domingo, abril 15, 2012

W. H. Auden / Historia policial




Pues ¿quién alguna vez carece totalmente de paisaje,
la serpenteante calle de la aldea, la casa entre los árboles,
todo próximo a la iglesia, o si no la sombría casa en la ciudad,
la que tiene columnas corintias, o
el diminuto apartamento del obrero: de todos modos
un hogar, el centro donde suceden las tres o cuatro cosas
que pueden sucederle a un hombre? Sí,
¿quién no puede trazar el mapa de su vida, sombrear
la pequeña estación donde encuentra a sus amores
y se despide continuamente, y marcar el lugar
donde descubrió por primera vez el cuerpo de su felicidad?

¿Un vagabundo desconocido? ¿Un hombre rico? Siempre un enigma
con un pasado sepultado, pero cuando aflora la verdad,
la verdad acerca de nuestra felicidad,
cuánto resulta deberse al chantaje y a los amoríos.

El resto es lo tradicional. Todo según los planes:
la enemistad entre el sentido común local
y esa exasperante, brillante intuición
que siempre está, por azar, al alcance de la mano;
todo según los planes, tanto las mentiras como la confesión,
hasta la excitante cacería final, y la matanza.

Pero en la última página la duda permanece:
el veredicto, ¿fue justo? Los nervios del juez,
esa pista, la protesta desde el patíbulo,
y nuestra sonrisa... pues sí...
Pero el tiempo siempre es asesinado. Alguien debe pagar
nuestra pérdida de la felicidad, o la felicidad misma.

W. H. Auden (Londres, 1907-Viena, 1973), Rolando Costa Picazo, Los primeros años, "Poemas 1936-1939", Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1994


Detective Story

For who is ever quite without his landscape, 
The straggling village street, the house in trees, 
All near the church, or else the gloomy town house, 
The one with the Corinthian pillars, or 
The tiny workmanlike flat: in any case 
A home, the centre where the three or four things 
That happen to a man do happen? Yes, 
Who cannot draw the map of his life, shade in 
The little station where he meets his loves 
And says good-bye continually, and mark the spot 
Where the body of his happiness was first discovered? 

An unknown tramp? A rich man? An enigma always 
And with a buried pastbut when the truth, 
The truth about our happiness comes out 
How much it owed to blackmail and philandering. 

The rest's traditional. All goes to plan: 
The feud between the local common sense 
And that exasperating brilliant intuition 
That's always on the spot by chance before us; 
All goes to plan, both lying and confession, 
Down to the thrilling final chase, the kill. 

Yet on the last page just a lingering doubt: 
That verdict, was it just? The judge's nerves, 
That clue, that protestation from the gallows, 
And our own smile . . . why yes . . . 
But time is always killed. Someone must pay for 
Our loss of happiness, our happiness itself.

---
Ilustración: L'assasin menacé, 1927, René Magritte

2 comentarios:

  1. Es increíble la experiencia del poema, impacta en el cuerpo y uno se agarra a un sentido que se le escapa. Es verdad que tiene que existir un culpable:
    Pero el tiempo siempre es asesinado. Alguien debe pagar/nuestra pérdida de la felicidad, o la felicidad misma.
    Sería insoportable que no hubiese un culpable, toda vida es un caso policial, modo de soportar el sinsentido.

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  2. Es inevitable la búsqueda de sentido, como la búsqueda de un culpable, frente a lo que se escapa de la propia existencia. Cada vida como un caso policial a investigar como si existiese una verdad, para tolerar el sinsentido:
    Pero el tiempo siempre es asesinado. Alguien debe pagar/nuestra pérdida de la felicidad, o la felicidad misma.
    ¡Impactante! Difícil que pueda ser dicho de mejor manera.

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