domingo, julio 28, 2013

Poemas elegidos, 86


Javier Galarza
(Buenos Aires, 1968)

Noche oscura del alma, de San Juan de la Cruz
Este poema de San Juan de la Cruz me acompaña desde mis primeras lecturas de poesía. ¿Es la mera descripción de una experiencia mística o el poema en sí es el hecho religioso? No tengo respuesta y tal vez no quiero tenerla. He leído la interpretación de Lacan (entiendo que el psicoanalista francés subraya que el poeta asciende a Dios feminizado, como el presidente Schreber lo hace en su delirio paranoico pero, a diferencia de Schreber, no dudamos de la experiencia de San Juan de la Cruz). Una vez lo escuché en inglés cantado por la canadiense Lorena Mc Kennit y mi afecto por el poema no menguó. (Oh night thou was my guide / of night more loving than the rising sun / Oh night that joined the lover / to the beloved one / transforming each of them into the other). Recientemente leí una entrevista al escritor francés Pascal Quignard donde dice que inscribiría su escuela literaria y su experiencia dentro de las letras cerca de San Juan de la Cruz. Alguna vez pensé también que la noche de Novalis, mediada por la joven amada muerta, hacía de los Himnos a la noche un poema de naturaleza semejante. Toda búsqueda me hace retornar a estos versos: "Oh noche que guiaste"...




Canciones del alma que se goza de haber llegado al alto estado de la perfección, 
que es la unión con Dios, por el camino de la negación espiritual

1.
En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

2.
A oscuras y segura,
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

3.
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.

4.
Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

5.
¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que el alborada!
¡Oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el Amado transformada!

6.
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

7.
El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.

8.
Quédeme y olvídeme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo, y déjeme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

Juan de Yepes, San Juan de la Cruz (Fontiveros, 1542-Úbeda, 1591)


Foto: Javier Galarza en FB

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