El retorno del desterrado
Se amontona en borrascas una especie de herrumbroso fango,
no hielo, no nieve, para adherirse al Hôtel de Ville,
donde ensamblados dragones de hierro apresan
la ventisca en su rigor mortis. Una campana
se queja cuando los ecos arrancan
la paja del techo de su torre,
las ametralladoras gatillan, escupen, rajan la madera
y mellan los techos de pizarra sobre la Holstenwall
donde las arrancadas tejas coronan al vencedor. Otoño
e invierno, primavera y verano, los cañones se alistan
y avanzan pesadamente por la estrecha calle de techos agudos
delante de tu gris doliente casa ancestral
donde el nogal dinamitado
sombrea una vieja, rolliza puerta desquiciada por el viento
e intimida al comandante yanqui. No verás
niños engreídos ni encontrarás
al infame canciller de pata de palo
con una nomeolvides en el ojal
cuando los insípidos libertadores se derramen
por la Plaza del Mercado, depositen en tierra las armas
ante el Rathaus; pero ya los puestos de azucenas
hacen germinar la resurgida Renania, y una tosca
catedral eleva su ojo. Bastante grato,
voi ch’entrate, y tu vida está en tus manos.
Robert Lowell (Boston, 1917-Nueva York, 1977), Poemas de Robert Lowell, versiones, prólogo y notas por Alberto Girri, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1979
Notas de Alberto Girri
V.8 Holstenwall: Calle de Hamburgo, ciudad en la que se ubica la acción del poema, durante la entrada de las tropas norteamericanas en la última guerra.
V.17 y 18, The peg-leg and reproachful Chancellor/ With a forget-me-not in his button-hole: Según Staples y otros comentaristas de Lowell, estos versos son una reminiscencia del Tonio Krüger, de Thomas Mann, novela que transcurre en Lubeck, ciudad cercana a Hamburgo, y uno de cuyos personajes solía pasearse con una nomeolvides en el ojal.
V. 21. Rathaus: Ayuntamiento.
V. 24 Voi ch’entrate: En la Divina Comedia (Inferno, III, 9), se habla de una inscripción en la puerta del Infierno: Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate*.
N. de R.: "Dejad toda esperanza, vosotros los que entráis"
The Exile’s Return
There mounts in squalls a sort of rusty mire,/ Not ice, not snow, to leaguer the Hôtel De Ville, where brace pig-iron dragons grip/ The blizzard to their rigor mortis. A bell/Grumbles when the reverberations strip/ The thatching from its spire/ The search-guns click and spit and split up timber/ And nick the slate roofs on the Holstenwall/ Where thorn-up tilestones crown the victor. Fall/ And winter, spring and summer, guns unlimber/ And lumber down the narrow gabled street/ Past your gray, sorry and ancestral house/ Where the dynamited walnut tree/ Shadows a squat, old, wind-torn gate and cows/ The Yankee commandant. You will not see/ Strutting children or meet/ The peg-leg and reproachful chancellor/ With a forget-me-not in his button-hole/ When the unseasoned liberators roll/ Into the Market Square, ground arms before/ The Rathaus; but already lily-stands/ Burgeon the risen Rhineland, and a rough/ Cathedral lifts its eye. Pleasant enough,/ Voi ch’entrate, and your life is in your hands.
Foto: Lowell. Alfred Eisenstaed /Time & Life, The Sun, NY
Se amontona en borrascas una especie de herrumbroso fango,
no hielo, no nieve, para adherirse al Hôtel de Ville,
donde ensamblados dragones de hierro apresan
la ventisca en su rigor mortis. Una campana
se queja cuando los ecos arrancan
la paja del techo de su torre,
las ametralladoras gatillan, escupen, rajan la madera
y mellan los techos de pizarra sobre la Holstenwall
donde las arrancadas tejas coronan al vencedor. Otoño
e invierno, primavera y verano, los cañones se alistan
y avanzan pesadamente por la estrecha calle de techos agudos
delante de tu gris doliente casa ancestral
donde el nogal dinamitado
sombrea una vieja, rolliza puerta desquiciada por el viento
e intimida al comandante yanqui. No verás
niños engreídos ni encontrarás
al infame canciller de pata de palo
con una nomeolvides en el ojal
cuando los insípidos libertadores se derramen
por la Plaza del Mercado, depositen en tierra las armas
ante el Rathaus; pero ya los puestos de azucenas
hacen germinar la resurgida Renania, y una tosca
catedral eleva su ojo. Bastante grato,
voi ch’entrate, y tu vida está en tus manos.
Robert Lowell (Boston, 1917-Nueva York, 1977), Poemas de Robert Lowell, versiones, prólogo y notas por Alberto Girri, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1979
Notas de Alberto Girri
V.8 Holstenwall: Calle de Hamburgo, ciudad en la que se ubica la acción del poema, durante la entrada de las tropas norteamericanas en la última guerra.
V.17 y 18, The peg-leg and reproachful Chancellor/ With a forget-me-not in his button-hole: Según Staples y otros comentaristas de Lowell, estos versos son una reminiscencia del Tonio Krüger, de Thomas Mann, novela que transcurre en Lubeck, ciudad cercana a Hamburgo, y uno de cuyos personajes solía pasearse con una nomeolvides en el ojal.
V. 21. Rathaus: Ayuntamiento.
V. 24 Voi ch’entrate: En la Divina Comedia (Inferno, III, 9), se habla de una inscripción en la puerta del Infierno: Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate*.
N. de R.: "Dejad toda esperanza, vosotros los que entráis"
The Exile’s Return
There mounts in squalls a sort of rusty mire,/ Not ice, not snow, to leaguer the Hôtel De Ville, where brace pig-iron dragons grip/ The blizzard to their rigor mortis. A bell/Grumbles when the reverberations strip/ The thatching from its spire/ The search-guns click and spit and split up timber/ And nick the slate roofs on the Holstenwall/ Where thorn-up tilestones crown the victor. Fall/ And winter, spring and summer, guns unlimber/ And lumber down the narrow gabled street/ Past your gray, sorry and ancestral house/ Where the dynamited walnut tree/ Shadows a squat, old, wind-torn gate and cows/ The Yankee commandant. You will not see/ Strutting children or meet/ The peg-leg and reproachful chancellor/ With a forget-me-not in his button-hole/ When the unseasoned liberators roll/ Into the Market Square, ground arms before/ The Rathaus; but already lily-stands/ Burgeon the risen Rhineland, and a rough/ Cathedral lifts its eye. Pleasant enough,/ Voi ch’entrate, and your life is in your hands.
Foto: Lowell. Alfred Eisenstaed /Time & Life, The Sun, NY
De Robert Lowell en este blog: Hijos de la luz
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