jueves, julio 15, 2010

Jude Nutter / La Anunciación




Mira

después de La Anunciación (siglo XV)
desde la Iglesia de St. Marie Madeleine, Aix-en-Provence


Mira, Dios llega entre el manto y el cascabeleo
del fino metal: aquí está él, de cuclillas con sus ángeles
en el techo de la capilla, forzando los pulidos
hilos de su aliento a través de la alta ventana roseta,
su túnica arrugada como una hoja de papel de aluminio;
y si no miras de cerca pensarás que es un desliz
en la pintura, pero resbalando de cabeza y alineada por completo hacia abajo
la rampa del aliento de Dios hacia María
es un pequeño bebé con todo el brillo del cielo
iluminando sus nalgas minúsculas. Y mira: incluso Dios
es víctima de la vanidad, balanceando un globo en la palma
de su mano. Es lo suficientemente contemporáneo: ¿acaso no llevamos
todos fotos de nuestros hijos o copias de sus poemas
en nuestros bolsillos delanteros? Y aquí está Gabriel
en la capilla anexa, en su manto enorme — ningún indicio
de spandex en ningún lado, e incluso levantarse del suelo
cuando se usa un manto cinco veces más grande y más pesado que
una alfombra persa, es un milagro, sin duda.
Y mira: algo sagrado sale del cuerpo
para dejar su carga en el mundo, y no me refiero
a la aflicción ofrecida por Dios — me refiero a esta oración
que Gabriel dice, las letras de cada palabra revistiéndose
ante él en el aire como una tropa de insectos
(aunque podrías pensar que es un graffiti
garabateado en la pared detrás de él — algo ligeramente
obsceno escrito por el vigilante en su solitarias
rondas por la capilla).
El futuro depende de lo que está a punto de ocurrir, y por eso María
está encerrada como un blanco en un nimbo de fuego sutil;
¿por qué Gabriel manifiesta el lenguaje en el aire, sus manos
aleteando entre los ceñidos e inoportunos gestos, aterrada
ella mirará hacia arriba y se apartará
a último momento. María, por supuesto, lo ignora,
a pesar de que las páginas del libro que ella estaba leyendo
han comenzado a agitarse un poco, en la turbulencia
de la respiración de Dios. Estos son los segundos finales
antes de que todo cambie, para cada uno de nosotros, para siempre:
y mira, ella es una mujer común, despreocupada
por los presagios, pensando sólo en el hombre con el que está a punto de casarse,
que en este preciso momento está construyendo armarios
en un taller al final de su jardín.

Jude Nutter (North Yorkshire, Inglaterra, residente en los Estados Unidos desde 1980), The Curator of Silence, University of Notre Dame Press, 2006
Versión de Silvia Camerotto

Look
after The Annunciation (fifteenth Century)/from the Church of St. Marie Madeleine, Aix-en-Provence

Look, God arrives in the wrap and the rattle /of thin metal: here he is, /squatting with his angels /on the roof of the chapel, forcing the burnished /threads of his breath through the high, rose window, /his robe crumpled like a sheet of foil; /and if you don’t look closely you think it’s a hiccup /in the paint, but sliding headfirst and fully formed down /the copper chute of God’s breath toward Mary /is a tiny baby with all the radiance of heaven /glazing its minuscule buttocks. And look: even God /is a victim of vanity, balancing a globe on the palm /of his hand. It’s contemporary enough: don’t we all /carry pictures of our children or copies of poems /in our breast pockets? And here’s Gabriel /in the side chapel in his oversized cloak —no glimmer /of spandex anywhere and it’s a miracle, no doubt, /to even lift off the ground when you’re wearing /a cloak five sizes too large and thick as a Persian carpet. /And look: something holy wanders out of the body /to lay its burden on the world, and I don’t mean /the affliction offered by God —I mean this prayer /Gabriel is uttering, the letters of each word lining /up before him in the air like a troop of insects /(even though you might assume it’s graffiti /scrawled on the wall behind him —something slightly /obscene written by the watchman on his lonely /rotations through the chapel). /The future depends /on what is about to happen, and that’s why Mary /is locked like a target in a nimbus of subtle fire; /why Gabriel manifests language in the air, his hands /fluttering in tight, distracting gestures, terrified /she will glance upward and so turn aside /at the last moment. Mary, of course, is oblivious, /even though the pages of the book she was reading /are beginning to flutter a little in the turbulence /of God’s breathing. These are the final seconds /before everything changes, for each one of us, forever— /and look, she’s an ordinary woman, untroubled /by omens, thinking only of the man she is about to marry,/who right this moment is happily building cabinets /in a workshop at the bottom of his garden.

Ilustración: La Anunciación, 1445, El Maestro de la Anunciación de Aix (casi seguramente, Barthélemy d'Eyck, van Eyck o d' Eyck)

1 comentario:

  1. maravilla!, me pregunto cuándo saldrá todo esto en un libro, digo, las versiones de Silvia de los poemas de Nutter (es un deseo); un beso agradecido, Roxana

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