España, 1937
Ayer todo el pasado. El lenguaje de la medida
extendiéndose hacia China a lo largo de las rutas comerciales; la difusión
del ábaco y el dolmen;
ayer el sombrío cálculo en los climas soleados.
Ayer la evaluación del seguro con naipes,
la adivinación por agua; ayer la invención
de ruedas y relojes, la doma de
caballos. Ayer el bullicioso mundo de los navegantes.
Ayer la abolición de hadas y gigantes,
la fortaleza como un águila inmóvil oteando el valle,
la capilla construida en el bosque;
ayer el tallado de ángeles y alarmantes gárgolas.
El juicio de herejes entre las columnas de piedra;
ayer las disputas teológicas en las tabernas
y la cura milagrosa en la fuente;
ayer el Sabbath de las brujas; pero hoy la lucha.
Ayer la instalación de dínamos y turbinas,
la construcción de ferrocarriles en el desierto colonial;
ayer la lectura clásica
sobre el origen de la humanidad. Pero hoy la lucha.
Ayer la creencia en el valor absoluto de Grecia,
la caída del telón sobre la muerte de un héroe;
ayer la oración a la puesta del sol
y la adoración de los locos. Pero hoy la lucha.
Mientras el poeta susurra, aterrorizado entre los pinos,
o donde la catarata abundante canta compacta, o perpendicular
en el acantilado al lado de la torre inclinada:
‘Oh, mi visión. Oh, envíame la suerte del marinero’.
Y el investigador escruta a través de sus instrumentos
las inhumanas provincias, el bacilo viril
o el enorme Júpiter terminado:
‘Pero la vida de mis amigos. Indago. Indago.’
Y los pobres en sus refugios sin calor, dejando caer las hojas
del periódico de la tarde: ‘Nuestro día es nuestra pérdida. O atestigua
Historia —la operadora, la
organizadora, Tiempo —el refrescante río’.
Y las naciones combinan cada grito, invocando la vida
que da forma al estómago individual y ordena
el terror nocturno privado.
‘¿Acaso no encontraste la ciudad estado del aprovechado,
erigiste los vastos imperios militares del tiburón
y del tigre, estableciste el resuelto canto del petirrojo?
Intercede, oh desciende como una paloma o
un papá furioso o un ingeniero acomodaticio, pero desciende.’
Y la vida, si responde, responde desde el corazón
y los ojos y los pulmones, desde los negocios y las plazas de la ciudad:
‘Oh, no, no soy el que muda;
no hoy; no para ti. Para ti, soy el
hombre del sí, el compañero de bar, el que es burlado con facilidad;
soy lo que sea que tú hagas. Soy tu promesa de ser
bueno, tu historia graciosa.
Soy tu portavoz de negocios. Soy tu matrimonio.
‘¿Cuál es tu propuesta? ¿Construir la ciudad justa? Lo haré.
Estoy de acuerdo. ¿O es el pacto de suicidio, la muerte
romántica? Muy bien, acepto, porque
soy tu elección, tu decisión. Sí, yo soy España’.
Muchos lo han escuchado en penínsulas remotas,
en planicies adormecidas, en las aberrantes islas del pescador,
o el corrompido corazón de la ciudad,
han escuchado y emigrado como gaviotas o las semillas de una flor.
Se aferraron como pájaros a los largos expresos que se tambalean
a través de las tierras injustas, a través de la noche, a través del túnel alpino;
flotaron sobre los océanos;
caminaron los desfiladeros. Todos entregaron sus vidas.
En esa árida plaza, ese fragmento extirpado de la caliente
África, soldada tan crudamente a la Europa creativa;
en la meseta tallada por ríos,
nuestros pensamientos tienen cuerpos; las formas amenazantes de nuestra fiebre
son precisas y vivas. Porque los miedos que nos hicieron reaccionar
ante la publicidad de medicinas y el folleto de los cruceros invernales
se han convertido en batallones invasores;
y nuestros rostros, la cara institucional, la cadena comercial, la ruina
están proyectando su ambición como el pelotón de fusilamiento y la bomba.
Madrid es el corazón. Nuestros momentos de ternura florecen
como la ambulancia y el saco de arena;
nuestras horas de amistad en un ejército popular.
Mañana, quizás el futuro. La investigación sobre el agotamiento
y la cruzada de los empaquetadores; la exploración gradual de todos los
octavos de radiación;
mañana el agrandamiento de la conciencia por dieta y respiración.
Mañana el redescubrimiento del amor romántico,
la fotografía de cuervos; todo la diversión bajo
la sombra dominante de la libertad;
mañana la hora del maestro de ceremonia y el músico,
el hermoso bramido del coro debajo de la cúpula;
mañana el intercambio de consejos sobre la cría de terriers,
la entusiasta elección de presidentes
por la repentina arboleda de manos. Pero hoy la lucha.
Mañana para los jóvenes poetas explotando como bombas,
las caminatas por el lago, las semanas de perfecta comunión;
mañana las carreras de bicicleta
a través de los suburbios en las tardes de verano. Pero hoy la lucha.
Hoy el incremento deliberado de las posibilidades de muerte,
la aceptación consciente de la culpa en el asesinato necesario;
hoy el consumo de poderes
en el chato efímero panfleto y la aburrida asamblea.
