Y bien, no es ésta la ruta
por la que se disponen las líneas enemigas,
las extranjeras lenguas
o el pasmo.
Nada hemos hecho – mi voz o yo –
por estos pactos de distanciamiento.
Marcho hacia allí y no me matan.
Llego, finalmente, a una casa.
Me detengo y golpeo a la puerta.
Aquellos que perdonan dicen “lo que pasó, pasó”.
Y yo regreso. Vuelvo.
Aquellas que perdonan se verán, tarde o temprano
apostadas en un balcón.
Hay una ventana que no es negra
y una carta que el correo no ha extraviado:
si no ha llegado hoy, de seguro mañana.
Todas las ciudades se abrieron esta noche:
no hay asedios ni clausuras.
Vendrán, con el ocaso, las visitas
y yo seré uno más.
En todas las ventanas surgen y se expanden
las filiales de la pena.
Muchas palabras peregrinarán
desde las tierras del silencio y de la muerte.
Florecerán las celosías
y girarán sobre sus goznes
los portales.
Jaim Guri (Tel Aviv, 1923) en De-canta-sión
Traducción: Gerardo Lewin
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