sábado, febrero 28, 2009

Tres poemas de Jorge Teillier


Luces de linternas rotas

Luces de linternas rotas
pueden brillar sobre olvidados rostros,
hacer moverse como antorchas al viento
la sombra de potrillos muertos,
guiar la ciega marcha de las nuevas raíces.

Una débil columna de humo a mediodía
puede durar más que las noches de mil años,
la luz de una linterna rota
ha brillado más que el sol en el oeste.

Una mano sobre las aguas
encuentra las mañanas que perdimos.
En las pupilas de un niño
de nuevo se reflejarán los pescadores
devorados por las viejas mareas.

Alguien escuchará nuestros pasos
cuando nuestros pies sean terrones deformes,
alguien soñará con nosotros
cuando seamos menos que un sueño,
y en el agua en la cual pusimos nuestras manos
siempre habrá una mano
descubriendo la mañana que perdimos.

De El cielo cae con las hojas, 1958


Adiós al Führer

Adiós al Führer, adiós a todo Führer 
habido o por haber.
Adiós a todo Führer verdadero o falso, 
buenas noches, le digo, buenas noches 
con una íntima tristeza reaccionaria.

Adiós al Führer que engullía tortas de selva negra 
mientras sus tanques se alimentaban de caminos de Europa. 
Adiós a todo Führer que ame a Wagner o la Giovinezza 
ya sea lampiño, barbudo o bigotudo.

Adiós al Führer que en submarino huyó a Buenos Aires 
tras matar a Eva y a Blondi, su fiel perro.
Desde los hielos lo oye llamar Miguel Serrano 
mas ni por mar ni por tierra podrán encontrarlo. 
Adiós a todo Führer que nos ordene sepultarnos con él 
tras contemplar cómo arden las ruinas de su Imperio, 
y entretanto no deja a nadie dormir tranquilo 
aunque no hayamos violado, ni robado, ni asesinado.

Adiós a todo Führer que obligue a los poetas 
a censurar sus manuscritos o mantenerlos secretos 
bajo pena de mandarlos a su Isla o Archipiélago 
o a cortar caña bajo el sol de la Utopía.

Adiós al Führer de la Antipoesía
aunque a veces predique mejor que el Cristo de Elqui.
Es mejor no enseñar dogma alguno, aunque sea ecológico, 
cuando ya no se puede partir a Chillán en bicicleta.

Adiós al Chico Molina, cruel Führer de Lo Gallardo 
donde escribió El Lobo Estepario antes que Hermann Hesse, 
aunque N.S. Jesucristo murió por él según lo dice Anguita, 
y adiós por quienes desean que demos el sí cuando amamos el no.

Adiós a todo Führer a quien no le importa 
perder cuarenta o cuarenta mil hombres 
con tal de invadir islas pobladas por ovejas, 
y tras la derrota se acoge a general jubilación 
a oír Silencio en la noche ya todo está en calma.

Adiós a quien un tiempo fuera nuestro secreto Führer 
y nos recomendaba abstinencia botella de whiski en mano, 
y con desprecio abandonó su Bunker frente al cerro 
para conquistar Venezuela como sus antepasados.

Adiós al pícaro que pretendía ser Martín Bormann: 
Enrique Lafourcade, conde de la Fourchette. 
Lo verán pasear un ridículo perrito 
sin poder alcanzar ni al Parque Forestal.

Lo verán alimentarse, fantasma rubicundo, 
de pálidas y frágiles palomitas nocturnas. 
Lo verán recorrer los más perdidos pueblos 
buscando firmar autógrafos a Alcaldes y parvularias.

Lo verán sollozar pensando en sus Días sin Dieta 
con patitas de chancho en Los Buenos Muchachos. 
Lo verán derramar una furtiva y valetudinaria lágrima 
mientras canta Yo soy el Rey creyéndose Pedro Vargas.

Y ya no habrá nadie de la Generación del 50 
para entonar a coro Yo tenía un camarada. 
Adiós a todo Führer que nos dé duro con un palo 
y también con una soga 
creyendo que como él somos apenas sensitivos. 
Y buenas noches, amigos, buenas noches, 
hasta que un día nos volvamos a encontrar
en la hora soberbia y enloquecida de los esqueletos.

de Cartas para reinas de otras primaveras, 1985


Días de ocio en la Ciudad que Fue

Nadie me entiende sino el Gato Pedro
Le daré una botas para que llegue a la Ciudad que Fue
y deje de dormir frente a la chimenea 
que en el Molino encienden en pleno verano
En el Sur Profundo tendá que cazar ratones
Y vivir con colores propios
Mientras yo voy al cementerio
Del brazo de la hija del capitán del Puerto
Donde hace cuarenta años que no pasa ninguna nave
El tontito del pueblo me pregunta si yo soy poeta
Y yo le recito "Asteroides" de Pedro Antonio González
Todos creen que yo lo escribí
Y firmo autógrafos para los hijos de los parroquianos
Ya no hay barcos
Ya no hay trenes
Los diarios de la Capital llegan al día siguiente de su aparición
Le regalé al Cura Párroco
"La Mente Drogada. Cómo Librarse de las Dependencias"
De los doctores Hudgson y Miller
Mientras un niño echa anilina a la pila del agua bendita
Que Nuestro Señor me libre del trabajo
Sólo quiero que se abran para mí las puertas de marfil del ocio
Y yo quiero que esto no sea un poema
Sino una página en blanco.

De En el mudo corazón del bosque, 1997

Jorge Teillier (Lautaro,1935 - Viña del Mar,1996)

Foto: Teillier, Navidad de 1995 letras s5

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2 comentarios:

  1. "Y yo quiero que esto no sea un poema
    Sino una página en blanco."

    ¡Tarde se vino a acordar! Qué gran tipo era.

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  2. Supe de la poesía de Jorge Teillier gracias a este blog. Les agradezco mucho la posibilidad que nos dan de conocer y disfrutar día a día.

    "Una locomotora de hojalata
    abandonada entre malezas.
    Una araña teje en ella su red
    y solo atrapa una gota de rocío"

    Jorge Teillier.

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