El hombre religioso comienza
a gustar de todos los frutos
incluso la ambrosía
que no se vierte
un día el sultán ve una mosca
con las patas en la miel
decide ver al santo hombre
que trajo como ejemplo a su reino
lo ve obeso tendido sobre un diván
con un paje que le acaricia el rostro
con plumas de pavo
y el visir le explica
que se debe dar oro a los sabios
porque con él ellos
avanzarán en su ciencia
pero no hay que dar nada
a los hombres religiosos
si uno quiere que lo sean
que los pecadores más comunes
ardan y el espejo refleje las cenizas
sacrificadas a un bosque pintado.
*
La perfección segunda del cielo y la luz
escapa a los catálogos, al bolsillo
todo en ella es escolar
menos pechos y gafas
un aire de último acto
visita la habitación
un artista arruinado
quiere que la cúpula se haga trizas
en un jardín que aturde las orquídeas
convicto estado de espíritu
volver al primer acto, al trampolín
dar con la tela rotunda
los dos barajan y hablan de ellos
como de un asunto bíblico
y el rey los mira: ni muerto ni desnudo
sobrio como un maestro de oficios
Luis Thonis (Buenos Aires, 1949-2016), No vienen avispas, Leviatán, Buenos Aires, 2012
Foto: Cuarta Prosa
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