quando
ero ragazzo

I Buoi

Ditelo ai miei buoi che l’è finita
che il loro lavoro non ci serve più
che oggi si fa prima col trattore.
E poi commuoviamoci pure
a pensare alla fatica che hanno fatto per mille anni
mentre eccoli lì che se ne vanno a testa bassa
dietro la corda lunga del macello.

En romañol:

I Bu 

Andé a di acsè mi bu ch’i vaga véa,
che quèl chi à fat i à fatt,
che adèss u s’èra préima se tratour.
E’ pianz e’ còr ma tòtt, ènca mu mè,
avdai ch’i à lavurè dal mièri d’ann
e adèss i à d’andè véa a tèsta basa
dri ma la còrda lònga de’ mazèll.


La farfalla

Contento, proprio contento
sono stato molte volte nella vita
ma più di tutte quando
mi hanno liberato in Germania
che mi sono messo a guardare una farfalla
senza la voglia di mangiarla.

viernes, agosto 20, 2021

Nicanor Parra / De "Poemas y antipoemas", 3



Autorretrato

Considerad, muchachos,
Este gabán de fraile mendicante:
Soy profesor en un liceo obscuro,
He perdido la voz haciendo clases.
(Después de todo o nada
Hago cuarenta horas semanales).
¿Qué les dice mi cara abofeteada?
¡Verdad que inspira lástima mirarme!
Y qué les sugieren estos zapatos de cura
Que envejecieron sin arte ni parte.

En materia de ojos, a tres metros
No reconozco ni a mi propia madre.
¿Qué me sucede? -¡Nada!
Me los he arruinado haciendo clases:
La mala luz, el sol,
La venenosa luna miserable.
Y todo ¡para qué!
Para ganar un pan imperdonable
Duro como la cara del burgués
Y con olor y con sabor a sangre.
¡Para qué hemos nacido como hombres
Si nos dan una muerte de animales!

Por el exceso de trabajo, a veces
Veo formas extrañas en el aire,
Oigo carreras locas,
Risas, conversaciones criminales.
Observad estas manos
Y estas mejillas blancas de cadáver,
Estos escasos pelos que me quedan.
¡Estas negras arrugas infernales!
Sin embargo yo fui tal como ustedes,
Joven, lleno de bellos ideales,
Soñé fundiendo el cobre
Y limando las caras del diamante:
Aquí me tienen hoy
Detrás de este mesón inconfortable
Embrutecido por el sonsonete
De las quinientas horas semanales.

Nicanor Parra (San Fabián de Alico, Chile, 1914-Santiago de Chile, 2018), "Poemas y antipoemas", 1954, Obra Gruesa, Editorial Universitaria de Chile, 1971


Foto: Cáñamo

jueves, agosto 19, 2021

Kerry Hardie / Caballos de febrero



Los caballos bajan
por la cañada, hollando un camino
de la pradera superior a la inferior,
pasando el establo rojo

escondido debajo de un diseño de ramas;
cinco de ellos, de color castaño, uno con una mancha en la frente,
los cascos esforzándose contra
la constante succión del barro.

Estuvieron esperando allí
toda la noche;
ahora se rezagan
en los pastos recortados y pantanosos.

Nada puede reprimir que la mirada vea
las largas crines al viento desnudo,
el ritmo del hueso y el músculo debajo del pelaje embarrado,
los ojos húmedos;

y nada puede sofocar la seriedad del asombro que imparten
a la fina y oscura mañana,
las luces encendidas,
el sedimento de larga derrota almacenado en el hueso.

Kerry Hardie (Singapur, 1951), Selected Poems, Gallery Press, Oldcastle, 2011
Traducción de Jorge Fondebrider


Foto: RTÉ

February Horses

The horses are moving down
through the gap, treading a way
from upper meadow to lower,
past the red barn

crouched in a pattern of branches;
five of them, chestnuts, one with a blaze,
hooves pulling against
the steady suck of mud.

They have been waiting up there
all through the night;
now they straggle
the cropped and boggy pasture.

Nothing can quell the leap of the eye seeing
the long manes in the stripping wind,
the rhythm of bone and muscle under the mudded coats,
the pooled eyes;

and nothing can quell the gravitas of awe that they impart
to the thin, dark morning,
lights burning,
the sediment of long defeat stored in the bone.

miércoles, agosto 18, 2021

Elvira Hernández / Tres poemas




Vengo del País de los Vertederos Eternos, del Aerosol
Templado, de los Montes de Piedad haciendo nata. Flora
y Fauna Travesti largándose por el larguero de tierra
sableada. Despeñados por la Montaña Rusa nuestros
sesos lloran Edén y Landia, Cielo y Tierra.
Y, ¡héme aquí en el lobby del Viejo Mundo!

