sábado, febrero 14, 2009

Amy Lowell / Música



                                                             













El vecino se sienta en la ventana y toca la flauta.
Puedo escucharlo desde mi cama,
Y las notas redondas revolotean y golpetean por el cuarto,
Y se entrechocan,
Y se entremezclan en imprevistos acordes.
Es muy hermoso,
Con las pequeñas notas de la flauta todas a mi alrededor
En la oscuridad.
De día,
El vecino come pan y cebolla con una mano
Y copia música con la otra.
Es gordo y tiene la cabeza pelada,
No miro eso demasiado,
Porque paso rápidamente frente a su ventana.
¡Para mirar, aquí siempre está el cielo
o el agua en el pozo!
Pero cuando llega la noche y toca su flauta,
Lo imagino como un hombre joven,
Con sellos de oro colgando de su reloj
Y un saco azul con botones de plata.
Mientras me acuesto,
Las notas de la flauta pulsan en mis oídos y labios. 
Y me voy a dormir soñando.

 Amy Lowell  (Brookline, Massachusetts, Estado Unidos, 1874-1925), Poetry Magazine of Verse, Vol. IV,  Nº 1, Chicago, Julio de 1914
Versión J. Aulicino 

 Music 
The neighbour sits in his window and plays the flute./From my bed I can hear him,/And the round notes flutter and tap about the room,/And hit against each other,/Blurring to unexpected chords./It is very beautiful,/With the little flute-notes all about me,/In the darkness./In the daytime,/The neighbour eats bread and onions with one hand/ And copies music with the other./He is fat and has a bald head,/So I do not look at him,/But run quickly past his window./There is always the sky to look at,/Or the water in the well!/But when night comes and he plays his flute,/I think of him as a young man,/With gold seals hanging from his watch,/And a blue coat with silver buttons./As I lie in my bed /The flute-notes push against my ears and lips,/And I go to sleep, dreaming. 

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De Amy Lowell en este blog:  Una de las "Cien vistas del Fuji" 

Foto: Amy Lowell en Sevenels, Massachusetts, 1924 Houghton Library, Harvard University/Wikimedia Commons

3 comentarios:

  1. De todas las formas del éxtasis, tal vez la música sea la menos nociva; ni siquiera en este poema es posible resistirse a su influjo, y eso que nosotros no escuchamos la música del flautista; pero afinando el oído, es posible escucharla, ese es el mérito de Lowell. "Cierra tus ojos y escucha".

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  2. GE-NI-AL! :D

    Don Jorge, se extrañan sus columnas en Ñ !!!

    Saludos

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