![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirYCGVHlMNClLOeMD-Hgj9zGOFXwHLLin6DI01eyPkYsKNTyQ5oRNBYeM75BSRuKkkMFN0C_oVanxpgHRHS78EV9qQmuk3MGCe3bMyTZFLADB1Oq_sUAeFtE_C4ty8TSw7v6y7/s320/view-from-a-carriage-window-1901.jpg)
La imprevisión
es falta de esperanza,
es desnivelar la balanza
pensar que nada le va a ocurrir
a quien propone mantener
una correspondencia con el mundo
en donde todas las faltas
y desatenciones intelectuales
corren por su cuenta y cargo,
además adopta los adjetivos
que menos corresponden al sujeto,
la falta de lógica más elemental;
a ninguna cosa por su nombre llama,
nombra en forma solapada a quien más ama
y aunque sea del todo impostergable
nada registra con apodo perdurable
e incólume, siempre igual a sí mismo
llama a la imprevisión con eufemismo:
“Despertar en lugares imprevistos,
ni siquiera en sueños entrevistos”.
Eduardo Ainbinder (Buenos Aires, 1968), inédito
Ilustración: Vista desde la ventanilla de un carruaje, 1901, František Kupka
Excelente
ResponderBorrarHermoso poema, Irene
ResponderBorrarTal vez sólo me reste esperar que se abran para mí -y en mi contra- las puerats del Purgatorio.
ResponderBorrar