... usted comprenderá que es aterrador y difícil elegir poesía porque uno busca y se empalaga con todo, todo a uno le parece nada porque desea más. Bien he optado por cuatro poetas que me han sacudido siempre. Eso es la poesía: sacudida al alma que nos deja hechos espejo de quién sabe cuántos cuartos por habitar.
1) Guillaume Apollinaire, Zona, en el blog Antología Poética, de Martín Riva
(Fragmento)
Al final estás cansado de este mundo antiguo
Pastora oh torre Eiffel el rebaño de los puentes bala esta mañana
Estás harto de vivir en la antigüedad griega y romana
Aquí hasta los automóviles parecen antiguos
sólo la religión se mantuvo nueva la religión
se mantuvo simple como los hangares de Port-Aviation
Sólo tú no eres antiguo en Europa oh cristianismo
el europeo más moderno es usted papa Pío X
y a ti las ventanas te observan la vergüenza no te deja
entrar en una iglesia y confesarte esta mañana
lees prospectos catálogos carteles que cantan muy alto
ahí está la poesía esta mañana y para prosa están los diarios
están las entregas a 25 centavos llenas de aventuras policiales
retratos de grandes hombres y mil títulos varios
Esta mañana vi una linda calle cuyo nombre olvidé
nueva y limpia del sol ella era el clarín
los directores los obreros y las bellas mecanógrafas
de lunes a sábado pasan cuatro veces por día
de mañana tres veces gime la sirena
una campana rabiosa ladra al mediodía
las inscripciones de los letreros y de los paredones
las placas los avisos a manera de loros gritones
me gusta la gracia de esta calle industrial
situada en París entre la calle Aumont-Thiéville y la avenida des Ternes…
2) Edda Sartori. Última sustancia (Ediciones de El Mono Armado, 2019)
Mariel Monente la llama, creo que muy acertadamente artista del soufflage. De la segunda parte del poemario Ceremonia en el océano:
Con traje de tul
opalina
el destello es arrebatado por ese indeciso nubarrón
quizá nos alteres con algún gesto
y te desenfoques en el centro oscuro
que apremia el fogonazo
incómoda
en el mínimo teatro
destinado a lograr
un recorte
oblicuo
una punta de luz
esa gota
cristal rojo
que talla
el desecho
*
Camafeo
(Mia cara
el roce se expande
en la humedad de tu cuello
hiende en secreto
hasta la médula de tu inicio)
la luz
(solo bruma)
en el pequeño espacio
3) Delfina Muschietti, Citas, puentes y pasajes. Del muro de Facebook e de la autora, en el año 2009:
detalle
algo hay entre la excelencia y el detalle matemático como en la música que seduce sin pausa lo sabía Benjamín en su propuesta de crítica y deslumbra en el delicioso delirio cronológico de Kafka enumerando la secuencia de horas y minutos en su plan de escapar a su trabajo de abogado en otra ciudad: partirá a las 6 llegará a las 10 fingirá desmayarse al final de la hora 3era del juicio y una vez logrado el objetivo de ser depuesto volará en tren de vuelta a Praga ansioso por indagar simplemente a las 4 pm si ha llegado una nueva carta de Felice – y el preciso conteo de la espera del nacer en Vallejo “de tres meses de ausente y diez de dulce/…/se remolca diez meses hacia la decena/ hacia otro más allá/ dos quedan todavía en pañales/ y los tres meses de ausencia/ y los nueve de gestación” y la feliz comprobación de Miguel Hernández en su niño “cinco dientes como cinco jazmines adolescentes"
4) Nicolás A. S. Bratosevich, Endecasílabos con agua (Ediciones Botella al Mar, 1982):.
Sobre un mandala hallado en un cajón
No entenderé morir. No hay abandono
total en las esquinas. Vez por vez,
hoja por hoja, idéntica saliva
me devuelve ovillándome a la misma
silla donde mis manos se acumulan.
Cada lote de parque respirado,
cada embarque en los táctiles paisajes
de mi cuerpo en tu cuerpo, cada escape
de reloj, me revela inseparable
de noche, en algún bajo que se anega
de permanencia. Barcas en hileras
tejen siempre un tejer no sorprendido,
de madera; sucedo en estaciones
atadas por el fondo a un mismo verbo
donde me reconozco-ya extranjero
de un tiempo interrumpido por carreras
catapultas -centro del estanque.
No entenderé morir: los fondeadores
tanto han flechado esta feliz costumbre
de estar sentado en tanta certidumbre
de espesura de espejo manadero.
* María Cristina Chiama (Buenos Aires, 1952). Profesora en Letras. Integró el Taller de Nicolás Bratosevich. Trabajó como docente en la Patagonia durante 14 años. Vivió en Esquel, Chubut. Actualmente vive en Laboulaye, Córdoba. Publicó Poemas para afirmar las alas y las nouvelles Celebración de la sangre y Guardia de cenizas. En breve, Poemas al paso y Susurrados (Micropoemas).
Gracias, Jorge Aulicino, por la publicación.
ResponderBorrarGracias, María Cristina Chiama,