Devotos
Trajimos a la virgen
la sentamos en un banquito
y la peinamos delicadamente
desenrollando cada rizo de porcelana
para que pueda sentir una vez más
su cabellera al viento
una gota de adrenalina sobre la nuca
la exuberancia femenina.
Santa
resucitada del mármol
niña convertida en sierva
ahora un animal oscuro
al calor de nuestras manos
el milagro sofocado
dos ojos secos y hundidos
diminutos espejos de nuestro secreto.
Última cena
Los apóstoles cenaron en casa
y se fueron dejando la sensación
de que nada merecía celebrarse
doce platos prolijamente apilados
el mantel lleno de migas
y esa enorme copa dorada
que ninguno de nosotros
está dispuesto a lavar.
(Inéditos)
Juan Cristobal Miranda (Buenos Aires, 1976)
Foto: Juan Cristobal Miranda FB
Pero qué refinado poeta y lector.
ResponderBorrarMe sedujo de inmediato, gracias.