viernes, agosto 19, 2022

Andrea Cote Botero / Dos poemas



La Merienda

También acuérdate María
de las cuatro de la tarde
en nuestro puerto calcinado.
Nuestro puerto
que era más bien una hoguera encallada
o un yermo
o un relámpago.

Acuérdate del suelo encendido,
de nosotros rascando el lomo de la tierra
como para desenterrar el verde prado.

El solar en donde repartían la merienda,
nuestro plato rebosante de cebollas
que para nosotros salaba mi madre,
que para nosotros pescaba mi padre.

Pero a pesar de todo,
tu lo sabes,
habríamos querido convidar a Dios
para que presidiera nuestra mesa,
a Dios pero sin verbo
sin prodigio
y sólo para que tú supieras,
María,
que Dios está en todas partes
y también en tu plato de cebollas
aunque te haga llorar.

Pero sobre todo, María,
acuérdate de mí y de la herida,
de antes de que pastaran de mis manos
en el trigal de las cebollas
para hacer de nuestro pan
el hambre de todos nuestros días
y para que ahora,
que tú ya no te acuerdas
y que la mala semilla alimenta el trigal de lo desaparecido
yo te descubra, María,
que no es tu culpa
ni es culpa de tu olvido,
que es este el tiempo
y este su quehacer.


Siembra Triste

No salgas al campo vacío
todo sembrado por debajo
del dolor todo.
No bebas el agua de los ríos
los que
y por debajo
duermen
las ciudades extraviadas.

No mires de frente a los árboles
Porque ellos están humillados,
y ocultan las rojas raíces en los hoyos del aire.

No salgas al campo
y las piedras no te hablarán de su sed
y la selva no será odio
y la aurora no será el horror.

No salgas y no habrá otro espanto
que el de este
redondo fondo sembrado de lo muerto
donde aún ,
ahíto
y diezmado,
te amenaza el amor.

Andrea Cote Botero (Barrancabermeja, Colombia, 1981), Puerto calcinado, Universidad Externado de Colombia, Facultad de Comunicación Social-Periodismo, 2003


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