Silvia Camerotto *
Las cosas que digo son ciertas. Poesía completa 1949-2000, Blanca Varela (Gog y Magog & Caleta Olivia)
Con su lenguaje ordenado cuenta la desprolijidad de la vida. Un libro indispensable para comprender cómo el lenguaje conduce a una forma cierta de libertad:
Fuente
Junto al pozo llegué,
mi ojo pequeño y triste
se hizo hondo, interior.
Estuve junto a mí,
llena de mí, ascendente y profunda,
mi alma contra mí,
golpeando mi piel,
hundiéndola en el aire,
hasta el fin.
La oscura charca abierta por la luz.
Éramos una sola criatura,
perfecta, ilimitada,
sin extremos para que el amor pudiera asirse.
Sin nidos y sin tierra para el mando.
Fuera de lo general, Jorge Aulicino (Ediciones en Danza)
Una vez más, reflexión sin pausa, cada vez más ajustada, más precisa. Un derrotero que no pierde el rumbo:
Un relojero
Ah, vos, Aristóteles, sentado frente a tu tienda de ramas,
qué lejos nos llevaste:
franjas incidentales del crepúsculo sobre Macedonia
te fueron quizá indiferentes. Golpes
repetidos de la lluvia
y de las mareas: era ése el corazón del mundo.
Una tabla de mareas la existencia, un mecanismo, diría, si
no tuviera el temor de ofenderte.
En este suburbio, tras una maceta de ligustrina,
bajo un toldo de hojas de plátano, la regularidad,
el pulso para desarmar relojes, cambiar piezas
en su interior, propenden a alcanzar mi esquema lógico,
la idea de que todos los sistemas tienen el mismo fundamento,
un dispositivo que une idea y materia,
como si logos los moviese y ordenase, espíritu impersonal
rigiese este mundo pequeño mío en las afueras de una ciudad,
y asimismo el gran ensamblado de sistemas en la galaxia…
Nuestro sistema entero son ruedas que mueven otras ruedas,
a su vez movidas por otras, y todas dotadas de invisibles dientes,
como mis engranajes… De modo que al final
Dios es este teorema que puedo escribir
hoy y mañana y pasado y siempre.
-Ensambla- me dice una voz-,
ensambla y no dejes de ensamblar,
todo debe funcionar
como Dios manda,
aun el envejecimiento de tu propia dentadura,
paralelo al ciclo de las hojas.
No te detengas para escuchar al jilguero, ni para levantar siquiera
la cuchara que acaba de caerse… Son incidentes por fuera
de los libros, de los huracanes metódicos.
La abstracción del suburbio, de los plátanos, de la ligustrina
debe ser tu meta, y debes
alcanzarla antes de morir
o tu sangre llegará al río.
Y sabe Dios que eso es pasar y perderse en los rápidos:
hacerse polvo de agua, y luego nada,
y frío.
* Silvia Camerotto (Temperley, provincia de Buenos Aires, 1959). Poeta. Traductora. Profesora del Laboratorio de Idiomas de la Universidad de Buenos Aires. Publicó los libros de poesía La Grosse Fuge y 420 minutos de abstinencia. Participó en Poetas que traducen poesía y en Argentarium, una antología bilingüe de los poemas breves de Ezra Pound. Publicó La rabdomante y El hombre cuya mano izquierda era un pollo, de la poeta galesa Tiffany Atkinson. Publicó, también, en versión completa, el Paterson, de William Carlos Williams, y La tierra baldía, de T.S. Eliot. Administra el blog De Sibilas y Pitias.
Coincido con Silvia y con otros que también lo mencionaron, "Fuera de lo general" es un excelente poemario. "Oh tú que lees a Baudrillard, ¿conoces algo más real que una tormenta?", "Diario de un neurólogo de guardia", "Un pastor", Una espantosa felicidad"... Alfredo Lemon desde Córdoba
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