domingo, junio 16, 2013

Poemas elegidos, 30


Marina Kohon
(Mar del Plata, 1965)

Free Run, de José Watanabe
José Watanabe por la belleza de cómo él entiende lo divino en el mundo cotidiano. El ritmo del lenguaje que se desliza, sobre la naturaleza, en la comparación de lo tangible con lo lejano e inalcanzable. Es un mundo de opuestos complementarios, y así lo celebran  sus versos que se mueven como una niebla  suave, velando la rigurosidad de su escritura.




Free Run

En medio de la limpia llanura, el cerro.
Sus enormes volutas de piedras encimadas
              parecen hervores del infierno.

Llego hasta él
        por una senda de cabras. Vengo a ver
sus petroglifos, esa persistencia del hombre
                                             en la piedra.

De pronto, precediendo una estela de polvo,
llega una camioneta
          inexplicable en estos lugares desolados.
Todo empieza a ser insólito: dos muchachos,
como apariciones, bajan en pantalonetas
y  comienzan a trepar ágilmente el cerro. Al parecer,
                 sólo los mueve la alegría de sus músculos.

Saltan de una saliente de piedra a otra,
a las sucesivas otras, la escala
                               de su alegría. Pienso
en la difícil armonía  entre el obstáculo
                                          y el cuerpo,
tal el diestro frente al toro
o el poeta frente al poema: se muere
             por la disonancia de un pie en falso.

Los muchachos desaparecen en las alturas.
                     Yo permanezco felíz
en mi lenta esfera
donde respirar es una acción tan intensa
      como el impulso
de cualquier bella máquina en movimiento.


José Watanabe (Laredo, 1945-Lima, 2007)



Foto: Marina Kohon en FB

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