Cosas escondidas
Que nadie trate de deducir quién fui
de todo lo que hice y todo lo que dije.
Había un obstáculo que deformaba
mis acciones y mi modo de vivir.
Había un obstáculo que me detenía
muchas veces cuando iba a hablar.
Por medio de mis acciones más inadvertidas
y mis escritos más velados,
sólo por medio de estas cosas podré ser comprendido.
Pero quizá no valga la pena dedicar
tanto interés y tantos esfuerzos a descubrir quién soy.
Más adelante –en una sociedad más perfecta-
otro, hecho exactamente como yo,
sin duda aparecerá y actuará con libertad.
Media hora
Ni te he poseído ni te poseeré
nunca, creo. Unas pocas palabras, un acercamiento
como en el bar anteayer, y nada más.
Es triste, no lo niego. Pero nosotros los artistas,
a veces, con el poder de la mente, y, claro está, sólo
por pocos minutos, creamos un placer
que casi parece real.
Así, en el bar anteayer –ayudado, además,
tan misericordiosamente por el alcohol-
pasé media hora totalmente erótica.
Y me parece que lo comprendiste
y te quedaste un rato más a propósito.
Y eso era muy necesario. Porque,
a pesar de toda mi imaginación y de la magia del vino,
me era preciso ver tus labios,
me era preciso tener tu cuerpo junto a mí.
Constantino Cavafis (Alejandría,1863-1933), Constantine Cavafy, Cien poemas, versiones de Francisco Rivera, Monte Avila Editores, Caracas, 1978
Ilustración: Cafe Royal, 1912, William Orpen
De Cavafis en este blog:
Los caballos de Aquiles / Un viejo / Che fece il gran rifiuto
Que nadie trate de deducir quién fui
de todo lo que hice y todo lo que dije.
Había un obstáculo que deformaba
mis acciones y mi modo de vivir.
Había un obstáculo que me detenía
muchas veces cuando iba a hablar.
Por medio de mis acciones más inadvertidas
y mis escritos más velados,
sólo por medio de estas cosas podré ser comprendido.
Pero quizá no valga la pena dedicar
tanto interés y tantos esfuerzos a descubrir quién soy.
Más adelante –en una sociedad más perfecta-
otro, hecho exactamente como yo,
sin duda aparecerá y actuará con libertad.
Media hora
Ni te he poseído ni te poseeré
nunca, creo. Unas pocas palabras, un acercamiento
como en el bar anteayer, y nada más.
Es triste, no lo niego. Pero nosotros los artistas,
a veces, con el poder de la mente, y, claro está, sólo
por pocos minutos, creamos un placer
que casi parece real.
Así, en el bar anteayer –ayudado, además,
tan misericordiosamente por el alcohol-
pasé media hora totalmente erótica.
Y me parece que lo comprendiste
y te quedaste un rato más a propósito.
Y eso era muy necesario. Porque,
a pesar de toda mi imaginación y de la magia del vino,
me era preciso ver tus labios,
me era preciso tener tu cuerpo junto a mí.
Constantino Cavafis (Alejandría,1863-1933), Constantine Cavafy, Cien poemas, versiones de Francisco Rivera, Monte Avila Editores, Caracas, 1978
Ilustración: Cafe Royal, 1912, William Orpen
De Cavafis en este blog:
Los caballos de Aquiles / Un viejo / Che fece il gran rifiuto
Del poeta ya se dijo lo mínimo, y podré indagar al respecto, en su momento. ¿Serían tan amables de facilitarme el nombre del autor de la pintura que encabeza?
ResponderBorrarLo siento. Ya di pie con bola. Ojalá no se publique tan bochornoso comentario. :P
ResponderBorrarMaestro!!! NO habrá ninguno igual, no habrá ninguno, en Grecia, al menos. Extraordinarios los dos poemas. Parecen no admitir ninguna exégesis, lo que está es lo que hay y lo que hay es mucho. Gracias, Jorge.
ResponderBorrarSupremo. Gracias, Irene
ResponderBorrarNo se preocupe, Edson, su comentario no es bochornoso
ResponderBorrarAquí va el link del Museo d'Orsay donde está el cuadro de Orpen
http://www.musee-orsay.fr/en/collections/index-of-works/resultat-collection.html?no_cache=1&S=0&zsz=1&zs_r_2_z=3&zs_r_2_w=orpen%2C%20william&zs_ah=oeuvre&zs_rf=mos_a&zs_mf=20&zs_sf=0&zs_send_x=1&zs_liste_only=1
maravilla; gracias, Roxana
ResponderBorrarSi para ingresar en el infierno, llegado el momento, me lo pidieran como requisito o salvoconducto, no sé qué poema de Cavafis podría yo recitar de memoria y sin titubeos para hacerlo.
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