viernes, julio 23, 2010

Marina Tsvetáyeva / Dos poemas




A mis versos…

A mis versos escritos tan temprano,
que no sabía yo que era poeta,
brotados como chorros de una fuente
como chispas de un proyectil,

llegados como diablos diminutos
al templo del incienso y del sueño,


a mis versos de muerte y juventud
-¡Intactos! ¡No leídos! ¡Solos!

Dispersos entre el polvo de las tiendas,
donde nadie los ve ni los verá.
como a vinos excelsos a mis versos,
también les llegará su hora.

Koktebel, 13 de mayo de 1913


Mi día…

Mi día es desordenado y absurdo:
al poderoso le pido pan,
al rico le ofrezco una limosna,

enhebro en una aguja – un rayo,
al ladrón confío – la llave,
con cascarilla doy color a mi pálido rostro.

El pordiosero no me da pan,
el rico no acepta mi dinero,
el rayo no entra por la aguja.

El ladrón entra sin llave,
y yo, tonta, me deshago en lágrimas-
por un día vano e inútil.

27 de julio de 1918

Marina Ivánovna Tsvetáyeva (Moscú, 1892  -  Yelábuga, 1941), Un espíritu prisionero, traducción de Selma Ancira, Galaxia Gutenberg, España, 1999
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Foto: Marina Tsvetáyeva, 1925 Pyotr Shumov / Wikimedia Commons

3 comentarios:

  1. qué maravilla de poemas! Gracias

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  2. genial, enhebro un rayo... y todo al reves, que bella forma de decirlo.gracias

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  3. Muchas graciasss, muy bellooo

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