sábado, junio 08, 2013

Poemas elegidos, Faretta (eludimos el número inconveniente)


Angel Faretta
(Buenos Aires, 1953)

Oscuridad, de Silvina Ocampo
En la lírica moderna el yo, o una proyección particular y vicaria del yo, se separa, eleva o rebaja para ser una suerte de cámara móvil que describirá aquello que la otra mitad sufre o padece -difícilmente goza. Y si lo hace es para reflejar especularmente tanto lo efímero de ese goce como, tras la huida del placer, el regreso doloroso -nóstos álgos- a lo trágico cotidiano. Porque es eso lo que ha sucedido con lo trágico y la tragedia, se han vuelto cotidianos, diarios. Por eso el cine y la poética del tango y el regreso de la representación melodramática.
Una voz se separa de lo que la otra voz padece. Este padecimiento puede ser también lo que la voz primera recuerda -i. e. líricamente- de lo sucedido a esa segunda voz que está en un pasado de relación especular con ese presente lírico. Si ello es así, este poema de Silvina Ocampo leído en mi in illo tempore particular y vuelto a releer con los años, cumple todas las condiciones antes dichas. También con el empleo, desvío o transformación lírica de los objetos seriales y maquinales producidos ad nauseam en la ciudad moderna industrial.
¿Qué fermentos y leudantes dieron a mi propia poesía? Lo dejo para los tenaces pero benevolentes lectores críticos.


Oscuridad

Tal vez nadie te ame como te amé aquel día.
No yo misma. Qué oscuro estaba el aposento.
En la dicha que fue también padecimiento
tu clandestinidad era, en tinieblas, mía.

Las cortinas metálicas y las ruedas que giran,
el confuso rumor de ascensores, los cables,
en el viento afilado las escalas variables,
los gritos ambulantes, con voces que se estiran,

no anunciaban que afuera persistieran las cosas
como siempre: las tiendas, la gente, los carruajes,
los letreros políticos, las miserias, los viajes,
los portafolios rotos, los zapatos, las rosas.

Y para recordarte, sin querer, en mi olvido
compuse este catálogo de sonidos diversos
ahora descifrables, antes vagos, dispersos,
que paulatinamente adquirieron sentido,

rostros, mitos y luego complejas vestiduras,
rituales perfecciones, edificios de frente,
en esa luz que a veces aun sin amor consiente
como la eternidad a elaborar figuras.

Silvina Ocampo (Buenos Aires, 1903-1993)

1 comentario:

  1. Tan poco indulgente consigo mismo el poema de Silvina Ocampo.Flagelo rítmico sensual en su seguramente noche oscura.

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