De como un buen zapato calza bien a cualquiera
por Jorge Aulicino
En su célebre Manifiesto Surrealista (París, 1924) André Breton (Tinchebray, 1896-París, 1966) citó a Gérard de Nerval (nacido Gérard Labrunie), romántico por antonomasia, para darle alguna genealogía al término que acababa de inventar -traducido a veces como surrealismo y, otras, como supra-realismo-. Lo peor es que lo hizo en detrimento del buen Gillaume Apollinaire, legítimo padre de todas las vanguardias, pero a quien, necesariamente, la vanguardia más poderosa de Occidente debía guillotinar. Tal vez porque en el espíritu francés nada puede nacer si no a la sombra de la guillotina. Tembloroso aún por el descubrimiento de Sigmund Freud, Breton también debe de haber sentido el oscuro y deleitoso vértigo del parricidio. En cambio, descubrir abuelos parecía legítimo a la vanguardia francesa, tal vez a toda vanguardia; de este modo el pasado lejano se integraba a su dominio, mientras que el campo del presente quedaba despejado. En este sentido, son significativas las notas al "Manifiesto", urdidas por el propio Breton. En ellas se cita a Dostoievsky, a Pascal, a Baudelaire, a Jules Renard, a Rimbaud.
Nerval no estaba cerca del "espíritu" del surrealismo, estaba mucho más allá; estaba loco. Pasó algunas temporadas en hospitales siquiátricos y su ciudad, París, lo vio pasear una langosta de mar atada con una cinta azul, y colgar por último de un farol, posición en la que murió, ahorcado por su propia mano.
El movimiento surrealista se organizó bajo la férula de Breton como un partido leninista. Las excomuniones y purgas lo persiguieron. La locura y la megalomanía lo rebasaron con frecuencia: Antonin Artaud representó a la primera, Dalí a la segunda. Se sintió minado por el stalinismo constantemente: Paul Eluard, Louis Aragon debieron abandonarlo. Así, el movimiento nacido como reivindicación del libre flujo del inconsciente, y cuya divisa fue la "unión libre", se constituyó en iglesia casi solitaria: Breton profería en ella el sermón, sin pensar ni remotamente en colgarse de un farol.
Fragmentos del Manifiesto (las notas al pie son del propio Breton):
"(...) Con mayor justicia todavía, hubiéramos podido apropiarnos del término SUPERNATURALISMO, empleado por Gérard de Nerval en la dedicatoria de "Muchachas de fuego" (11). Efectivamente, parece que Nerval conoció a maravilla el espíritu de nuestra doctrina, en tanto que Apollinaire conocía tan sólo la letra, todavía imperfecta, del surrealismo, y fue incapaz de dar de él una explicación teórica duradera. He aquí unas frases de Nerval que me parecen muy significativas a este respecto:
Voy a explicarle, mi querido Dumas, el fenómeno del que usted ha hablado con mayor altura. Como muy bien sabe, hay ciertos narradores que no pueden inventar sin identificarse con los personajes por ellos creados. Sabe muy bien con cuánta convicción nuestro viejo amigo Nodier contaba cómo había padecido la desdicha de ser guillotinado durante la Revolución; uno quedaba tan convencido que incluso se preguntaba cómo se las había arreglado Nodier para volver a pegarse la cabeza al cuerpo.
Y como sea que tuvo usted la imprudencia de citar uno de esos sonetos compuestos en aquel estado de ensueño SUPERNATURALISTA, cual dirían los alemanes, es preciso que los conozca todos. Los encontrará al final del volumen. No son mucho más oscuros que la metafísica de Hegel o los 'Memorables' de Swedenborg, y perderían su encanto si fuesen explicados, caso de que ello fuera posible, por lo que le ruego me conceda al menos el mérito de la expresión... (12).
"Indica muy mala fe discutirnos el derecho a emplear la palabra SURREALISMO, en el sentido particular que nosotros le damos, ya que nadie puede dudar de que esta palabra no tuvo fortuna, antes de que nosotros nos sirviéramos de ella. Voy a definirla, de una vez para siempre:
"SURREALISMO: sustantivo, masculino. Automatismo psíquico puro por cuyo medio se intenta expresar verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral.
"ENCICLOPEDIA, Filosofía: el surrealismo se basa en la creencia en la realidad superior de ciertas formas de asociación desdeñadas hasta la aparición del mismo, y en el libre ejercicio del pensamiento. Tiende a destruir definitivamente todos los restantes mecanismos psíquicos, y a sustituirlos en la resolución de los principales problemas de la vida. Han hecho profesión de fe de SURREALISMO ABSOLUTO, los siguientes señores: Aragon, Baron, Boiffard, Breton, Carrive, Crevel, Delteil, Desnos, Eluard, Gérard, Limbour, Malkine, Morise, Naville, Noll, Péret, Picon, Soupault, Vitrac. (...)
"(11) También por Thomas Carlyle, en Sartor Resartus (capítulo VIII: 'Supernaturalismo natural'), 1833-34.
"(12) Véase asimismo, el Ideorrealismo de Saint-Pol-Roux."
Foto: André Breton y León Trotsky, México, 1938.
