(Despierto y siento la pelambre…)
Despierto y siento la pelambre de la sombra, no del día.
¡Qué horas, oh qué horas tan negras pasamos
esta noche! ¡Qué visiones, corazón, has visto, qué caminos caminado!
Y muchos más vendrán, hasta la luz última y tardía.
Doy fe de lo que digo. Pero donde digo
horas quiero decir años, decir vida. Y mi lamento
es reclamo innumerable, cartas muertas que yo intento
enviar al tan distante, ¡ay!, y más amado amigo.
Soy pura hiel, ardor de estómago. Los más hondos decretos
de Dios me hicieron probar sabor amargo: yo era mi sabor;
los huesos en mí se apuntalaron, la carne se llenó, la sangre colmó la maldición.
El leudante del espíritu fermenta una masa sosa. Veo
que así son los condenados, y sus flagelos son
como yo el mío, sus propios yóes sudorosos, mas peor.
Gerard Manley Hopkins (Essex, Inglaterra, 1844-Dublin, 1889), Mirta Rosenberg, "Conversos", El árbol de las palabras. Obra reunida 1984/2006, editorial Bajo la Luna, Buenos Aires, 2006
Imagen: Gerard Manley Hopkins a los 19 años, por George Giberne National Portrait Gallery, Londres
(I wake and feel the fell…)
I wake and feel the fell of dark, not day.
What hours, O what black hours we have spent
This night! what sights you, heart, saw; ways you went!
And more must, in yet longer light’s delay.
With witness I speak this. But where I say
Hours I mean years, mean life. And my lament
Is cries countless, cries like dead letters sent
To dearest him that lives alas! away.
I am gall, I am heartburn. God´s most deep decrees
Bitter would have me taste: my taste was me;
Bones built in me, flesh filled, blood brimmed the curse.
Selfyeast of spirit a dull dough sours. I see
The lost are like this, and their scourge to be
As I am mine, their sweating selves, but worse.
Despierto y siento la pelambre de la sombra, no del día.
¡Qué horas, oh qué horas tan negras pasamos
esta noche! ¡Qué visiones, corazón, has visto, qué caminos caminado!
Y muchos más vendrán, hasta la luz última y tardía.
Doy fe de lo que digo. Pero donde digo
horas quiero decir años, decir vida. Y mi lamento
es reclamo innumerable, cartas muertas que yo intento
enviar al tan distante, ¡ay!, y más amado amigo.
Soy pura hiel, ardor de estómago. Los más hondos decretos
de Dios me hicieron probar sabor amargo: yo era mi sabor;
los huesos en mí se apuntalaron, la carne se llenó, la sangre colmó la maldición.
El leudante del espíritu fermenta una masa sosa. Veo
que así son los condenados, y sus flagelos son
como yo el mío, sus propios yóes sudorosos, mas peor.
Gerard Manley Hopkins (Essex, Inglaterra, 1844-Dublin, 1889), Mirta Rosenberg, "Conversos", El árbol de las palabras. Obra reunida 1984/2006, editorial Bajo la Luna, Buenos Aires, 2006
Imagen: Gerard Manley Hopkins a los 19 años, por George Giberne National Portrait Gallery, Londres
(I wake and feel the fell…)
I wake and feel the fell of dark, not day.
What hours, O what black hours we have spent
This night! what sights you, heart, saw; ways you went!
And more must, in yet longer light’s delay.
With witness I speak this. But where I say
Hours I mean years, mean life. And my lament
Is cries countless, cries like dead letters sent
To dearest him that lives alas! away.
I am gall, I am heartburn. God´s most deep decrees
Bitter would have me taste: my taste was me;
Bones built in me, flesh filled, blood brimmed the curse.
Selfyeast of spirit a dull dough sours. I see
The lost are like this, and their scourge to be
As I am mine, their sweating selves, but worse.
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