Hoy los consuelos improvisados: el cigarrillo compartido,
los naipes en el granero con luz de vela, y el concierto estridente,
los chistes masculinos; hoy el
abrazo a tientas e insatisfactorio antes de herir.
Las estrellas están muertas. Los animales no aparecerán.
Nos quedamos solos con nuestro día, y el tiempo es corto, y
la historia puede decir ¡ay!
a los derrotados, pero no puede ayudar ni perdonar.
W. H. Auden (York, 1907- Viena, 1973)
Versión de Silvia Camerotto
Spain, 1937
Yesterday all the past. The language of size /Spreading to China along the trade-routes; the diffusion /Of the counting-frame and the cromlech; /Yesterday the shadow-reckoning in the sunny climates.//Yesterday the assessment of insurance by cards, /The divination of water; yesterday the invention /Of cartwheels and clocks, the taming of /Horses. Yesterday the bustling world of the navigators. //Yesterday the abolition of fairies and giants, /The fortress like a motionless eagle eyeing the valley, /The chapel built in the forest; /Yesterday the carving of angels and alarming gargoyles. //The trial of heretics among the columns of stone; /Yesterday the theological feuds in the taverns /And the miraculous cure at the fountain; /Yesterday the Sabbath of witches; but to-day the struggle. //Yesterday the installation of dynamos and turbines, /The construction of railways in the colonial desert; /Yesterday the classic lecture /On the origin of Mankind. But to-day the struggle. //Yesterday the belief in the absolute value of Greece, /The fall of the curtain upon the death of a hero; /Yesterday the prayer to the sunset /And the adoration of madmen. But to-day the struggle //As the poet whispers, startled among the pines, /Or where the loose waterfall sings compact, or upright /On the crag by the leaning tower: /'0 my vision. 0 send me the luck of the sailor.' //And the investigator peers through his instruments /At the inhuman provinces, the virile bacillus /Or enormous Jupiter finished: /'But the lives of my friends. I inquire. I inquire.' //And the poor in their fireless lodgings, dropping the sheets /Of the evening paper: 'Our day is our loss. 0 show us /History the operator, the /Organizer, Time the refreshing river.' //And the nations combine each cry, invoking the life /That shapes the individual belly and orders /The private nocturnal terror: /'Did you not found the city state of the sponge,' //'Raise the vast military empires of the shark /And the tiger, establish the robin's plucky canton? /Intervene, 0 descend as a dove or /A furious papa or a mild engineer, but descend.' //And the life, if it answers at all, replies from the heart /And the eyes and the lungs, from the shops and squares of the city: /'0 no, I am not the mover; /Not to-day; not to you. To you, I'm the //'Yes-man, the bar-companion, the easily-duped; /I am whatever you do. I am your vow to be /Good, your humorous story. /I am your business voice. I am your marriage. //'What's your proposal? To build the just city? I will. /I agree. Or is it the suicide pact, the romantic /Death? Very well, I accept, for /I am your choice, your decision. Yes, I am Spain.' //Many have heard it on remote peninsulas, /On sleepy plains, in the aberrant fisherman's islands /Or the corrupt heart of the city, /Have heard and migrated like gulls or the seeds of a flower. //They clung like birds to the long expresses that lurch /Through the unjust lands, through the night, through the alpine tunnel; /They floated over the oceans; /They walked the passes. All presented their lives.//On that arid square, that fragment nipped off from hot /Africa, soldered so crudely to inventive Europe; /On that tableland scored by rivers, /Our thoughts have bodies; the menacing shapes of our fever //Are precise and alive. For the fears which made us respond /To the medicine ad, and the brochure of winter cruises /Have become invading battalions; /And our faces, the institute-face, the chain-store, the ruin //Are projecting their greed as the firing squad and the bomb. /Madrid is the heart. Our moments of tenderness blossom /As the ambulance and the sandbag; /Our hours of friendship into a people's army. //To-morrow, perhaps the future. The research on fatigue /And the movement of packers; the gradual exploring of all the /Octaves of radiation; /To-morrow the enlarging of consciousness by diet and breathing. //To-morrow the rediscovery of romantic love, /The photographing of ravens; all the fun under /Liberty's masterful shadow; /To-morrow the hour of the pageant-master and the musician. //The beautiful roar of the chorus under the dome; /To-morrow the exchanging of tips on the breeding of terriers, /The eager election of chairmen /By the sudden forest of hands. But to-day the struggle. //To-morrow for the young poets exploding like bombs, /The walks by the lake, the weeks of perfect communion; /To-morrow the bicycle races /Through the suburbs on summer evenings. But to-day the struggle. //Today the deliberate increase in the chances of death, /The conscious acceptance of guilt in the necessary murder; /To-day the expending of powers /On the flat ephemeral pamphlet and the boring meeting. //To-day the makeshift consolations: the shared cigarette, /The cards in the candle-lit barn, and the scraping concert, /The masculine jokes; to-day the /Fumbled and unsatisfactory embrace before hurting. //The stars are dead. The animals will not look. /We are left alone with our day, and the time is short, and /History to the defeated /May say alas but cannot help or pardon.
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Foto: Angulo bombardeado del sector noroeste del Alcázar de Toledo, 1936, Colección Vincent Doherty
Curiosa la posición en que pone al poeta. Gracias, Irene
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