jueves, octubre 02, 2008

Hart Crane / Al puente de Brooklyn


"De ir de un lado a otro por la Tierra y caminar de arriba a abajo por ella."
La Biblia, Job 


Cuántas alboradas frías desde su ondeante nido
descenderían las alas de la gaviota para girar en torno,
esparciendo blancos anillos de tumulto, erigiendo en alto
a la Libertad sobre las aguas de la bahía encadenada;

luego, con inviolada curva, abandonarán nuestra mirada,
apariciones como velámenes que cruzan
alguna página de números que ha de ser archivada;
hasta que el ascensor nos deje caer de nuestro día...

Pienso en los cines, panorámicos artificios
con multitudes inclinadas hacia una escena titilante
nunca revelada, pero a la que se regresa apresuradamente,
augurada ante otros ojos en idéntica pantalla;

y tú, al otro lado del puerto, con plateados pasos,
como si el sol se apartara y sin embargo dejara
un movimiento nunca agotado en tu camino,-
¡allí deteniendo tu libertad implícita!

De la escotilla de algún subterráneo,celda o desván
un demente corre hasta tus parapetos,
por un momento se inclina, la chillona camisa inflada como un globo.
Una danza cae desde la caravana sin palabras.

En Wall Street el mediodía se filtra desde las vigas hasta la calle,
resquicio del acetileno del cielo;
toda la tarde giran los malacates de nubes voladoras...
Tus cables aún respiran el Atlántico del Norte.

Y sombría como aquel cielo de los judíos
es tu recompensa... Confieres un atributo
de anonimato que el tiempo no podría incrementar;
exhibes la remisión y el perdón siempre vibrantes.

Ay, arpa y altar, de la furia fusionados,
(¿cómo podría el mero esfuerzo alinear el coro de tus cuerdas?)
umbral tremendo de la promesa del profeta,
plegaria del paria, y clamor del enamorado,-

otra vez las luces de tránsito que rozan tu veloz
idioma sin fracturas, suspiro inmaculado de estrellas
que perlan tu sendero, la eternidad condensan:
y hemos visto a la noche erguida entre tus brazos.

Bajo tu sombra entre los muelles yo aguardaba:
tu sombra solo en la oscuridad es clara.
Con los feroces paquetes de la Ciudad desatados
la nieve ya sumerge un año férreo...

Ay, insomne como el río que hay debajo,
bóveda del mar y de la tierra de la pradera soñadora,
extiéndete alguna vez hacia nosotros los humildes, desciende,
y de la curvatura préstale un mito a Dios. 

Hart Crane (Garretsville, Ohio, Estados Unidos, 1899-Golfo de México 1932), "El puente", Rolando Costa Picazo, Hart Crane y El puente, Colihue, Buenos Aires, 2008

Notas del Administrador:
1) El poema es el proemio a los ocho cantos en que se divide la obra El puente.
2) El sentido de la cita inicial se hace más complejo y significativo si se lee el versículo entero: "El Señor le dijo: '¿De dónde vienes?'. El Adversario respondió al Señor: 'De rondar por la tierra, yendo de aquí para allá.'" Job:1:7, El Libro del Pueblo de Dios, La Biblia, Ediciones Paulinas, Madrid, 1997.
3) Crane, considerado un modernista a veces demasiado impregnado aún de romanticismo y de impresionismo, presa de un espíritu profético, publicó el largo poema El puente en 1930. En 1932, mientras regresaba de México a Nueva York, recibió una paliza a bordo de un barco en el que intento seducir a un marino. Se arrojó al mar. Admiraba por igual a Walt Whitman y a T.S. Eliot, aunque la inmutabilidad irónica de éste lo crispaba. Oscuro aún, su poema mayor, una de las grandes obras del siglo XX en los Estados Unidos, se aclara como un poema vanguardista, polifacético, en el que la sugerencia y las connotaciones son llevadas a un extremo, aunque siempre con una rara lógica simbólica y sobre una base de imágenes concretas, consecuencia ésta del impacto que le produjo también la poesía imagista. La edición bilingüe de Costa Picazo, precedida de un estudio, se puede considerar un acontecimiento importante en la Argentina en la primera década del siglo XXI.
4) La primera edición de El puente, en 1930, fue la ocasión del debut de Walker Evans como fotógrafo. El sitio Modern American Poetry da cuenta de la preferencia de Crane por la fotografía y de cómo no se plasmó una asociación gráfica con el pintor futurista Joseph Stella, cuyas visiones del puente de Brooklyn parecían, en una mirada superficial, más apropiadas para acompañar el texto de Crane.

