Dejo afuera de esta breve lista las consolidaciones de voces a las que vuelvo porque son clásicos y favoritos cuya lectura es ineludible (Giannuzzi, Adúriz, Castilla, Sylvester, Aulicino, Oteriño, Freidemberg, Silber, Schmidt, LoMenzo, Cesario, Cisnero, Di Marco, Anníbali, García del Castaño, García, Masin, Lukin, Serrano, Anadón, Edwards, Rojas Ayrala, Armani, Requeni, Marechal) y propongo cinco descubrimientos personales de voces que tuve el placer de leer este último año.
1. Vertebrar el cielo, Marcelo Dughetti (Apócrifa Editorial)
Ver la obra completa de este poeta de Villa María es un verdadero gusto, tanto por su continuidad como por las pequeñas rupturas en su indagación del vínculo entre el decir poético, el dolor y la realidad:
Cuando el anciano
abra la puerta,
todos haremos silencio.
La puerta de las estaciones
cambia su cerradura según la luz.
Tres vueltas de llave
en el cerrojo del invierno,
sin embargo, octubre navega en la tormenta,
espero abordar
2. Las cosas tal y como son, Paola Escobar (Barnacle)
Pocas veces el título de un libro es tan explícito en su intención y, al mismo tiempo, tan poco descriptivo de la riqueza de matices, tonos, situaciones y sensibilidad que sus poemas exhiben:
Moléculas
excusas para verte otra vez:
devolvernos las cosas prestadas
excepto los intangibles
como un roce voluntario e intencional
con el propósito de que pongas
los ojos en blanco
o el caminito de moléculas
que vas dejando atrás
después de cebar un mate
3. Río raíz / Podría haber sido un haiku, Martín Pucheta (elandamio ediciones)
El autor logra una experiencia del lenguaje y una expresión personalísima al mismo tiempo, por la que el mundo -misterio en la raíz del nombre- se expande al límite de la emoción y se recobre a sí mismo en la belleza:
Pipa
Tiene los ojos tristes
pero su boca es una línea
de alegría. Es
como si esa sonrisa
subrayara su tristeza
4. Elis o teoría de la distancia, Lucas Margarit (El Suri Porfiado)
En medio de tanto realismo zonzo, el libro se separa de la idea de representación, de la idea de cohesión de necesaria totalidad dando forma a un espacio poético que posee la materialidad de las palabras que lo nombran:
Las rutas de Elis
IV
Calcula la distancia entre el aire y la creación
entre su pueblo y el monte
dice un nombre para la nieve que cae en el
jardín oscuro
elis, ya viejo, cierra los ojos frente al dolor
dice ahora la palabra “paisaje”
para cicatrizar sus manos
5. Nadie dijo la belleza, Noelia Palma (El Mensú Ediciones)
La fuerza calma de su escritura pone a este poemario en la tradición de las voces que cantan un mundo personal que es compartido porque está jugando siempre entre el estallido y la reconfiguración (por la ternura):
6
A Valeria Pariso
Una muchacha canta y baila a la orilla del mar.
Al otro lado, unos niños juegan en la nieve.
Valeria prepara la cena con tomate y albahaca.
¿En qué consiste responder al jardín invisible?
Nadie dijo la belleza.
* Javier Magistris (Buenos Aires, 1962). Periodista. Docente. Crítico. Profesor de Lengua y Literatura en escuelas medias de la educación pública. Fue colaborador del suplemento cultural Ámbito de los Libros, del diario Ámbito. Dirige junto con el poeta Claudio Lo Menzo la revista de poesía La Guacha.
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