Atrás quedaron los Piececitos Azules en la Feria Persa
 y Coreana. 

Carta de viaje, Último Reino, Buenos Aires, 1989


Odiseo supo más por odiseo

Con nudo ciego se amarró a los barrotes
de la ventana cuando pasaron las Sirenas
a eso de la hora 23.
Frente a su nariz se repeinaron, pusieron
otra vez al rojo sus labios las bellas, estiraron
sus medias por un infinito de piernas y
no se lo llevaron ni por los tacos
                       (¿En qué Era nos encontramos?)
Él ya cortaba las amarras para vengarse
y hacerlas tragar semen. Pero también pensaba
en una jugada popular y clásica: “¿Me puedes decir
la hora, por favor?”:
Finalmente se durmió sin darse. Y ellas se alejaron
hacia la Zona de los Juegos Electrónicos.

Álbum de Valparaíso, LOM, Santiago, 2002


20. CYBORG EN EL CAMINO

Me encuentro con ella en la Vega Central.
Pudo competir en halterofilia
pero le robaron sus papeles
Dice que se siente como el cohete Rayo
impotente de atravesar la atmósfera.
En el aparcadero la conocen como “La Grúa”.
Con sus enormes brazos
retira la carga más pesada de los camiones.
Cuenta que toda su familia
es burro de carga.
En confianza me habla
de sus implantes metálicos en los antebrazos.
Les da un par de sonoros besos.
Por ellos no le falta trabajo.
Sin embargo soltamos unos lagrimones
por el fin del ciclo agrario.
Después hacemos un brindis
para que la vida mantenga sus oportunidades.

Cuaderno de deportes, Cuarto Propio, Santiago, 2010; Provincianos Editores, Santiago, 2021

Elvira Hernández (Lebu, Arauco, Chile, 1951), "Releer a Elvira Hernández. Antología poética", Karem Pinto, Ana María Baeza C., Nomadías, nº 16, Universidad de Chile, noviembre de 2012


martes, agosto 17, 2021

Enrique Cadícamo / Nunca tuvo novio


[Tango]

Pobre solterona te has quedado
sin ilusión, sin fe...
Tu corazón de angustias se ha enfermado,
puesta de sol es hoy tu vida trunca.
Sigues como entonces releyendo
el novelón sentimental,
en el que una niña aguarda en vano
consumida por un mal de amor.

En la soledad
de tu pieza de soltera está el dolor.
Triste realidad
es el fin de tu jornada sin amor...
Lloras y al llorar
van las lágrimas temblando tu emoción;
en las hojas de tu viejo novelón
te ves sin fuerza palpitar.

Deja de llorar
por el príncipe soñado que no fue
junto a ti a volcar
el rimero melodioso de su voz.
Tras el ventanal,
mientras pega la llovizna en el cristal
con tus ojos más nublados de dolor
soñás un paisaje de amor.

Nunca tuvo novio, ¡pobrecita!
¿Por qué el amor no fue
a su jardin humilde de muchacha
a reanimar las flores de sus años?
¡Yo, con mi montón de desengaños
igual que vos, vivo sin luz,
sin una caricia venturosa
que haga olvidar mi cruz!

[1930]

Enrique Cadícamo (General Rodríguez, Argentina, 1900-Buenos Aires, 1999)


Foto: Wikimedia Commons

Silvia Paglieta / De "La forma de envolver el río"



8

Río abajo,
pasando el vado,
a la playa
se la llevó el viento.
Anoche la tormenta,
la arena.
No hay huellas,
como si todo
volviera a empezar.
Un pez pequeño
me toca la pierna,
sube.
Y goza.


36

Salgo del vado
ramas de morera,
tomillo,
salvia.
Es ácido el olor.
Las venas
aceptan el aire
de la sierra.
Hay dos caballos
desbocados, salvajes
que cruzan y
atraviesan el miedo.
Vaya a saber
qué flores
podré recuperar
después de la estampida.