To Brooklyn Bridge
How many dawns, chill from his rippling rest /The seagull's wings shall dip and pivot him,/Shedding white rings of tumult, building high/Over the chained bay waters Liberty--// Then, with inviolate curve, forsake our eyes/As apparitional as sails that cross/Some page of figures to be filed away;/--Till elevators drop us from our day...// I think of cinemas, panoramic sleights/With multitudes bent toward some flashing scene/Never disclosed, but hastened to again,/Foretold to other eyes on the same screen;// And Thee, across the harbor, silver-paced/As though the sun took step of thee, yet left/Some motion ever unspent in thy stride,--/Implicitly thy freedom staying thee!// Out of some subway scuttle, cell or loft/A bedlamite speeds to thy parapets,/Tilting there momently, shrill shirt ballooning,/A jest falls from the speechless caravan.// Down Wall, from girder into street noon leaks,/A rip-tooth of the sky's acetylene;/All afternoon the cloud-flown derricks turn.../Thy cables breathe the North Atlantic still.//And obscure as that heaven of the Jews,/Thy guerdon . . . Accolade thou dost bestow/Of anonymity time cannot raise:/Vibrant reprieve and pardon thou dost show.// O harp and altar, of the fury fused,/(How could mere toil align thy choiring strings!)/Terrific threshold of the prophet's pledge,/Prayer of pariah, and the lover's cry,--// Again the traffic lights that skim thy swift/Unfractioned idiom, immaculate sigh of stars,/Beading thy path--condense eternity:/And we have seen night lifted in thine arms.// Under thy shadow by the piers I waited;/Only in darkness is thy shadow clear./The City's fiery parcels all undone,/Already snow submerges an iron year . . .//O Sleepless as the river under thee,/Vaulting the sea, the prairies' dreaming sod,/Unto us lowliest sometime sweep, descend/ And of the curveship lend a myth to God.

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Foto: s/d

1 comentario:

  1. A Letter to Harriet Monroe

    (as reprinted in Poetry, October 1926)

    [This is the letter to Monroe in which Crane analyzes the connotative meanings of his words and proposes a "logic of metaphor" that depends upon close and repeated readings. It is one of the few documents that openly argues for a highly intellectualized approach to the reading of poetry.]

    … [A]s a poet, I may very possibly be more interested in the so-called illogical impingements of the connotations of words on the consciousness (and their combinations and interplay in metaphor on this basis) than I am interested in the preservation of their logically rigid significations at the cost of limiting my subject matter and the perceptions involved in the poem.

    This may sound as though I merely fancied juggling words and images until I found something novel, or esoteric; but the process is much more predetermined and objectified than that. The nuances and feeling and observation in a poem may well call for certain liberties which you claim the poet has no right to take. I am simply making the claim that the poet does have that authority, and that to deny it is to limit the scope of the medium so considerably as to outlaw some of the richest genius of the past.

    This argument over the dynamics of metaphor promises as active a future as has been evinced in the past. …

    Its paradox, of course, is that its apparent illogic operates so logically in conjunction with its context in the poem as to establish its claim to another logic, quite independent of the original definition of the word or phrase or image thus employed. It implies (this inflection of language) a previous or prepared receptivity to its stimulus on the part of the reader. The reader’s sensibility simply responds by identifying this inflection of experience with some event in his own history or perceptions – or rejects it altogether. The logic of metaphor is so organically entrenched in pure sensibility that it can’t be thoroughly traced or explained outside of historical sciences, like philology and anthropology. This "pseudo-statement," as I. A. Richards calls it in an admirable essay touching our contentions in last July’s Criterion ["A Background to Contemporary Poetry" 3 (July 1925), 511-528], demands completely other faculties of recognition than the pure rationalistic associations permit. …

    From O My Land, My Friends: The Selected Letters of Hart Crane, ed. Langdon Hammer and Brom Weber (New York: Four Walls Eight Windows, 1997), 278-79.

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