3
Viniste a mí sin soltarme los ojos.
Yo cabalgaba una ola
revolcada de arena y malos pensamientos.
Sobre el acantilado,
un nido minúsculo era tu alma.
Quería alcanzarla en el oleaje.
Fui llegando a la cima.
Las fuerzas naturales desconocen la pena.
El pecado también.
Desde entonces te fue dada la sabiduría.
Lo demás ya me pertenece.
Soy tu ama ahora.
Llamáme Wanda.
19
Cerca del lago hay un árbol añoso,
sus hojas secas caen sobre el agua.
Te das vuelta para verme llegar.
No sonrías.
No vas a derrotarme.
Las alimañas que viven en lo oscuro
se aliaron en tu contra.
Borrá de tu futuro la mañana
y el sol.
31
En el invierno de Anglesey acá es verano.
¿Sentís la luz del bosque de araucarias,
la brisa que acaricia lupinos y pehuenes?
Un gato de montaña te está soñando muerto
aunque tu barco se hunde en el Mar del Norte.
Pequeño druida, si fueras un náufrago,
no te rescataría de las aguas heladas.
Oigo una ópera oscura,
un huracán que poda los árboles
y deja ramas alrededor de tu cadáver,
tieso sobre las losas de un santuario.
Los pescadores sacan los restos.
Lo que no se comieron los peces
se lo llevan los pájaros.
Los ojos azules colgados del corazón de la borrasca.
Lidia Rocha (Trenque Lauquen, Argentina, 1959)
Olivos, Argentina, 2024
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Foto: Lidia Rocha / Facebook
Imágenes, ritmos y precisas sugerencias en tu hechicería poética Lidia.
ResponderBorrar"Las fuerzas naturales desconocen la pena. El pecado también." Gracias! Alfredo Lemon