Silvia Paglieta (Provincia de Buenos Aires, Argentina, 1952)

La forma de envolver el río
,
Barnacle, 
Buenos Aires, 2021










Foto: Gentileza de Barnacle

lunes, agosto 16, 2021

John Ashbery / Músicos callejeros



Uno murió y extrajeron el alma
Del otro en vida, que caminando por las calles
Arropado en una identidad como un abrigo, ve una y otra vez
Las mismas esquinas, volúmenes, sombras
Bajo los árboles. Más allá de donde nadie fue llamado
Jamás, a través de aires y caminos cada vez más suburbanos
Con el otoño cayendo sobre todo:
Las hojas afelpadas, los enseres en barriles 
De una familia desconocida en pleno desalojo
A la calle, fue y es. Las demás miradas absortas
En lo que otro se disponía a realizar:
Revelaciones al fin. Así comenzaron a odiarse y olvidarse uno al otro.

Entonces acuno este violín mediocre que sólo conoce
Melodías olvidadas de algún espectáculo, pero sostiene
La posibilidad de la declamación libre anclada
En un opaco refrán, el año que rota sobre sí mismo
En noviembre con pausas entre los días
Más literales, la carne más visible en el hueso.
Nuestra pregunta acerca de un lugar de origen pende
Como el humo: cómo hicimos picnic en los bosques de pinos,
En caletas con el agua siempre filtrando más alto dejamos
Nuestra basura, esperma y excremento por todas partes, ensuciando
El paisaje, para hacer de nosotros lo que pudimos.

John Ashbery (Rochester, Estados Unidos, 1927-Hudson, Estados Unidos, 2017), Houseboat Days.Poems by John Ashbery, Penguin Books, 2da. edición, Nueva York, 1979
Versión de Iván Ivanissevich


Foto: John Ashbery, 2005 Steve Pyke/Getty Images

STREET MUSICIANS

One died, and the soul was wrenched out
Of the other in life, who, walking the streets
Wrapped in an identity like a coat, sees on and on
The same corners, volumetrics, shadows
Under trees.  Farther than anyone was ever
Called, through increasingly suburban airs
And ways, with autumn falling over everything:
The plush leaves the chattels in barrels
Of an obscure family being evicted
Into the way it was, and is.  The other beached
Glimpses of what the other was up to:
Revelations at last.  So they grew to hate and forget each other.

So I craddle this average violin that knows
Only forgotten showtunes, but argues
The possibility of free declamation anchored
To a dull refrain, the year turning over on itself
In November, with the spaces among the days
More literal, the meat more visible on the bone.
Our question of a place of origin hangs
Like smoke: how we picnicked in pine forests,
In coves with the water always seeping up, and left
Our trash, sperm and excrement everywhere, smeared
On the landscape, to make of us what we could.

domingo, agosto 15, 2021

Santa Teresa de Jesús / Alma, buscarte has en Mí



Alma, buscarte has en Mí,
Y a Mí buscarme has en ti.

De tal suerte pudo amor,
Alma, en Mí te retratar,
Que ningún sabio pintor
Supiera con tal primor
Tal imagen estampar.

Fuiste por amor criada
Hermosa, bella, y ansí
En mis entrañas pintada,
Si te pierdes, mi amada,
Alma, buscarte has en Mí.

Que Yo sé que te hallarás
En mi pecho retratada,
Y tan al vivo sacada,
Que si te ves te holgarás,
Viéndote tan bien pintada.

Y si acaso no supieres
Dónde me hallarás a Mí,
No andes de aquí para allí,
Sino, si hallarme quisieres,
A Mí buscarme has en ti.

Porque tú eres mi aposento,
Eres mi casa y morada,
Y así llamo en cualquier tiempo,
Si hallo en tu pensamiento
Estar la puerta cerrada.

Fuera de ti no hay buscarme,
Porque para hallarme a Mí,
Bastará sólo llamarme,
Que a ti iré sin tardarme
Y a Mí buscarme has en ti.

Teresa de Cepeda y Ahumada, Santa Teresa de Jesús (Ávila, España, 1515-Alba de Tormes, España, 1582), Poesía y pensamiento. Antología, Alianza, Madrid, 2018


Imagen: Santa Teresa de Jesús por Juan de la Miseria, mediados del siglo XVI Wikimedia Commons

sábado, agosto 14, 2021

Michael O'Loughlin / Un poeta letón escribe una oda al capitalismo



Estuvo muy bien que Pablo Neruda,
Mayakovsky y todos esos camaradas
escribieran sus Odas al Trabajo: tenían
obreros siderúrgicos stajanovistas,
choferes de tractores rojos arando suelo virgen.
Pero, ¿y yo? ¿Cómo voy a elogiar
al operador telefónico,
al mozo del hotel boutique,
al agente inmobiliario que le alquila cuartos a eslovacos? 

