lunes, marzo 05, 2012

William Carlos Williams / Paterson, 2



La primera parte de este poema aquí

Libro 1

Los delineamientos de los gigantes

I (Continuación)

Agitados como las aguas al acercarse
a la orilla, sus pensamientos
se entrelazan, repelen y debilitan allí abajo,
se elevan obstruidos por las rocas y giran
pero siempre tiran hacia delante — o chocan contra
un remolino y se enredan, señalados por una
hoja o la espesa espuma, pareciendo
olvidar.
Más tarde retoman la marcha y
son reemplazados por hordas sucesivas
que empujan hacia delante — con su ligereza
se unen ahora, lisos como el vidrio,
serenos o al parecer serenos ya que al final
se lanzan a una conclusión y
¡caen, caen al aire! como si
flotaran, lazos liberados de su peso,
divididos; aturdidos, ebrios
por la catástrofe de la caída
flotando sin sostén
para golpearse contra las rocas; contra un trueno
como si los hubiera partido un rayo

Perdida toda ingravidez, el peso es recuperado en
la repulsa, la furia de
la huida los lleva a rebotar
contra los que vienen después—
siguiendo la corriente de todos modos, ellos
retoman su curso, el aire lleno
de confusión y de espuma
connotativos del mismo aire, coetáneo,
llenando el vacío.

Y allí, ante él se extiende el monte.
El Parque es su cabeza, tallada, por encima de las Cataratas, junto al manso
río; Cristales de colores, el secreto de esas rocas;
granjas y estanques, el laurel y el austero cactus salvaje
de flores amarillas   .   .   . frente a él, su
brazo sosteniéndola, en el Valle de las Rocas, dormida.
Perlas en sus tobillos, su monstruoso cabello
adornado con flores de manzano se desparrama sobre
la tierra remota, reavivando sus sueños —allí donde los ciervos corren
y los nidos de los patos joyuyos protegiendo su imponente plumaje.

En febrero 1857, David Hower, un zapatero pobre con una familia numerosa, sin trabajo ni dinero, recogió una gran cantidad de almejas en Notch Brook, cerca de la ciudad de Paterson. Al comerlas encontró gran cantidad de sustancias duras. Al principio las tiró, pero finalmente las entregó a un joyero que le dio entre veinticinco y treinta dólares por el lote. Luego encontró más. Una perla de fino brillo fue vendida a Tiffany por u$s 900 y más tarde a la emperatriz Eugenia for u$s 2000, conocida posteriormente como la «Perla Reina», la mejor de su clase en el mundo hasta el día de hoy. 
La noticia de esta venta provocó tal alboroto que se lanzaron a la búsqueda de perlas a lo largo del país. Los Unios (almejas) de Notch Brook y de otros lugares fueron recolectados por millares y destruidos, a menudo, con poco o ningún resultado. Una perla grande y redonda, que pesaba más de 400 gramos, que hubiera sido la más fina perla de todos los tiempos, se arruinó al hervir la almeja para abrirla.


Dos veces al mes, Paterson recibe
                comunicados del Papa y de Jacques Barzun
(Isocrates). Sus trabajos
fueron traducidos al francés
y al portugués. Y los empleados de la oficina
de correos despegan las estampillas raras
                de los paquetes y las roban para los
                álbumes de sus hijos.


¡Dilo! No hay ideas sino en las cosas. El señor
Paterson se ha ido
a descansar y escribir. Uno puede ver sus pensamientos
sentados y parados en el autobús. Sus
pensamientos se bajan y se dispersan —

¿Quiénes son estas personas (qué complicada
matemática) entre las que me veo
en la vidriera regularmente ordenada
de sus pensamientos, brillando frente a zapatos y bicicletas?


William Carlos Williams (Rutherford, 1883-1963), Paterson, New Directions, New York, 1963
Versión de Silvia Camerotto

The delineaments of the giants I
Jostled as are the water approaching /the brink, his thoughts /interlace, repel and cut under, /rise rock-thwarted and turn aside /but forever strain forward —or strike /an eddy and whirl, marked by a /leaf or curdy spume, seeming /to forget . /Retake later the advance and /are replaced  by succeeding hordes  /pushing forward —they coalesce now /glass-smooth with their swiftness, /quiet or seem to quiet as at the close /they leap to the conclusion and /fall, fall in air! as if /floating, relieved of their weight, /split apart, ribbons; dazed, drunk /with the catastrophe of the descent /floating unsupported /to hit the rocks: to a thunder, /as if lightning had struck //All lightness lost, weight regained in /the repulse, a fury of /escape driving them to rebound /upon those coming after— /keeping nevertheless to the stream, they /retake their course, the air full /of the tumult and of spray /connotative of the equal air, coeval, /filling the void //And there, against him, stretches the low mountain. /The Park’s her head, carved, above the Falls, by the quiet river; Colored crystals the /secret of those rocks; /farms and ponds, laurel and the temperate wild cactus, /yellow flowered  . . .  facing him, his /arm supporting her, by the Valley of the Rocks, asleep. /Pearls at her ankles, her monstrous hair /spangled with apple-blossoms is scattered about into /the back country, waking their dreams —where the deer run /and the wood-duck nests protecting his gallant plumage. //In February 1857, David Hower, a poor shoemaker with a large family, out of work and money, collected a lot of mussels from Notch Brook near the City of Paterson. He found in eating them many hard substances. At first he threw them away but at last submitted some of them to a jeweler who gave him twenty-five to thirty dollars for the lot. Later he found others. One pearl of fine luster was sold to Tiffany for $900 and later to the Empress Eugenie for $2,000 to be known thenceforth as the “Queen Pearl”, the finest of the sort in the world today. //News of this sale created such excitement that search for the pearls was started throughout the country. The Unios (mussels) at Notch Brook and elsewhere were gathered by the millions and destroyed often with little or no result. A large round pearl, weighing 400 grains which would have been the fines pearl of modern times, was ruined by boiling open the shell. //Twice a month Paterson receives /Communications from the Pope and Jacques Barzun /(Isocrates). His works /have been done into French /and Portuguese. And clerks in the post- /office ungum rare stamps from /his packages and steal them for their /children’s albums. //Say it! No ideas but in things. Mr. /Paterson has gone away /to rest and write. Inside the bus one sees /his thoughts sitting and standing. His /thoughts alight and scatter— //Who are these people (how complex /the mathematic) among whom I see myself /in the regularly ordered plateglass of /his thoughts, glimmering before shoes and bicycles?

Ilustración: Ambroise Vollard, 1910, Pablo Picasso

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