Paisaje bretón
Douarnenez,
en un golpe de cubilete,
empantana
entre sus casas como dados,
un pedazo de mar,
con un olor a sexo que desmaya.
¡Barcas heridas, en seco, con las alas plegadas!
¡Tabernas que cantan con una voz de orangután!
Sobre los muelles,
mercurizados por la pesca,
marineros se agarran de los brazos
para aprender a caminar,
y van a estrellarse
con un envión de ola
en las paredes;
mujeres salobres,
enyodadas,
de ojos acuáticos, de caballeras de alga,
que repasan las redes colgadas de los techos
como velos nupciales.
El campanario de la iglesia,
en un escamoteo de prestidigitación,
saca de su campana
una bandada de palomas.
Mientras las viejecitas,
con sus gorritos de dormir,
entran a la nave
para emborracharse de oraciones,
y para que el silencio
deje de roer un instante
las narices de piedras de los santos.
Douarnenez, julio 1920
Oliverio Girondo (Buenos Aires, 1891-1967), Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, ilustrados por el autor, edición facsimilar, Tajamar Editores, Santiago de Chile, 2011
Ilustración: Del poema "Paisaje bretón", Oliverio Girondo, 1922, 2011
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