viernes, marzo 25, 2022

Ana Wajszczuk / De "El libro de los polacos"




El tren se detuvo en Vorkuta

I
supe el nombre porque alguien despejó la nieve 
de un cartel
para que viéramos
por las rendijas del vagón
que todas las estaciones del infierno
son heladas y tienen nombre

espero 
una señal del viento
o del hielo
entre la gritería de los rusos que envuelven
el silencio transpirado de este vagón

las señales no existen

hacia donde vamos no hay nombre
que pueda pronunciarse


Los diarios de Edmund tienen tapas azules

II
Bosques de haya, arbustos de frambuesa en la casa
hay un baúl
olvidado
en el invierno de Siedice
tan largo que parece
durar para siempre
donde las palabras extienden el mapa
de un territorio desvanecido

la lejanía parece
el territorio de los diarios
que nada dicen sin Edmund
diarios que nadie leyó
que se desvanecerían en polvo
si alguien los tocara

parece el recuerdo 
de un árbol de grosellas
solitario
en mitad del jardín
sin saber cómo será
exactamente 
un árbol de grosellas
en el jardín trasero
de una casa en Siedice

las palabras dicen
que nada podemos decirnos
ni él a mí
ni yo a nadie

dicen: excepto darle forma a un mundo
en el paisaje blanco y liso del poema

Ana Wajszczuk (Quilmes, Argentina, 1975) Revista Ñ n° 965, Buenos Aires, 26.03.22

El libro de los polacos
,
Caleta Olivia,
Buenos Aires, 2022










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