La confianza de los pájaros
Una cardenilla y un cachilo
casi a mis pies.
Yo no me muevo,
todo movimiento
sería una desconsideración.
Empero esta obligada quietud
es mi mayor libertad,
hace que me reconozca contenido
en un espacio sin límites.
Siento que al saberlo
la brisa de la mañana
también lo sabe.
No es extraño
que esta sabiduría
hija del espíritu
sea la madre
de la confianza de los pájaros.
Dormir sobre una piedra
Hoy dormí sobre una piedra,
sobre la misma piedra dormía el sol,
el sol y la piedra eran mi lecho,
yo no tenía otra visión que el cielo,
no tenía otro pensamiento que un cielo sin nubes.
Pronto apareció un grupo de aves,
creí que se trataba de nuevos pensamientos
pero eran aves reales, pude oír sus gritos,
giraban en círculo, quizá sospechaban que estaba muerto,
seguramente eso creían pues moví una pierna
y luego moví otra pierna
y las aves desaparecieron.
Regresé entonces a mi único pensamiento,
al sonido único del viento en la montaña,
a la sensación una del sol de la piedra.
Me hallaba en otro sitio,
era un solo y único sitio,
estaba en una piedra y nadie podía hallarme,
nadie podía molestarme excepto las aves
que pronto regresarían a verificar
si al fin me había muerto.
Roberto Malatesta (Santa Fe, 1961), Cuaderno del no hacer nada, Sigamos Enamoradas, Olivos, Buenos Aires, 2009
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Foto: Malatesta Aromito Con copy de Roberto Aguirre Molina en la edición citada
Bravo Malatesta! Un abrazo, Roberto.
ResponderBorrarGracias, Jorge.
me gustó que el sol duerma al sol.
ResponderBorrargracias,
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