El hombre de poncho blanco
El hombre de poncho blanco se asoma
el día que rompieron el espejo
cuando yo estaba buscando
los gérmenes del olvido
las huellas de tu ausencia
El hombre de poncho blanco
piropea
baja descolorido
y sube con la siesta deslumbrante sobre los hombros
Las topadoras engullen su ración de escombros, y enormes
terrones de tierra negra
Pero el hombre de poncho blanco dice que vive en las nubes
y siempre demora en asomarse
ausente, descolorido
presente, descuajeringado
armado y desarmado al mismo tiempo
Los fósforos se acorralan en la sombra de la caja
y las patas del catre fabrican monedas de sombra
monedas de rostros para la demora
Pero una cara se borra
comenzando por los ojos
que traen como gotas de lluvia en la boca del tiempo
El tiempo desvanece luego los labios y el resto
y todo queda blanco
y flotante
sobre los hombros
sobre el rostro descolorido
del hombre de poncho blanco
Las oleadas de silencio mienten un tiempo dormido
El hombre de poncho blanco se asoma
Trizas
trazas
rumores
La subida para abajo
La bajada para arriba
el hombre cabeza abajo
Y los diarios vuelan con sus noticias por los cerros de cobre.
El hombre de poncho blanco
(segunda versión)
La subida para abajo se hace a pulso blanco
La bajada para arriba a pulso negro
El hombre de poncho blanco
acecha la sombra negra
Las oleadas de silencio chocan con blanco estrépito
El hombre de poncho blanco vive sobre el gran rostro,
el gran rostro de sombra,
gotas secas,
llamas apagadas,
miradas muertas
Las oleadas de silencio chocan con blanco estrépito.
El hombre de poncho blanco
(tercera versión)
Los fósforos acorralados,
dormían la noche de la caja cerrada,
y de la bomba olvidada
el olvido es el tiempo que estalla continuamente
y los gérmenes de la ausencia devoran todos
todos los espejos
Las oleadas de silencio chocan con blanco estrépito
Y los diarios de la mañana volaban con el viento silencioso
sobre las verdes solapas de la siesta
El hombre de poncho blanco vive asomado...
El hombre de poncho blanco
ausente descolorido
mira volar los diarios de la mañana en el viento
El hombre de poncho blanco
se posa en la Gran Sombra
el gran rostro inmenso y aplanado
que se desvanece de noche
el rostro de gotas secas,
de llama apagada
de miradas muertas
enorme y calcinado.
El hombre de poncho blanco
(cuarta versión)
La subida para abajo se hace a pulso negro
La bajada para ariba a pulso blanco
Los ojos, caen, los primeros,
como dos gotas de agua sobre la ardiente plancha del tiempo.
Las oleadas de silencio chocan con blanco estrépito.
Los diarios de la mañana vuelan en el viento silencioso
sobre las verdes solapas de la siesta.
Y los fósforos duermen la noche de la caja cerrada,
y de la bomba olvidada.
Los gérmenes de la ausencia, siguen devorando el espejo.
El hombre de poncho blanco camina sobre la Gran Sombra
La Gran Sombra acostada, interminable.
El hombre de poncho blanco vive posado en la gran
sombra que muere de noche y renace de día.
El hombre de poncho blanco busca el límite
pero la sombra se ennegrece
para unirse con la noche.
¡Oh inmensa sombra del gran rostro apagado!
Ricardo Zelarayán (Paraná, 1922-Buenos Aires, 2010), "Poesía inédita", Ahora o nunca. Poesía reunida, Editorial Argonauta, Buenos Aires, 2009
Foto: Bécquer Casaballe / Editorial Argonauta
De Zelarayán en este blog:
Dos (segunda versión)
La Gran Salina, en Antología votada de poesía argentina
El hombre de poncho blanco se asoma
el día que rompieron el espejo
cuando yo estaba buscando
los gérmenes del olvido
las huellas de tu ausencia
El hombre de poncho blanco
piropea
baja descolorido
y sube con la siesta deslumbrante sobre los hombros
Las topadoras engullen su ración de escombros, y enormes
terrones de tierra negra
Pero el hombre de poncho blanco dice que vive en las nubes
y siempre demora en asomarse
ausente, descolorido
presente, descuajeringado
armado y desarmado al mismo tiempo
Los fósforos se acorralan en la sombra de la caja
y las patas del catre fabrican monedas de sombra
monedas de rostros para la demora
Pero una cara se borra
comenzando por los ojos
que traen como gotas de lluvia en la boca del tiempo
El tiempo desvanece luego los labios y el resto
y todo queda blanco
y flotante
sobre los hombros
sobre el rostro descolorido
del hombre de poncho blanco
Las oleadas de silencio mienten un tiempo dormido
El hombre de poncho blanco se asoma
Trizas
trazas
rumores
La subida para abajo
La bajada para arriba
el hombre cabeza abajo
Y los diarios vuelan con sus noticias por los cerros de cobre.
El hombre de poncho blanco
(segunda versión)
La subida para abajo se hace a pulso blanco
La bajada para arriba a pulso negro
El hombre de poncho blanco
acecha la sombra negra
Las oleadas de silencio chocan con blanco estrépito
El hombre de poncho blanco vive sobre el gran rostro,
el gran rostro de sombra,
gotas secas,
llamas apagadas,
miradas muertas
Las oleadas de silencio chocan con blanco estrépito.
El hombre de poncho blanco
(tercera versión)
Los fósforos acorralados,
dormían la noche de la caja cerrada,
y de la bomba olvidada
el olvido es el tiempo que estalla continuamente
y los gérmenes de la ausencia devoran todos
todos los espejos
Las oleadas de silencio chocan con blanco estrépito
Y los diarios de la mañana volaban con el viento silencioso
sobre las verdes solapas de la siesta
El hombre de poncho blanco vive asomado...
El hombre de poncho blanco
ausente descolorido
mira volar los diarios de la mañana en el viento
El hombre de poncho blanco
se posa en la Gran Sombra
el gran rostro inmenso y aplanado
que se desvanece de noche
el rostro de gotas secas,
de llama apagada
de miradas muertas
enorme y calcinado.
El hombre de poncho blanco
(cuarta versión)
La subida para abajo se hace a pulso negro
La bajada para ariba a pulso blanco
Los ojos, caen, los primeros,
como dos gotas de agua sobre la ardiente plancha del tiempo.
Las oleadas de silencio chocan con blanco estrépito.
Los diarios de la mañana vuelan en el viento silencioso
sobre las verdes solapas de la siesta.
Y los fósforos duermen la noche de la caja cerrada,
y de la bomba olvidada.
Los gérmenes de la ausencia, siguen devorando el espejo.
El hombre de poncho blanco camina sobre la Gran Sombra
La Gran Sombra acostada, interminable.
El hombre de poncho blanco vive posado en la gran
sombra que muere de noche y renace de día.
El hombre de poncho blanco busca el límite
pero la sombra se ennegrece
para unirse con la noche.
¡Oh inmensa sombra del gran rostro apagado!
Ricardo Zelarayán (Paraná, 1922-Buenos Aires, 2010), "Poesía inédita", Ahora o nunca. Poesía reunida, Editorial Argonauta, Buenos Aires, 2009
Foto: Bécquer Casaballe / Editorial Argonauta
De Zelarayán en este blog:
Dos (segunda versión)
La Gran Salina, en Antología votada de poesía argentina
Leer y escuchar a Zelarayán en Autores de Concordia
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