En su célebre Manifiesto Surrealista (París, 1924) André Breton (Tinchebray, 1896-París, 1966) citó a Gérard de Nerval (nacido Gérard Labrunie), romántico por antonomasia, para darle alguna genealogía al término que acababa de inventar -traducido a veces como surrealismo y, otras, como supra-realismo-. Lo peor es que lo hizo en detrimento del buen Gillaume Apollinaire, legítimo padre de todas las vanguardias, pero a quien, necesariamente, la vanguardia más poderosa de Occidente debía guillotinar. Tal vez porque en el espíritu francés nada puede nacer si no a la sombra de la guillotina. Tembloroso aún por el descubrimiento de Sigmund Freud, Breton también debe de haber sentido el oscuro y deleitoso vértigo del parricidio. En cambio, descubrir abuelos parecía legítimo a la vanguardia francesa, tal vez a toda vanguardia; de este modo el pasado lejano se integraba a su dominio, mientras que el campo del presente quedaba despejado. En este sentido, son significativas las notas al "Manifiesto", urdidas por el propio Breton. En ellas se cita a Dostoievsky, a Pascal, a Baudelaire, a Jules Renard, a Rimbaud.
Nerval no estaba cerca del "espíritu" del surrealismo, estaba mucho más allá; estaba loco. Pasó algunas temporadas en hospitales siquiátricos y su ciudad, París, lo vio pasear una langosta de mar atada con una cinta azul, y colgar por último de un farol, posición en la que murió, ahorcado por su propia mano.
El movimiento surrealista se organizó bajo la férula de Breton como un partido leninista. Las excomuniones y purgas lo persiguieron. La locura y la megalomanía lo rebasaron con frecuencia: Antonin Artaud representó a la primera, Dalí a la segunda. Se sintió minado por el stalinismo constantemente: Paul Eluard, Louis Aragon debieron abandonarlo. Así, el movimiento nacido como reivindicación del libre flujo del inconsciente, y cuya divisa fue la "unión libre", se constituyó en iglesia casi solitaria: Breton profería en ella el sermón, sin pensar ni remotamente en colgarse de un farol.
Fragmentos del Manifiesto (las notas al pie son del propio Breton):
"(...) Con mayor justicia todavía, hubiéramos podido apropiarnos del término SUPERNATURALISMO, empleado por Gérard de Nerval en la dedicatoria de "Muchachas de fuego" (11). Efectivamente, parece que Nerval conoció a maravilla el espíritu de nuestra doctrina, en tanto que Apollinaire conocía tan sólo la letra, todavía imperfecta, del surrealismo, y fue incapaz de dar de él una explicación teórica duradera. He aquí unas frases de Nerval que me parecen muy significativas a este respecto:
Voy a explicarle, mi querido Dumas, el fenómeno del que usted ha hablado con mayor altura. Como muy bien sabe, hay ciertos narradores que no pueden inventar sin identificarse con los personajes por ellos creados. Sabe muy bien con cuánta convicción nuestro viejo amigo Nodier contaba cómo había padecido la desdicha de ser guillotinado durante la Revolución; uno quedaba tan convencido que incluso se preguntaba cómo se las había arreglado Nodier para volver a pegarse la cabeza al cuerpo.
Y como sea que tuvo usted la imprudencia de citar uno de esos sonetos compuestos en aquel estado de ensueño SUPERNATURALISTA, cual dirían los alemanes, es preciso que los conozca todos. Los encontrará al final del volumen. No son mucho más oscuros que la metafísica de Hegel o los 'Memorables' de Swedenborg, y perderían su encanto si fuesen explicados, caso de que ello fuera posible, por lo que le ruego me conceda al menos el mérito de la expresión... (12).
"Indica muy mala fe discutirnos el derecho a emplear la palabra SURREALISMO, en el sentido particular que nosotros le damos, ya que nadie puede dudar de que esta palabra no tuvo fortuna, antes de que nosotros nos sirviéramos de ella. Voy a definirla, de una vez para siempre:
"SURREALISMO: sustantivo, masculino. Automatismo psíquico puro por cuyo medio se intenta expresar verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral.
"ENCICLOPEDIA, Filosofía: el surrealismo se basa en la creencia en la realidad superior de ciertas formas de asociación desdeñadas hasta la aparición del mismo, y en el libre ejercicio del pensamiento. Tiende a destruir definitivamente todos los restantes mecanismos psíquicos, y a sustituirlos en la resolución de los principales problemas de la vida. Han hecho profesión de fe de SURREALISMO ABSOLUTO, los siguientes señores: Aragon, Baron, Boiffard, Breton, Carrive, Crevel, Delteil, Desnos, Eluard, Gérard, Limbour, Malkine, Morise, Naville, Noll, Péret, Picon, Soupault, Vitrac. (...)
"(11) También por Thomas Carlyle, en Sartor Resartus (capítulo VIII: 'Supernaturalismo natural'), 1833-34.
"(12) Véase asimismo, el Ideorrealismo de Saint-Pol-Roux."
Foto: André Breton y León Trotsky, México, 1938.
Hablar de Nerval me produce una sensación de profunda pureza. No solo por «Las quimeras» o el célebre comienzo de Aurelia: «El sueño es una segunda vida». Una nouvelle como «Syvie», lo deja a uno tocado de sutileza. Hay cierta dignidad (no sé si es la palabra adecuada), Castaneda diría «impecabilidad» comparable a la de Hôlderlin.
ResponderBorrarQue fuera Baudelaire quien peregrinara hacia el farol, tiene lógica.
Así es JG que Baudelaire peregrinara hacia el farol, es decir que fuera el primero que acudió a descolgar a Nerval, según cuenta la tradición, tiene cierta lógica. Que lo descolgara, si lo hizo, tiene lógica también, y más significativa o más simbólica.
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