Me siento aquí ocho horas al día con mi uniforme azul
en la caja registradora del Tesco’s
tratando de pensar en un nombre
para lo que hago en realidad.
Mis compañeros de trabajo se llaman Mariska o Muhummad
no sé dónde viven
no sé lo que comen. 

Lo único que sé es que somos sacerdotes de la casta inferior
en la iglesia más grande que la historia ha visto alguna vez.
La gente viene hasta el altar,
ponemos las manos sobre los frutos de la tierra
y se los damos a la gente que los hizo,
bendecidos, santificados, pagados. 

No, no tengo ganas de escribir una oda a la gente como yo.
De todos modos, hay una fiesta en un departamento en Baggot Street
y el tipo de Brasil tiene porros de los buenos.

Michael O'Loughlin (Dublín, 1958), Poems:1980-2015, New Island Books, Dublín, 2016
Traducción de Jorge Fondebrider



A Latvian Poet Writes an Ode To Capitalism

It was all very well for Pablo Neruda,
Mayakovsky and all those comrades
To write their Odes to Labour: they had
Stakhanovite steelworkers,
Drivers of red  tractors breaking virgin soil.
But what about me? How am I to praise
The call-centre operative,
The barista in the boutique hotel,
The estate agent renting out boxes to Slovaks? 

I sit here eight hours a day in my blue uniform
At the cash register in Tesco’s
Trying to think of a name
For what I actually do.
My co-workers are called Mariska or Muhummad
I do not know where they live
I do not know what they eat. 

All I know is we are low-caste priests
In the greatest church that history has ever seen.
The people come to the altar rail,
We lay our hands on the fruits of the earth
And give them back to the people who made them
Blessed, sanctified, paid for. 
No, I don’t feel up to writing and ode to people like myself.
Anyway, theres a party in a flat in Baggot Street
And the guy from Brazil has some really good dope.

viernes, agosto 13, 2021

Jaan Kaplinski / Dos poemas



Temo a los que temen...

Temo a los que le temen al vacío 
Temo a Pascal pero no a la teoría de la probabilidad 
No le temo a las antigüedades romanas porque 
nacieron en el espacio euclidiano al igual que nosotros 
y mueren allá arriba en el espacio de Piranesi 
como bajo una enorme campana medieval 
donde hay suficiente espacio pero no hay nadie no hay gente no hay Dios 
solo decrépitos aparatos de tortura dormitando 
en la tenue luz de un tiempo que ha sobrevivido a sí mismo 
y al entrar en este lugar te encuentras una vez más con los días grises y sin fin
de tu infancia en la silenciosa ciudad bombardeada

Círculo de Poesía, Año 13, semana 33, agosto de 2021
Versión de Gustavo Osorio de Ita


Volvíamos a casa...

Volvíamos a casa, mi hijo y yo.
Anochecía. La luna joven
se erguía en el cielo del oeste y junto a ella
una sola estrella. Se las mostré a mi hijo
y le expliqué cómo había que saludar a la luna
y que la estrella era la criada de la luna.
Cuando llegábamos a casa, él dijo
la luna está lejos, tan lejos
como el lugar del que volvíamos.
Le dije que la luna está mucho más lejos
y calculé: si alguien caminara
diez kilómetros por día, tardaría
casi cien años en llegar a la luna.
Pero no era eso lo que él deseaba oír.
El camino ya estaba casi seco.
El río se tendía sobre el pantano, patos y otras aves
le graznaban al principio de la noche. La costra de la nieve
crujía bajo los pies: otra vez
caería escarcha. Todas las ventanas de las casas
estaban a oscuras. Junto a nuestra chimenea, 
brillaba la luna, y junto a la luna, 
una sola estrella.

The Wandering Border, Copper Canyon Press, 1987 
Traducción al inglés de Jaan Kaplinski, Sam Hamill y Riina Tamm
Versión en castellano de Mirta Rosenberg y Daniel Samoilovich,
La Nación, Buenos Aires, 24.12.2000

Jaan Kaplinski (Tartu, Estonia, 1941-2021)