Rasgo fugaz
Lo que está debajo de la línea
urdida en la invención geológica,
violentamente quebrada en
inmensas aguas y dislocadas masas
de tierra es una magnitud
que se eleva como un cielo
de terrorífico misterio:
real como un sueño,
futura como la infinitud,
como la generación del
más remoto, insondable principio.
Pero un tablón de andamio,
cayendo con su obrero
o, tal vez, una azalea,
pisoteada por la torpeza (o la furia)
de un buen hombre,
abre la sospecha de que la
conjetura de un límite se ha derrumbado,
de que la línea se ha borrado,
de que son sólo espanto y exaltación,
de que la muerte y el saber son,
apenas, un ensayo de vida.
Fresno
Arrodíllate, Fresno: serás ejecutado;
profusas, humildes ramínculas,
tajeadas cortecitas, apagada flor,
retorcido recato
vedan tu médula corrupta
y sabotea lo natural la justicia.
Ya lo cantaban los azahares desde el alba:
“muerte a quien no da vigor
al amo de la renta sometida.
Te enmascaras Fresno, y simulas
tejerte en la bondad de las horas
que pasan; tienes astucia.
Pero la exhibición productiva
te arrasará. Lo simple caducará”.
¿Mienten, cantando, los azahares
desde el alba?
Aldo Oliva (Rosario, 1927-2000), Poesía completa, Editorial Municipal de Rosario, 2003
Foto: Oliva, 1993, por Claudia del Río, op. cit.
Lo que está debajo de la línea
urdida en la invención geológica,
violentamente quebrada en
inmensas aguas y dislocadas masas
de tierra es una magnitud
que se eleva como un cielo
de terrorífico misterio:
real como un sueño,
futura como la infinitud,
como la generación del
más remoto, insondable principio.
Pero un tablón de andamio,
cayendo con su obrero
o, tal vez, una azalea,
pisoteada por la torpeza (o la furia)
de un buen hombre,
abre la sospecha de que la
conjetura de un límite se ha derrumbado,
de que la línea se ha borrado,
de que son sólo espanto y exaltación,
de que la muerte y el saber son,
apenas, un ensayo de vida.
Fresno
Arrodíllate, Fresno: serás ejecutado;
profusas, humildes ramínculas,
tajeadas cortecitas, apagada flor,
retorcido recato
vedan tu médula corrupta
y sabotea lo natural la justicia.
Ya lo cantaban los azahares desde el alba:
“muerte a quien no da vigor
al amo de la renta sometida.
Te enmascaras Fresno, y simulas
tejerte en la bondad de las horas
que pasan; tienes astucia.
Pero la exhibición productiva
te arrasará. Lo simple caducará”.
¿Mienten, cantando, los azahares
desde el alba?
Aldo Oliva (Rosario, 1927-2000), Poesía completa, Editorial Municipal de Rosario, 2003
Foto: Oliva, 1993, por Claudia del Río, op. cit.
De Oliva en este blog: Fábula barrial: primavera
un lujo!
ResponderBorrar¡Un grande Oliva! ¡Maestro!
ResponderBorrarbuenísimo!
ResponderBorrar;)
Muy buenos. No conocía a Aldo Oliva.
ResponderBorrarGracias por presentárnoslo. Es muy claro.
Saludos.
Gracias, gracias. Sobre todo por ese fresno, Irene
ResponderBorrarGracias viejo querido por ser más que mi amigo, por ser mi padre, por haber velado la partida de mi madre toda una larga noche sin un bar cercano para tu sed etílica, por haberme cuidado y por haberme enseñado sin palabras que la poesía es la única que nos salva de TODO EN ESTA VIDA. Tu Pochi que te extrañará hasta que nos volvamos a encontrar en ese cielo en que no creías...
ResponderBorrarGracias viejo querido por quererme y cuidarme tanto. Te extraño cada día de mi vida. Concepción Bertone. Tu pochi, para vos
ResponderBorrarGracias Aldo querido por quererme como una hija y cuidarme tanto. Te extraño cada día de mi vida... Concepción
ResponderBorrarAl editor, Jorge Aulicino, queres que te mande esa foto de Aldo en color y en alta, pues la tomé yo, y es bien diferente, saludos, Claudia del Río
ResponderBorrarSi es muy diferente, encantado de recibirla. Si no, bastaría con poner su nombre como autora. Disculpas por no saberlo.
ResponderBorrarExcelente vocabulario. El hermetismo de las imágenes no nubla el sentimiento. Poesía que escasea por eso mi agradecimiento
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