¡AH, SER ESCUETO Y ESENCIAL
como las guijas que volteas,
comidas por la sal y el yodo,
astilla fuera del tiempo, testigo
de una fría voluntad que no pasa!
Pero fui un hombre que contempla absorto
en sí mismo y en los otros
el hervor de la vida fugaz
—hombre tardío en sus actos, que nadie, después, destruye.
Quise encontrar el mal
que mina el mundo, la leve torcedura
de una palanca que detiene
el artefacto universal
y vi todos los hechos del minuto
listos a colapsarse en un derrumbe.
Seguido el trazo de un sendero tuve
otro en el corazón que me llamaba.
Tal vez necesitaba el tajo del cuchillo,
la mente que decide y labra su camino.
Otros libros me hacían falta
y no tu atronadora página.
Pero no guardo ya remordimientos:
tú todavía derrites
los nudos más ocultos con tu canto
y tu delirio alcanza ya los astros.
RECHINA LA POLEA DEL POZO,
sube el agua a la luz y con la luz se funde.
Tiembla un recuerdo en el colmado cubo,
en el puro círculo una imagen ríe.
Acerco el rostro a evanescentes labios:
se deforma el pasado, se hace viejo,
le pertenece a otro…
Ah, cómo cruje
la rueda, te devuelve al negro fondo,
visión, y una distancia nos divide.
Ossi di seppia, 1925
Eugenio Montale (Génova, Italia, 1896-Milán, Italia, 1981), Cien poemas de Montale, UNAM, Ciudad de México, 2008, vía Punto de Partida n° 152, noviembre-diciembre de 2008, UNAM
Traducción de Fabio Morábito
Otra Iglesia Es Imposible - Ediciones en Danza - Grognards - Il Tempo - Abrapalabra - Punto de Partida - El Placard - UNAM - El Poeta Ocasional - A Media Voz - Hablar de Poesía
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Foto: Eugenio Montale, Milán, 1966 Giorgio Lotti/Mondadori/Getty Images
Amado poeta.
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