martes, agosto 16, 2022

María del Mar Estrella / Bajo el signo de un ala



    

                                A Olga Orozco, y al  don que nos legó, el misterio

A quién interrogar por lo insondable.
Por la gota de sed que precisamos
para anclar un jardín  bajo la escarcha
un signo de inocencia que consuele la pordiosera soledad.
Hay algo de pavor en la belleza
algo que nos expulsa del paraíso más secreto
al purgatorio de la prudente imperfección.
No dormirá del lado de la dicha
la conjurada de los dioses,
la hechicera que urde talismanes
para otorgarle un ala al insaciable comensal del misterio.
A quién interrogar por los escombros si no a ella
emperatriz de la penumbra
profanadora de sepulcros que excavó escalofríos
buscando el esqueleto de Dios, el exquisito cadáver de lo oculto.
Ella ,Olga Orozco, dice a todos que ha muerto
sin descifrar la profecía.
Tal vez su corazón haya emigrado a la morada unánime
y  permanezca recostado sobre la eternidad
posando de odalisca en un museo salvaje que contiene
las sucesivas máscaras bruñidas por el guardián de los eclipses.
Sabemos que hay un día en que la carne se deshoja
y  el espíritu esparce nuestro nombre
sobre la geografía de la nada
para ser el reverso del silencio,
Creemos será  entonces – en el séptimo día –
que seremos preservados por su carta solar
para nacer al otro lado
“y navegar la muerte a la deriva”.
Hacia el revés de la pirámide
donde brilla su mantra.

María del Mar Estrella (Buenos Aires, s/d), Fuegos ceremoniales, Vinciguerra, Buenos Aires, 2007

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